El rock sudista puro de Banditos
Con una vocalista inspirada por Janis Joplin y una estética puro Lynyrd Skynyrd, el sexteto basado en Nashville superó en el Kafe Antzokia las expectativas de todos los presentes
El martes vimos en el Antxiki un concierto de rock sureño que superó todas las expectativas. Sudista desde la estética de los seis oficiantes, Banditos parecían los Lynyrd Skynyrd más jóvenes y legendarios: los seis con melenas, ellos cinco con barba o mostacho, uno con sombrero cowboy, dos con gorras, varios con tatuajes y ella, la vocalista Mary Beth Richardson, con vestido hippie. «Parecen descendientes de escandinavos que fueron ahí a trabajar la madera. Son blancos sudistas, muy sudistas», comentó un habitual de la primera fila de los conciertos ante el sexteto armado con dos guitarras y un banjo, más bajo y batería.
Ella, Mary Beth Richardson, es el factor de distinción de un combo que, con su ausencia, sería uno más de esos miles de bandas que recorren los bares americanos. Y es que, como dijo Javi Dinamita, Banditos mejoran mucho respecto a los discos y parecen una banda distinta cuando canta ella y cuando cantan los otros. En efecto: con ellos a los micrófonos se marcaron algún buen rock and roll, algún tumbao escuela Canned Heat, boogie vulgar lisérgico que curiosamente creció en su segunda mitad cuando Mary aportó su garganta a los coros, y guapos arreones finales a base de honky tonk y boogie en su bolo de 17 canciones en 85 minutos, en lo que fue una escala más en su gira de mes y medio por Europa.
Originarios de Birmingham, Alabama, e instalados en Nashville, Tennessee, Banditos tienen la oportunidad de subir un escalón en el show business gracias a su cantante femenina, una Mary Beth Richardson dotada con un timbre vocal y vibración sentimental reminiscente de Janis Joplin (pero no la imita), bastante seguridad escénica (bajó a cantar entre la gente el standard presidiario 'Midnight Special' popularizado por la Creedence Clearwater Revival, hizo quitar todas las chamarras y los vasos de la parte delantera del tablado para cantar desde ahí como si fuera un púlpito) y un don especial para las verosímiles baladas dolidas, ora en la escuela del soul sureño de Aretha Franklin ora modernizándolas y ampliándolas a lo Madeleine Peyroux (esta una de desamor escrita por ella y donde se le escaparon las lágrimas al interpretarla).
Pero no todo lo de Mary, sonriente ante la honda atención y hasta admiración sobrevenida que le dispensaba el respetable, fueron baladas. También supo sonar moderna y transversal a lo Beth Ditto, rocanroleó en el Antxiki mejor que Stacie Collins hace poco en la Nave 9, y, para dejarlo claro, se desfondó en el solicitado bis con una desmelenada y desgarradora y también creíble versión del 'Piece Of My Heart' de Janis Joplin.
Y el público, que durante el concierto había gritado emocionado bien y yeah de modo simultáneo al acabar varias canciones, compró numerosos vinilos antes de irse a casa tras una sesión de entresemana que, ya lo hemos dicho, superó las expectativas de todos. Con decir que algunos ya se los imaginaban en el Azkena Rock Festival…