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Está embarazada de siete meses y en Musika Música se despedirá de los escenarios antes de dar a luz. Esta tarde, a las 20.15 ... horas, tocará el violín y asumirá el liderazgo de la prestigiosa Orquesta Barroca de Friburgo para ofrecer un programa de obras de Telemann, Haendel, Purcell y Durante. Todas ellas tienen el denominador común de la locura o la desesperación, ya sean meramente instrumentales o vocales, con la colaboración de la soprano Carolyn Sampson. «Son piezas que responden al lema del festival. En esta edición la consigna de Musika Música era 'Emociones', así que había mucho y muy bueno para elegir. El proceso de selección ha sido divertido», admite Cecilia Bernardini (Ámsterdam, 1984) con la ilusión y frescura de una principiante. Y nada más lejos de la realidad.
Auditorio del Euskalduna, 12.00 Euskadiko Orkestra, con Nicolò Foron a la batuta. 'Sinfonía fantástica', de Berlioz.
Sala 0B, 18.45 Ensemble Nereydas, a las órdenes de Ulises Illán. Obras de Galuppi, Haendel y Conforto.
Sala 0A, 20.15 Tamar Lalo (flauta) y Daniel Oyarzabal (clave). Piezas de Haendel y Telemann.
Bernardini, hija de un reputado oboísta italiano, lleva toda la vida entre partituras, instrumentos y estudios de grabación. Domina tanto el violín moderno como el barroco, ha grabado álbumes multipremiados y, además, no solo ejerce de directora artística asociada de la Barroca de Friburgo. También lidera la B'Rock Orchestra, con sede en la localidad belga de Ghent, y toca en infinidad de grupos, como el Quartetto Bernardini, el Trío Soldat y el dúo que forma con la pianista Keiko Shichijo.
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- Usted tenía 12 años cuando ingresó en la sección de jóvenes talentos del Conservatorio de Ámsterdam. ¿Qué supuso para usted ser una niña prodigio?
- Mmmm, no fui consciente de ser una niña prodigio. Además, no creo que se me pudiera colgar esa etiqueta.
- ¿Cómo que no?
- Ni yo ni nadie hemos sido distintos a los demás niños.
- ¿Lo dice en serio?
- Todos los críos son un prodigio. Mi hija tiene 5 años y me sorprende cada día. Los chiquillos, sin excepción, tienen un mundo de posibilidades en su interior. Y hagan lo que hagan, actúan por placer. No son conscientes de sus logros.
- Usted empezó a ganar concursos de relieve muy joven. ¿Cómo se preparaba psicológicamente? ¿Era muy competitiva?
- Si no recuerdo mal era Bártok el que decía algo muy certero sobre los concursos. La reflexión daba en el clavo.
- ¿Qué decía exactamente?
- Comparaba los concursos con las carreras de caballos; no los veía como algo ideal para los seres humanos.
- Ya. Pero ayudan a promocionar una carrera.
- No lo niego. En su momento participé en unos cuantos, pero no me movían las ansias de ganar tal o cual premio. Lo que yo buscaba era hacer música de la mejor manera que sabía.
- Cambia del violín barroco al moderno con suma facilidad. Lo mismo toca Bach que participa en el estreno de una obra de Philip Glass.
- Efectivamente, pero el violín barroco y la música antigua están más cerca de mi corazón. Es algo que siento más natural, no lo puedo evitar. Prefiero los instrumentos de época y ahora estoy más centrada en ellos. Me gusta más el sonido de las cuerdas de tripa.
- ¿Qué tiene de especial el violín Nicolò Amati de 1643 que suele tocar?
- ¡Alma! Hay una comunicación muy profunda entre ese violín y el intérprete. Responde a lo que haces, sintoniza contigo, empatiza contigo. Si tienes un día bueno o malo, reacciona y suena en consonancia.
- No cabe duda de que es mucho más que un trozo de madera.
- Muchísimo más. Tiene más de 400 años, ha pasado por tantísimas manos pero... ¡sigue vivo! Es un instrumento que adoro.
- ¿Qué le aporta el liderazgo?
- Soy feliz sin necesidad de asumir la dirección, pero se dieron las circunstancias para que lo hiciera. Y lo disfruto porque te da mucha libertad para dar forma a un programa y un proyecto. Me encanta experimentar y la interacción con los músicos. Tú puedes tener tus ideas pero hay que saber escuchar y colaborar.
- Y todavía más cuando se trata de la Barroca de Friburgo.
- Por supuesto. Llevo poco más de dos años como directora artística de ella. Tiene una manera muy distintiva de trabajar, porque es básicamente una orquesta democrática. Lo lleva en el ADN. Todo el mundo se siente implicado en el proceso y, pese a que al final tú debas tomar las decisiones finales, es muy gratificante el compromiso que ves a tu alrededor. Se sienten responsables del resultado y eso no siempre es el caso en una orquesta. En la Barroca de Friburgo no se limitan a obedecer.
- ¿Nunca lleva la batuta? ¿Se queda siempre en su posición de violinista cuando dirige?
- Sí.
- ¿Tienen previsto celebrar los 40 años de la orquesta?
- Ah, vaya, ¡es verdad! Nació en 1985, un año después de que yo naciera... No había caído en ello. Quizás hagamos alguna fiesta, jajaja. ¡Cómo pasa el tiempo! He crecido escuchando sus discos. Recuerdo muy bien cuando mi padre se iba con ella de gira. Es más, todavía hay mucha gente en ella que tocaba con mi padre.
- En relación al paso del tiempo y las nuevas generaciones, ¿qué le gustaría transmitir a los más jóvenes?
- Que la música antigua está viva. No nació vieja, ni se ha hecho vieja. Derrocha vida, toda ella tiene relación con las emociones.
- Hay músicos del siglo XXI que componen para instrumentos de época. ¿Le parece coherente?
- Claro que sí, no hay que ponerse orejeras... ¡Hay tantas opciones! En la B'Rock Orchestra, que también dirijo, combinamos la música barroca con pintura, danza y circo en versiones ultramodernas. Es algo muy refrescante; conectamos con el público de aquí y ahora. De eso se trata nuestro trabajo.
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