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Rozalén aterriza este sábado 28 en el Bilbao Arena con casi todo vendido para ofrecer un concierto navideño en el que la artista albaceteña desgranará ... las canciones de su último trabajo, 'El abrazo', y repasará también el resto de sus éxitos. Han sido semanas difíciles para la cantante, que ha estado colaborando intensamente en las labores de rescate y de reconstrucción de su pueblo, Letur, uno de los más afectados por la dana de octubre y al que ha dedicado una nana esta misma semana en la que canta al primer bebé nacido en la localidad tras la tragedia.
– ¿Qué sensaciones tiene tras vivir la tragedia en su pueblo?
– Acabo de vivir semanas muy duras y me está haciendo pensar mucho. Aparte de la tristeza enorme, te das cuenta de que la naturaleza es poderosa y que somos más frágiles de lo que pensamos. Aunque muchos no quieran verlo, el cambio climático se está dando. Y lo que más nos duele ha sido que hemos perdido a seis en un pueblo tan pequeño...
– ¿Se puede contribuir de alguna manera desde el mundo de la cultura?
– Ya lo estamos haciendo. Estamos haciendo mil conciertos benéficos, porque es mucha la cantidad de dinero que se necesita.
– Llega a Bilbao con su último trabajo, 'El abrazo', un auténtico compendio de estilos: rumba, cumbia, boleros, música urbana...
– Desde el primer disco, y exceptuando el de 'Matriz', que es más de investigación enfocada el folclore ibérico, todos mis discos han sido muy eclécticos. En este último se nota que toda la banda somos súper melómanos y hay desde una parte electrónica, hasta rock, pasando por mucho ritmo latino e incluso con una canción tropical. Todo esto me encanta porque son vestidos muy diferentes que hacen el trabajo ameno y divertido. ¡Y en los conciertos eso se nota!
–Usted ha demostrado que la canción de autor no está reñida con la innovación y el mestizaje.
– Es que hasta hace unos años cuando hablábamos de cantautores se nos venía a la cabeza la clásica canción protesta de guitarra y voz de la Transición. Pero, afortunadamente, desde hace tiempo que los cantautores estamos en festivales indies e incluso rockeros, y los prejuicios y las etiquetas se están diluyendo.
– ¿El concepto de 'El abrazo' está relacionado con el espíritu terapéutico de este álbum?
– Depende de como te pille. Hay canciones alegres, otras nostálgicas y luego hay mucho duelo por la muerte en este disco. Hablo de cosas muy duras, pero sí que es verdad que en todo ello hay un halo de luz y de esperanza. En la más dura de las canciones, la dedicada a mi padre, termino diciendo 'te veré en todo lo que amaste' y 'honrar tu vida, padre, es honrar la mía'. Y en la que trata sobre mi abuela 'de su semilla renazco yo'. Así que sí, de la tristeza se puede sacar luz.
– En este tema, 'Todo lo que amaste', ha contado con la colaboración de Fernando Velázquez y la Euskadiko Orkestra. Tiene usted mucha vinculación con Euskadi últimamente.
– Siempre he tenido fuertes lazos, pero cada vez más. Cuando estuve en el Ura Bere Bidean me enamoré, como todos de Fernando Velázquez y después me ha hecho este regalazo, porque si ya la canción es emocionante de por sí, con más de 80 músicos tocando ese sentimiento se vuelve casi insoportable, es imposible escucharla sin romperse en mil. Fernando es un genio y soy muy afortunada de tenerlo cerca.
– ¿Todo este proceso de sacar afuera la pérdida ha sido muy desgarrador o más bien sanador?
– Yo estudié psicología así que para mí todo esto es terapia pura. Hago terapia de choque y encima me enfrento a eso en cada concierto y enfrento a la gente a ese mismo sentimiento. En esta gira lloro muchísimo y río muchísimo, es una catarsis brutal. Así que puedo decir que me están sentando muy bien estos conciertos.
– ¿Y con qué sensaciones afronta este tramo de la gira y el concierto de Bilbao?
– Hay que tener en cuenta que no hemos parado desde mayo y hemos estado en Latinoamérica, que es casi como empezar de cero, pero voy recogiendo siembra. Al volver a España me voy dando cuenta de que cada vez tenemos mejores números en los conciertos. Es una mierda hablar de números, pero sí me llama la atención porque mi música y esta profundidad no es que estén de moda precisamente en esta época. Pero la gente sigue viniendo a los conciertos y cada vez en mayor número. Así que estoy alucinando, porque mientras hacía este último disco me entraban las inseguridades y los miedos y pensaba que a ver por qué no me dedicaba a otra cosa.
–¿Tiene dudas a ese nivel? ¿Se planteó de verdad dejar la música?
– El problema es la presión, lo hablaba hace poco con Carmen Boza. Hay una presión brutal para estar presente en las redes sociales y de repente te ves haciendo vídeos de TikTok mientras que no has tenido tiempo para coger la guitarra y escribir algo en meses. Hoy en día en la música o te subes al carro de las redes y la promoción o no existes. Es injusto y requiere mucha paciencia, y me da mucha pena que sea así porque todo acaba siendo fugaz y superficial, hay que estar reinventándose todo el rato. Y, claro, después de 12 años desde mi primer disco, tengo miedo a que se olviden de mí, porque es algo que pasa. Hay artistas que han estado muy alto y pasa un tiempo y la gente no va a verlos ni a escucharlos, porque no han hecho cosas que llamen la atención o que provoquen. Así que sí, se me pasa por la cabeza muchas veces dedicarme a otra cosa. Aunque ahora mismo no, porque estoy en un momento dulce de la gira.
– La industria musical debería entender la necesidad de un artista de parar, descansar o tomarse un tiempo para sí mismo.
– Sí, es como que nos empujan a competir a una carrera extraña y la música queda en segundo plano. Es muy frustrante.
– Al menos usted acostumbra a rodearse de amigos artistas en colaboraciones que tejen lazos.
– Creo que soy un 'meme' porque he colaborado con medio planeta (ríe). Aunque tengo que decir que pocas veces lo he pedido yo, sino que me lo piden y me cuesta mucho decir que no. Porque, claro, para mí la música es compartirla. Si no, no tiene sentido.
– En una profesión tan dura, ¿este hermanamiento hace las cosas más fáciles?
– Claro. La música siempre ha sido cantar todos juntos alrededor de una mesa después de una comida. Yo no le veo otro sentido. Lo malo es que ahora hasta las colaboraciones se enfocan como un plan de marketing. Y no debería ser así, sino solo disfrutar y aprender algo cuando cantas con alguien que no conoces. De la mezcla siempre se aprende.
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