«Los opositores al capitalismo han terminado por reforzarlo»
En 'La forma de la multitud', premio Eugenio Trías, desarrolla la idea de que el arte es un intento de ir por delante de nosotros mismos
Agustín Fernández Mallo es novelista, ensayista, filósofo, músico y ha hecho incluso algún cortometraje, pero se considera sobre todo poeta. «Todo va a la escritura, ... y en el fondo cuanto hago son poemas disfrazados de novelas o ensayos», asegura. Con el último de sus ensayos, 'La forma de la multitud' (Ed. Galaxia Gutenberg) ganó el primer premio Eugenio Trías. En el libro habla sobre todo del capitalismo y de su relación con el cristianismo y algunas utopías que surgieron para combatirlo y no han hecho más que reforzarlo.
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- Usted dice que el capitalismo es una nueva religión. ¿Por qué?
- Se puede ver así. Al fin y al cabo, es la fe lo que hace que creamos que un billete de 20 euros vale 20 euros, o que nuestro dinero en el banco existe. El capitalismo, cuando desapareció el patrón oro, también empezó a fundamentarse en la fe.
- ¿Y quiénes son los ateos?
- Los anticapitalistas, pero no lo tienen fácil porque, aunque es evidente que existen muchas injusticias, el capitalismo es como una religión que lo abarca todo. El filósofo marxista Fredric Jameson se preguntaba si es más fácil imaginar el fin del mundo o el fin del capitalismo. Lo que sucede es que los opositores al capitalismo, sobre todo marxismo y cristianismo, han terminado por reforzarlo.
- Es decir, ¿el sistema ha generado sus propios anticuerpos y ahora resiste más que antes?
- Hay que intentar abandonar los pensamientos utópicos porque crean desilusiones y refuerzan lo que quieren destruir. En vez de un enfrentamiento sería mejor un diálogo.
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- Hablaba de la duda sobre si acabará antes el mundo o el capitalismo. ¿Usted qué opina?
- Existe un capitalismo antropolótico que lleva con nosotros desde siempre, porque siempre hemos intercambiado cosas y símbolos, aunque no sea nada monetario. Las utopías diseñan un final, y el capitalismo antropológico sabe que no hay tal final. La metáfora o el arte son intentos de ir por delante de nosotros mismos. Por eso creo que, aunque el capitalismo monetario termine, el antropológico no acabará.
- El sistema ha puesto copyright a todo pero los ciudadanos regalamos datos personales. ¿Somos simple materia prima?
- Todo está sujeto a copyright menos los datos que damos gustosamente y que el sistema convierte en dinero. El capitalismo intenta registrar el mundo entero. Hasta las lenguas se usan para eso y los poderes se las apropian para obtener una plusvalía política. El capitalismo se adapta a cualquier escenario.
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«Cristianismo y comunismo tienen dificultades para admitir lo que se sale de su modelo»
Ocio y guerra
- Ha mercantilizado hasta el ocio, apunta en su libro.
- Incluso al estar de vacaciones trabajamos para otros. El mercado y el poder político se han dado cuenta de que lo mejor no es obligar a la gente a hacer cosas, sino darnos la posibilidad de conseguir lo que queremos. Por eso le pedimos al ocio todo y que sea ya. El problema es que eso redunda en egos que crecen hasta que colapsan, creando frustración y ataques de cólera por no tenerlo todo.
- Hablando de frustración, apunta que cristianismo y comunismo tienen problemas con los trans.
- ¿Cómo no va a ser así, si ya los tuvieron con la homosexualidad e incluso hasta los años setenta con el feminismo? Ambos son utopías y tienen dificultades para admitir lo que se sale de su modelo.
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- ¿Hoy toda guerra es mundial?
- Claro, porque es otra manifestación de la globalización. Lo que ocurre en un lugar remoto influye en lo que sucede en cualquier lugar. El mundo es una sociedad muy compleja y la geopolítica ha cambiado. Por eso vemos la guerra en Ucrania de otra forma. Incluso la colonización de Marte es ya una cuestión geopolítica de gran relevancia. En el libro hablo de guerras mundiales tras la Segunda y creo que la Quinta fue la que entablamos contra el coronavirus: fue la primera en que toda la Humanidad luchó a la vez y en el mismo bando.
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