'Nancy Grace Roman': Disimuladamente didáctico

Es un trabajo disimuladamente didáctico. En una escena vacía con teatralismos de efecto: un firmamento evocado por bombillitas, el juguete milagroso de física recreativa de la luz refractada por el prisma, a la vez que el desasosiego de una chiquilla (Sara Padilla en dos cordiales presencias) que ve que las estrellas esperan mientras ella va y viene. Y un símbolo total, el entarimado a modo de pizarra gigante para escribir a tiza nombres y fórmulas: Gerard Kuiper el astrónomo, Earendel la remota estrella, la colosal serie de números que son años luz de tiempo y espacio, y el lema de su proeza: deseo y tenacidad.

La actriz Eguzki Zubia anima un monólogo de Ricardo Padilla que contagia curiosidad por experimentar, mirar, e intuir lo que suponía ser científica a mitad del XX. Zubía fue muy capaz en 'Ella no es Liz Taylor', de Chema Trujillo, de dar vida a Marcel Duchamp hombre y viejo. Explora aquí a contratiempo a una Nancy Roman madura, tierna o firme, matizada.

Hay impulso femenino en la escena vasca. Se recuerda 'Lyceum Club' sobre españolas republicanas. Y hay interés por personajes en la línea de los 'biopics', en 'El Desencuentro' de Jon Sarasti con el choque entre Lorca y Lola Membrives por la 'Yerma' en un camerino de Buenos Aires, y títulos del dramaturgo David Barbero…

Quizá 'Nancy Grace Roman' no sea emocionante, pero es una útil pieza de incitación.