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En términos wagnerianos, apreciar la calidad vocal no da un resultado justo ni equilibrado. En Wagner la voz es contrapuntística y el compositor la trata ... como un instrumento más de la orquesta. Aun así, los papeles de Tristán e Isolda, para tenor y soprano dramáticos, son extenuantes incluso dentro del mismo repertorio wagneriano. Su música se compone de un sinfín de melodías inconclusas, con modulaciones constantes y toda ella acompañada de una larga lista de leitmotivs que desembocan en la gran importancia de los que ocupan el foso. De ahí que empecemos a desgranar la representación desde el punto de vista musical.
Reparto: Rachel Nicolls (S); Gwyn Hughes (T); Egil Silins (Bar); Orquesta Sinfónica de Bilbao.
Dirección: Allex Aguillera
En este aspecto, al frente de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, Nielsen ofreció una lectura refinada y detallada de la partitura. Si en el preludio pudimos apreciar la cargada atmósfera, ya en el segundo acto trasmitió con sensibilidad suma la prohibición amorosa de los protagonistas. Nielsen se mantuvo en todo momento centrado y por ello guardó el equilibrio necesario entre voces y orquesta. En el conjunto bilbaíno, lució el solista de corno inglés en el tercer acto con gran limpieza y musicalidad. En otras ocasiones la orquesta apagaba las voces a pesar incluso de la casi estridencia de la soprano. El director volcó su sensibilidad en el gran dúo del segundo acto y, sobre todo, en dotar al conjunto de una gran delicadeza sonora en el 'Liebestod' final.
El tenor Gwyn Hughes fue sin duda el triunfador de la noche. El cantante galés se presentó en Bilbao con una voz de muy bello color, no era el del típico 'Heldentenor', pero nos agradó su igualdad, su fácil emisión y su presencia física. Sin duda nos gustaría escucharle en una ópera italiana. La sustituta soprano inglesa Rachel Nicholls encarnó a una Isolda muy entregada. Apostó por lo teatral habida cuenta de que su voz de emisión muy abierta, carente de un afilado timbre, se movía mejor en lo histriónico. La mezzo italiana Daniela Barcellona quien nos hizo disfrutar varias temporadas de la agilidad rossiniana, cuajó una correcta actuación interpretando a Brangane. Mantuvo en todo momento la firmeza de su voz en una alta tesitura.
Nos gustó mucho el bajo Marko Mimika en su papel de rey, dejando constancia de una voz oscura y llena en su largo soliloquio. Finalmente referirnos al barítono Egils Silins que hizo de Kurnewal mostrándonos una voz clara, algo engolada, con solvencia en las notas altas. La producción diseñada por Allex Aguilera que nos viene desde Sevilla, es de gran parquedad en cuanto a escenografía y en cuanto a limitados movimientos enmarcados en una tarima central.
Nos dio la impresión de que la soprano, sobre todo, pululaba a su aire con histriónicos gestos. Como viene siendo habitual en la actualidad, los inexistentes decorados se sustituyeron con imágenes alusivas proyectadas al fondo lo que denota demasiado la precariedad de la producción.
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