«Hay músicos de mi orquesta que han perdido sus casas y no ven ninguna salida»
Titular de la Sinfónica de Nashville, que está inactiva desde marzo, hoy inaugura Musika Música con la BOS y la Coral que ejecutarán la 9ª de Beethoven
Hace honor a su apellido. No sería difícil imaginárselo con la batuta entre los dientes, despejando el camino para que su orquesta llegue a la ... colina más alta. Giancarlo Guerrero (Managua, 1969) es uno de los directores más activos y versátiles de su generación. Se adapta a todos los terrenos y no le cuesta ganarse el respeto de los músicos. Sabe lo que quiere y eso se valora mucho. Tiene pasado de percusionista y un sentido del ritmo avasallador. Algo que se apreciará esta tarde cuando dirija la 9ª de Beethoven, que inaugurará Musika Música en el Euskalduna, con la BOS, la Sociedad Coral y las voces de Miren Urbieta-Vega (soprano), Ainhoa Zubillaga (mezzo), Mikeldi Atxalandabaso (tenor) y José Antonio López (barítono).
Mañana y el domingo, abordará -también con la BOS- obras de Mozart, Schubert y Alban Berg, con solistas de la talla de la soprano Vanessa Goikoetxea y el pianista Juan Pérez Floristán. Tres jornadas intensas para un maestro que tiene su casa en Tennessee, adora la música rock (Rush es su banda favorita) y ha conseguido que la música clásica atraiga a las masas en el pueblo de Johnny Cash. Es el líder de la Sinfónica de Nashville y no se arredra ante la oferta de jazz, country y góspel que tiene la ciudad. Ha ganado seis Grammys y no piensa bajar los brazos. «La pandemia no podrá con nosotros. Una vez que todo esto pase, el público nos necesitará más que nunca», advierte Guerrero.
PROGRAMA PARA HOY
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Novena Sinfonía de Beethoven, en el Euskalduna (19.00 h.), con la BOS y la Sociedad Coral de Bilbao, dirigidos por Giancarlo Guerrero.
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Concierto de Judith Jáuregui, en la Sociedad Filarmónica (19.15 h.). Interpretará las seis piezas para piano, Op. 118, de Brahms y la Sonata para piano nº4 opus 7 de Beethoven.
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'El cine ama a Mozart', en el Bizkaia Aretoa (19.30 h.), 'El cine ama a Mozart', en el Bizkaia Aretoa (19.30 h.)
- ¿Qué supone para usted participar en este festival?
- Un privilegio, un milagro. Se lo comento a muchos colegas del extranjero y no se lo creen. La actividad musical se ha parado casi un 90% en el mundo y aquí, en cambio, se sigue apostando por las actuaciones en vivo. Admirable, de verdad.
- Y, mientras tanto, la Filarmónica de Berlín acaba de suspender los conciertos que tenía previstos en Barcelona y Madrid para dentro de dos meses. ¿Le parece un exceso de cautela?
- No hay reglas comunes. Quizás consideren que estamos en un mayor peligro, en el sentido de que se puede caer en un sentimiento falso de seguridad. Pensarán: «Cuidado, ¿por qué arriesgar? Ya habrá tiempo para hacerlo más adelante». Cada institución toma sus propias decisiones.
- Usted es titular de la Sinfónica de Nashville, un conjunto muy reputado por sus estrenos mundiales y grabaciones de música americana. ¿Desde cuándo no cobran los músicos?
- Técnicamente desde abril estamos todos despedidos. Aunque, bueno, en enero se empezaron a dar algunas ayudas.
- ¿Usted las recibe?
- Por supuesto que no. ¡Las rechacé! Yo soy también titular de la Filarmónica de Breslavia NFM (Polonia) y dirijo como director invitado en la Gulbenkian de Lisboa. Es decir, tengo a qué aferrarme. De no ser por estas orquestas en Europa, no sé qué habría hecho.
«Lo vivo como un privilegio y un milagro. Mis colegas del extranjero no se lo creen»
Participación en el festival
- Los músicos de la Sinfónica de Nashville han ganado un total de trece premios Grammy. Son gente que trabaja duro. ¿A qué se dedican ahora?
- (Suspiro). No sabría decirle al detalle. Se buscan la vida como pueden. Y hay situaciones terribles. Gente que ha perdido sus casas y no ve ninguna salida porque todo está paralizado. Algunos no pueden recolocarse. Esto está siendo devastador financiera y psicológicamente.
- ¿Cómo posible que la orquesta no haya quebrado?
- En gran medida porque el público no ha exigido el reembolso de sus entradas. ¡Teníamos toda la temporada vendida!
- ¿De verdad piensan retomar la actividad este año?
- En septiembre lo haremos. No le quepa la menor duda de que lo conseguiremos. Estamos haciendo lo posible y lo imposible. En Estados Unidos las instituciones culturales no reciben un centavo del Estado, todo depende en nuestro caso de la venta de entradas, de los patrocinadores y los mecenas. Ahora no vendemos billetes pero estamos moviendo todo lo demás. Tengo confianza. Solamente me aterra el drama humano que me encontraré en el primer ensayo. Recurriré a toda mi fuerza moral para no hundirme. Tenemos que salir adelante.
- Se le ve muy convencido.
- ¿Acaso hay otra alternativa? Se lo digo yo, que en estos meses he tenido mis brotes de depresión y desmotivación. Días en los que no me despegaba del televisor. Hasta que recuerdas que la pandemia tendrá un final. Así ha sido siempre. Por muy negativo que sea todo, el sol va a salir.
«La Sinfonía 'Júpiter' me apasiona. Tiene un 4º movimiento que solo podía concebir Mozart»
mañana la dirige
«Quiero respeto, no amor»
- Usted debutó en 2016 con la Sinfónica de Bilbao y desde entonces ha vuelto varias veces. ¿Conectaron enseguida?
- Sí, hay química entre nosotros. Nos llevamos bien. Yo sé lo que quiero y soy claro. Ellos me entienden y responden al cien por cien. Así debe ser para que las cosas funcionen. Cada día tienes que ganarte el respeto de los músicos. Esa es la base de todo. No busco que las orquestas me amen sino que me respeten. El amor ya me lo dan mi mujer, mis hijas y mi perrita.
- Pero usted también es muy considerado con los músicos.
- Claro, porque mi función es sacar lo mejor de la gente. Y eso solamente lo consigues cuando se crea un buen ambiente. Por eso, tengo que ser padre, madre, hermano mayor, sacerdote, psiquiatra... Siempre que sea necesario, estaré a su lado.
- De todas las obras que va a dirigir hasta el domingo, ¿hay alguna por la que tenga debilidad?
- Sí, la 'Júpiter', de Mozart que interpretaremos mañana. Es una sinfonía, la n º 41, que no se toca mucho. Es una pena. Se interpreta más la nº 39 o la nº 40. Pero, ya le digo, la 'Júpiter' es una maravilla, con un cuarto movimiento insólito. Son seis melodías, una encima de la otra. ¡Solamente alguien como Mozart podía hacer algo así! Cada vez que abro la partitura, me quedo fascinado. Era un hombre con una imaginación inagotable. Un genio.
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