Salvador Sobral y Sílvia Pérez Cruz arrancando gira en el Arriaga
Intensos, técnicos y emotivos, el lisboeta eurovisivo y la gerundense cariñosa se expandieron cordialmente en un concierto políglota que repasó íntegramente su disco conjunto 'Sílvia & Salvador'
Lleno en el Arriaga (sólo se quedaron una treintena de butacas sin vender, de las de mala visibilidad) este martes para atestiguar el show llamado 'Sílvia & Salvador', por el disco del mismo título editado el viernes pasado, 16 de mayo. Lo han grabado el portugués Salvador Sobral (ganador de Eurovisión en 2017, luego sometido a un trasplante de corazón, hoy vecino de Barcelona, donde vive con su mujer y su hija pequeña, quien por vez primera asistía a un concierto de su padre yse dejó oír con lloros) y la catalana Sílvia Pérez Cruz (ex Las Migas), quien contó que hace un año cantaron juntos los dos por primera vez en los premios Goya, «nos miramos y ya éramos amigos», y hablaron sobre este proyecto materializado con ayuda de amigos compositores (Drexler, Carlos Monzón, Javier Galiana...).
Esta gira española comenzó inesperadamente en Bilbao, donde deberían haber dado su tercera fecha, pero como explicó ella en su primera intervención: «Estamos muy ilusionados y nerviosos, porque hoy es el estreno. Iba a ser hace dos semanas, pero yo cogí una neumonía. Ha sido la primera vez que he parado por motivos de salud. Este concierto iba a ser el tercero, pero ahora es el primero». Pero luego contaron que estuvieron en Japón, donde dieron cinco conciertos en tres días (cuatro de los bolos eran pases dobles en el club tokiota Blue Note), y donde ella ya se sentía débil por la neumonía aunque, como no se la habían diagnosticado, hasta jugó al fútbol.

Se habló bastante de fútbol esa tarde, con todo Bilbao tomado por seguidores ingleses de la final de la Europa League en San Mamés, el Tottenham Hotspur-Manchester United. Salvador Sobral recordó cuando en 2019 tocó el himno del Athletic en el mismo escenario y luego le telefoneó el presidente del club. Dijo que solidarizaba con nosotros por la eliminación balompédica europea, que él vio a medianoche desde Uzbekistán, y reveló que habían venido «con un montón de ingleses borrachos en el avión» (igual que el que suscribe, que casi no llega al Arriaga desde Santander porque todos los autobuses estaban completos debido a la invasión británica). Pero ella se apuntó el no va más: «Vuestro equipo es mi favorito, de verdad, porque juega con todos los jugadores de aquí y porque celebraba al otro equipo si jugaba bien». Y se le ovacionó, claro.
Bueno, el concierto fue en quinteto, y los líderes Sílvia y Sobral, muy intensitos los dos, hablaron bastante pero no tanto como cuando les hemos visto a solas. Él dejaba caer humorismos anticlimáticos, y ella como siempre se mostraba cordialmente expansiva y afectada por la contemplación de la belleza. Y los dos cantaron con sostenidos sentimentales, él con una técnica aprendida en 2011 en su primera estancia en Barcelona, adonde fue a estudiar jazz, y ella llegando a recordarnos a los trinos de la coplera Diana Navarro, y hasta ululando como si fuese un theremin.

En hora y tres cuartos (104 minutos) sonaron 17 canciones (al menos tres valses, y los once cortes del disco conjunto, que se vendía en formato físico en el lobby del Arriaga, y vaya cola se formó al acabar, señal de que habían gustado mucho). Actuaron los cinco sentados en semicírculo, buscando un ambiente intimista al que contribuían los fondos monocromáticos y la iluminación de la escena. Muy afectados en la interpretación y en efecto intensitos en su intención, Pérez Cruz y Sobral cantaron con técnica y emotividad, y sobre todo en idioma castellano aunque el portugués también tuvo su espacio (así como el inglés, el francés, ¡y el euskera en la última pieza!, el cierre del segundo bis con el 'Txoria txori' de Laboa).
Hubo momentos con atmósferas muy de fado (a la segunda 'Ben poca cosa tens' –y al acabarla juzgó Rocío: «muy bonito y muy solemne, es chulísimo el escenario, y la luz. Es bastante especial esta chica»-, y a la cuarta 'Hoje ja nao e tarde'), ya se ha dicho que el vals al menos emergió en tres momentos (en plan parisino en 'L'amour reprend ses droits', en la adaptación del 'Take this waltz / Pequeño vals vienés' de Leonard Cohen que realizó sentida y en solitario Silvia en pie delante del escenario, o la apertura del primer bis con la ranchera-vals 'Mañana', la de «la felicidad dónde estará mañana», con trinos de ella, que pidió los coros al respetable; al principio del concierto también pidieron coritos, pero afortunadamente no insistieron en tal recurso), y la canción cedida por Jorge Drexler para este disco de 'Sílvia & Salvador', la titulada 'El corazón por delante', pareció compuesta sobre el bolero ranchero 'La media vuelta' de José Alfredo Jiménez.

El trío de músicos acompañantes (una chelista había, y dos guitarristas, digamos por simplificar su panoplia) se marcó un instrumental que fue de lo más ovacionado, y quizá la cima de la cita la aportó Sobral con 'Sé cuándo tú vienes', cantada cual Chris Isaak luso. El folk sudamericano impregnó 'Este presente', ululante sonó la gerundense de padres artistas Sílvia en 'Minhas marcas', drexleriano por el acento de Sobral fue el tema 'Muerte chiquita' cedido por el gaditano Javier Galiana (aquí Sílvia, gorjeante a lo Diana Navarro, enlazó cachitos de 'El manisero', 'Extraña forma de vida' y 'María la portuguesa'), y acabaron como habían empezado: con el telón bajado y ellos dos enmarcados por la luz circular de un foco, cantando la oda pro-palestina 'Tempus fugit (Plor per Palestina)', que fue un ulular a capela y sin letra, y la encadenaron con un intimista y sincero 'Txoria txori' cuya letra sabía de memoria él y ella la refrescó con un papel puesto a sus pies.
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