Raphael, durante su concierto. ÓSCAR CUBILLO

Los mejores conciertos de 2022

Un docena de shows superlativos celebrados en Bizkaia donde caben desde el andaluz Raphael en Miribilla hasta los vizcaínos Vulk en el Antxiki, desde el descaro de las pizpiretas francesas ZAZ y Cyrille Aimée hasta el buenrrollismo de Nil Moliner, la profesionalidad hostelera de William o la inspiración absoluta de Pasión Vega

Sábado, 31 de diciembre 2022, 18:52

Entre los 559 conciertos presenciados este año destacamos aquí los mejores celebrados en Bizkaia, pues en la cifra global y personal caben un centenar catados fuera de la provincia. Entre estos foráneos hemos atestiguado conciertos merecedores por su calidad de entrar en esta lista, tomen nota: Raphael y Dani Martín en Santander, Israel Fernández en Pamplona, y Soziedad Alkohólika en el Azkena Rock Festival de Vitoria.

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Pero esta selecta lista se circunscribe a Bizkaia, al Gran Bilbao más concretamente. Y casi entran también en ella las propuestas de C Tangana en el BEC, Supercremalleras en el Antxiki, Mundo Chillón en el Cotton Club, Los Secretos, Serrat y James Taylor en el Euskalduna, Club Del Río y The Dream Syndicate en la Sala BBK, Tommy & The Commies en La Nube, Leiva y Sum 41 en Miribilla, Newen Afrobeat en el Kafe Antzokia grande, Los Runaway Lovers en el Music Legends Festival, Pet Shop Boys y Lori Meyers en el BBK Live, Coque Malla en fiestas de Barakaldo, El Drogas en fiestas de Bilbao, o Carla Sevilla en el JazzOn Aretoa.

Para cuadrar esta lista nunca hay cuotas de ningún tipo (ni de sexo, ni de idioma, ni de géneros musicales, ni de empresas promotoras, ni de escenarios…), no se buscado una cifra redonda de seleccionados (salen doce como pudieron salir once o catorce), y todos los espectáculos han sido vividos y analizados con la misma sobriedad y objetividad.

Aquí tienen los conciertos mejores y más memorables de 2022, ordenados cronológicamente.

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    William, enero, Coppola

El fornido William, líder de Los Brazos, mantiene una actividad hostelera incansable y en este celebrado recital en la pizzería Coppola, un domingo por la tarde, dictó una lección versionera de casi tres horas que acabó como una fiesta de las que solo se viven en los bolos de los bares. William cantó de maravilla, en un estilo vigoroso y resolutivo como el litio, con sostenidos y vibratos, con alaridos y bajones, con técnica y sentimiento, siempre con un aura hondamente americana. Repasó son suficiencia canciones de Adele ('If It Hadn't Been For Love'), Ben Harper, Kings Of Leon ('Use somebody') y Sam Smith ('I am not the only one'), blues de Hound Dog Taylor ('Give me back my wig') y de Muddy Waters ('Got my mojo workin''), y más piezas de Tom Petty ('Free falling'), Leonard Cohen ('Aleluya'), Bob Dylan ('Don´t think twice it's alright'), The Black Keys ('Lonely boy')…

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    ZAZ, marzo, Palacio Euskalduna

