Presente y futuro del mundo coral juvenil en Euskadi
El Aula de EL CORREO acoge esta tarde en la Filarmónica un encuentro entre expertos del sector que culminará con un concierto de Euskeria
El Aula de EL CORREO ofrecerá esta tarde un encuentro en la Sociedad Filarmónica en el que se abordará la realidad de las voces jóvenes en el movimiento coralista. El acto, realizado en colaboración con la Sociedad Coral y la BBK, dará comienzo a las 19.30 horas y culminará con un concierto del Coro Euskeria, integrado en la institución musical vizcaína y dirigido por Urko Sangroniz. El recital previsto reúne obras de Aaron Copland, Aita Donostia y Josep Ollé i Sabaté, entre otros compositores.
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La charla
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Ponentes Urko Sangroniz, (Euskeria); Maite Olmos (Coro Bilbaomusika), y los coralistas Alex Agirre y Enara Llano.
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Lugar y hora. Sociedad Filarmónica, hoy a las 19.30 horas.
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Con la colaboración de Fundación BBK
Maite Olmo, directora del Coro Bilbaomusika, los coralistas Alex Agirre y Enara Llano y el mencionado Sangroniz participarán en el debate sobre las características y el futuro de estas agrupaciones. Las edades de los integrantes de la entidad protagonista varían entre los 18 y 23 años, un tramo difícil para este tipo de música. «Hay mucha participación infantil, impulsada por sus padres, mientras que, a partir de la adolescencia, tú decides y aquellos que acuden lo hacen porque les gusta cantar y entonces hablamos de una apuesta muy fuerte», explica Iñigo Alberdi, director gerente de la Sociedad Coral.
Ese compromiso no resulta sencillo. «Es difícil competir con la oferta tan amplia de ocio y resulta todo un milagro cuando lo consigues», confiesa. Además, implica dedicación. «Hay dos días de ensayos, tres en la Coral, y un programa anual de ocho a diez conciertos de relevancia, algunos muy potentes como el Ura Bere Bidean en el BEC junto a solistas profesionales».
El coralismo es un tejido vivo, en opinión del gerente, pero sujeto a grande retos. «La Confederación de Coros del País Vasco hizo un estudio tras la pandemia que revelaba que el panorama se había complicado, con la reducción de efectivos e, incluso, la desaparición de formaciones», apunta. Las instituciones que mejor se enfrentan a estos problemas son las grandes, caso de la Coral bilbaína, el Orfeón Donostiarra o Leioa Kantika.
Problema de la permanencia
La imagen de una trayectoria ininterrumpida, desde la infancia a la madurez, no es habitual. «Aunque muchos jóvenes comienzan en los grupos infantiles, no suele ser lineal», indica y señala los beneficios de perseverar. «Muchos coralistas leen música, saben impostar la voz y han aprendido a no cansarse cantando, por ejemplo», aduce el director gerente de la Sociedad Coral, aunque reconoce que los requerimientos personales impiden esa permanencia.
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Fomentar los incentivos es una manera de atraer a los aficionados, explica. «Aportamos experiencias muy satisfactorias, experiencias artísticas, conocer gente y poder hacer proyectos y viajes». Esa propuesta incluye una formación. «Con el director y el pianista siempre participa la profesora de canto y hay clases individuales», explica. Y apunta otros incentivos como la posibilidad de llevar a cabo «intercambios y actividades que hacen que merezca la pena a quien dedica tanto esfuerzo».
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