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Biznaga rabiosos en el Antzoki. ÓSCAR CUBILLO
El Bafle

El séptimo concierto de Biznaga en Bilbao

Vistiendo en tres colores -rojo, negro y blanco-, los madrileño-malagueños incrustaron sus himnos punks generacionales en los parámetros del rock de estadio en un Kafe Antzokia que se llenó y se implicó

ÓSCAR CUBILLO

Sábado, 10 de diciembre 2022, 07:34

El cuarteto madrileño-malagueño Biznaga dio uno de los mejores conciertos del año este viernes en el Kafe Antzokia, donde presentó su cuarto álbum, 'Bremen no existe' (Montgrí, 22), ante unas 400 almas. Nada más salir su cantante y líder Álvaro informó que era su séptimo concierto en la capital vizcaína («qué puta alegría, esta es la séptima vez en Bilbao», o algo parecido espetó a la primera), y avanzada la cita compartió: «Nos sentimos muy emocionados porque ya estuvimos en la sala de arriba (la pequeña, el Antxiki), y se petó. Nos alegramos de que cada vez esto vaya a más». De estas siete veces, les hemos contado tres: una de 2015, otra de 2017 y ésta.

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Biznaga el viernes contaron con unos teloneros especiales, los barakaldeses Campamento Rumano, que no se prodigan en vivo y que salieron los cinco vestidos de plástico para dar un bolo fugaz de 12 píldoras en 14 minutos (de las 22.14 horas a las 22.28 horas, exactamente), con títulos como 'Coca cola en Angola', 'Néstor'(mueve la toalla, que sube la marea…), 'J.G. (Comunista ejemplar)', alternando el punk de Espasmódicos, el absurdo de los B-52's por mor de la labor del teclista africano y el garaje por el sonido Farfisa de los citados teclados. Estos rumanoides molan aunque no tocan muy bien (van en la onda de Kaka De Luxe). Y no dieron bis, como tampoco luego Biznaga. Muy bien: ¡muerte a los bises!

Tres de los cinco miembros de Campamento Rumano. OSCAR CUBILLO

Luego, de las 22.47 a las 23.50 horas (con dos parones por sendas roturas del instrumental: primero la bandolera del bajista y segundo una cuerda del cantante y guitarrista), 15 canciones en 63 minutos arbitraron los cabezas de cartel Biznaga, que tocaron ocho de las diez canciones de su disco 'Bremen no existe' (se dejaron fuera 'Todas las pandemias de mañana' y 'Filosofxs intempestivxs'). Por el final informó el bajista Jorge: «Tenemos tres modelos de camisetas, en varios colores. Discos no hemos traído porque se han agotado. Pero va a salir una segunda edición».

Vestidos con tres colores (rojo, blanco y negro), luciendo brazaletes en sus brazos ('no' y 'nada' parecía que ponía en ellos), agraciados por un baterista demoledor (qué bien redoblaba Jorge 'Milky' Ballarín, que anfetamínico uso de los timbales y cómo se estiraba para destensar los músculos al acabar algunas canciones; además, saludó a sus padres, presentes en la sala: «es la décima vez que me ven, ¡me siguen por toda España!»), con otro Álvaro de solo 19 años sustituyendo a la guitarra al oficial y ausente Pablo («es la primera vez que sale de Madrid», contaron sobre el benjamín sus compañeros, que ya escriben canciones de treintañeros, por ejemplo 'Líneas de sombra'), Biznaga en el Kafe Antzokia sonaron como unos Clash made in Spain (los del primer LP, ¡es que les llegaron a fusilar!) y su acercamiento al punk resonó a menudo a La Polla Records con estudios (los coros, los mensajes, y hasta algún arreglo recitado que antes hemos oído seguramente en el 'Salve', el LP de debut de La Polla).

Biznaga desde la primera fila. IÑAKI GALLARDO

El arranque fue descomunal, propio de estadio, tanto que es difícil que los Arctic Monkeys lo superen en el BBK Live en 2023. Luego, a partir de que el líder Álvaro avisara «se acabaron las chorradas», la propia aceleración les hizo tirar debido a patadas accidentales cervezas por el suelo (al menos tres, con peligro de cortocircuitos), sufrir ese par de parones e incluso equivocarse al empezar a tocar otra canción el bajista. Es que salieron a escena tensos como los bilbaínos Vulk, pero con rollo más roquero, y además el líder Álvaro cantaba con las mandíbulas rabiosas.

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Y en su bolo-bolazo Biznaga emularon a los Clash ('Una historia de fantasmas', con coros tipo La Polla y guitarras de estadio o de gran festival), fusilaron también a los Sex Pistols ('2K20'), ignoramos si fue de modo inconsciente pero clavaron a los Jam ('Contra mi generación', después 'La escuela nocturna'), cincelaron himnos para la contemporaneidad leída de su generación ('Espíritu del 92'), saludaron a músicos presentes como espectadores, caso de Las Sexpeares y la cantante de Shöck (también localizamos a Mariana la baterista de Maika Makoski, a David de Sonic Trash, a un par de las Moonshakers…), los biznagas elaboraron hardcore tipo Dead Kennedys ('Máquinas blandas', o sea esa que acaba coreando 'somos putas, somos putas…'), incidieron en la veta The Clash (otro himno como 'Líneas de sombra', a continuación el coral 'Mediocridad y confort', y de seguido la reformulación The Clash / Sex Pistols / La Polla de 'Cómo escribimos adalides de la nada'), se igualaron a Carolina Durante ('Madrid nos pertenece', otro himno) y se despidieron, sin bis, recuerden, con otro himno ardiente, 'Una ciudad cualquiera' («esta va para vosotros, Bilbo», dijo el bajista).

Hoy sábado Biznaga están en el Stereo de Logroño. Entradas agotadas. Oohhhh…

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