Giorgia Guerra, durante los ensayos de 'Roméo et Juliette'. Jordi Alemany

«La ópera puede existir sin dirección de escena, pero no al revés»

Giorgia Guerra estrena el sábado 21 su montaje de 'Roméo et Juliette', que inaugurará la temporada de la ABAO y servirá de lucimiento para Nadine Sierra y Javier Camarena

Domingo, 15 de octubre 2023, 23:17

Hace 10 años se encontraba entre bastidores, embarazada de su primer hijo, y con los ojos puestos en su marido, el tenor Celso Albelo, que ... cantaba en el Palacio Euskalduna. «¡El tiempo vuela! El otro día me emocioné al recordarlo. Ahora me toca debutar en Bilbao como directora de escena con el primer título de la temporada. Es una coproducción de la ABAO y la Ópera de Oviedo. Se estrena el próximo sábado y hay buenas sensaciones. El público disfrutará del canto, que es el alma del espectáculo, y todo lo demás estará al servicio de la música y el drama», destaca Giorgia Guerra (Roma, 1984), poco antes de reanudar los ensayos de 'Roméo et Juliette', de Charles Gounod (1818-1893).

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El montaje se anuncia como «respetuoso y moderno», con una caja escénica atemporal y simbólica que no desentona con el contexto histórico de la trama. La tragedia de los jóvenes amantes de Verona se sitúa a finales del siglo XIV y en esta producción se lucirá un vestuario de corte histórico, diseñado por la reputada especialista Lorena Marin. El contrapunto vanguardista lo pondrán las videoproyecciones, «pero, ojo, no serán meras diapositivas, sino que reforzarán el clima anímico y los sentimientos de los personajes». Se busca que acompañen a la música, «un poco como sucedía con los dibujos animados de la película 'Fantasía', de Disney, es decir, aparecen como un código más pero no despistan ni enredan». Los responsables de las imágenes que se ven en la pantalla son músicos que conocen al dedillo la partitura de 'Roméo et Juliette'.

Nacida en el seno de una familia de empresarios del sector de las artes escénicas, ha respirado polvo de proscenio desde la cuna. Licenciada en Filosofía y Letras, completó su formación con un máster de dirección de escena en la reputada Academia Nacional de Arte Dramático Silvio D'Amico, con sede en Roma. En la última década ha tenido ocasión de montar óperas de Massenet, Puccini, Mozart, Donizetti, Rossini y Verdi. En el Euskalduna abordará su primer Gounod. En su empeño tiene la complicidad del joven maestro Lorenzo Passerini, que se pondrá al frente de Euskadiko Orkestra. «No nos conocíamos y estoy encantada. Capta las necesidades de los cantantes y remamos juntos».

El joven director de orquesta cuenta con la total confianza de la soprano estadounidense Nadine Sierra, que asume el rol de Julieta. En los últimos tres años, la cantante y el maestro han coincidido en recitales, conciertos y cuatro funciones de 'Rigoletto' en versión semiescenificada. Nadine Sierra es una primera espada de su cuerda, al nivel del tenor mexicano Javier Camarena, que el próximo sábado cantará por primera vez el papel de Romeo. Es un tándem que se compenetra bien en escena. Han actuado lo mismo en Nueva York que en Buenos Aires y Barcelona. Ahora llega el turno de Bilbao.

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Ballet de Prokófiev

«Hay efervescencia. Mi marido y yo somos muy amigos de Javier Camarena. A Nadine Sierra también la conozco y, muy importante, no solo a nivel personal. Coincidí con ella en un montaje de 'Lucia di Lammermoor' en La Fenice de Venecia, hace ya cuatro años. Entonces yo era asistente del director de escena», recuerda Giorgia Guerra, al tiempo que vigila la pantalla del móvil con el rabillo del ojo. Es madre de dos niños, de nueve y cinco años, le gusta mantenerse activa en las redes sociales –«una herramienta muy útil para llegar a los más jóvenes»– y encima no cesa de darle vueltas a las ideas que piensa poner en escena. Lo tiene todo muy estudiado pero el desafío es mayúsculo.

'Roméo et Juliette' se representa poco, porque no es fácil hallar a una pareja que haga justicia a la partitura. Se precisa calidez tímbrica y dominio absoluto del belcanto en su versión francesa. Tiene una caligrafía orquestal de gran delicadeza, con números muy evocadores, desde una mazurka a un vals, pasando por un madrigal. «Es una delicia para los oídos, hay muchos momentos para escuchar con los ojos cerrados. Y lo digo en serio. Mi función no es dejar la música en segundo plano. Eso lo tengo muy claro. La ópera puede existir sin dirección de escena, pero no al revés. ¡La esencia es la música!», subraya, al tiempo que apura el último cigarrillo de la cajetilla. Su marido, por muy tenor que sea, nunca le ha pedido que abandone el tabaco.

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«Celso me conoció fumando y no me dice lo que tengo que hacer o no hacer. A lo sumo, me da consejos porque tiene más experiencia que yo». Es una mujer con carácter y mucha inventiva, por eso no ha dudado en incluir un homenaje muy vistoso en el montaje. En un par de escenas, ha recurrido a las coreografías de Kenneth MacMillan que se emplearon en el ballet de Prokófiev de 'Romeo y Julieta', en 1965.

– ¿Les resulta cómodo a los intérpretes cantar y bailar?

– Sí, sí. Les encanta. Recurrimos a las coreografías en momentos muy concretos y justificados. La música se respeta al cien por cien.

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