ZAZ radiante en el Euskalduna. ÓSCAR ESTEBAN

La pizpireta y saltarina cantante francesa ZAZ (Isabelle Geffroy, 1 de mayo de 1980, Chambray-lès-Tours) movió y conmovió al lleno y feliz Euskalduna con su repertorio entre el swing gitano y la chanson solemne. Había agotado las entradas en la anticipada y ese sábado no paró de cantar dando saltitos y a menudo se arrancaba a bailar movida por la alegría de vivir, la 'joie de vivre' que dicen los franceses, por otra parte una gente tan extremadamente seria. Vino en gira con su álbum 'Isa' (Warner, 21), y en Bilbao cantó 25 canciones en la hora y tres cuartos positivos y participativos. El concierto tuvo tres partes en ascensión, Ias actuó en sexteto, las luces estuvieron bastante bien y el sonido del Euskalduna fue bueno. Ella no paró de sonreír, ni de contraerse y expandirse constantemente, y cuando llegó su canción más famosa, 'Je voux', de 2010, bajó del escenario, cruzó el foso de la orquesta, y se dio una vuelta por el patio de butacas cantando y estrechando manos. Antes del bis se despidió en falso diciendo: «Merci, gracias a todos, muac-muac, mucho amor».

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    Dead Lord, marzo, Groove, Portugalete

A quien le guste el rock deben gustarles Dead Lord, cuatro melenudos y mostachudos suecos que descargaron un domingo en Portugalete armados con dos guitarras Gibson SG (el mismo modelo que Angus Young de AC/DC, ya saben), con las que dieron un conciertazo de rock con roll que no se pudo hacer mejor por sonidazo, fidelidad, contundencia, agilidad, autenticidad, naturalidad, poderío, idosincrasia y la lección perfectamente aprendida de Thin Lizzy. Duró 69 minutos para 14 canciones redondas, al grano, perfectas, de hard rock and roll que partiendo del evangelio de Thin Lizzy (mismo deje vocal, similar construcción de las canciones, las dos hachas doblándose en agudas melodías, los dos guitarristas cediéndose el testigo en los punteos y rivalizando entre ellos: el moreno se marcó un solo con la guitarra detrás de la cabeza, le vio el rubio e hizo lo mismo) también nos evocaron a Iron Maiden, Hellacopters, Scorpions, Meat Loaf, Lynyrd Skynyrd…

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    Triángulo de Amor Bizarro, marzo, Sala BBK

Triángulo de Amor Bizarro, en la Sala BBK. ÓSCAR CUBILLO

El cuarteto abrasivo gallego inauguró en la Sala BBK y ante 180 almas el ciclo llamado 'Punto zero', adalid del 'pop rompedor' y enfocado al público joven, según su promoción. El caso es que TAB rompieron la pana de principio a fin de su bolazo de 21 temas en 83 minutos arrancados con 19 minutos de demora. Una vergüenza, pensamos, pero después nos enteramos: ¡el baterista estaba aparcando!, ¡y luego debió secarse porque llegó hundido por la lluvia! TAB agitaron a su público no tan jovezno, volaron alto no sólo gracias al volumen poderoso, y supieron sonar ruidistas sin perder la melodía. Arbitraron canciones como la shoegazer 'Amigos del género humano', la multiplicada 'Les llevaré mi cruz', nuestra favorita 'El crimen, cómo ocurre y cómo remediarlo' (ya saben, la de «llevar navaja siempre es conveniente», hoy más que nunca), híbridos entre The Jesus & Mary Chain y los Ramones ('Estrellas místicas'), la asimilación del brutalismo de Idles ('Robo tu tiempo') y de la jactanciosa locuacidad de Corcobado ('Ruptura', la de «no me arrepiento de nada»), lapsos industriales ('Fukushima'), más shoegaze ('Acosadores'), trallazos punk ('Canción de la fama'), pop grande británico ('Baila sumeria') o su himno 'De la monarquía a la criptocracia'.

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    Nil Moliner, mayo, Pabellón de Miribilla

El cantautor pop buenrrollista catalán congregó a 2.500 almas predispuestas en Miribilla y las empujó a cantar y bailar a base de pop de autoayuda, mestizaje no sólo musical y acelerones con ritmos latinos. El optimista Nil Moliner (Sant Feliu de Llobregat, Barcelona, 18 de octubre 1992) divulgó con encomiable ambición su segundo álbum, 'Un secreto al que gritar' (Warner, 2021), en una cita aplazada dos meses debido a un positivo en covid del artista protagonista. Al final se celebró y se congregaron esas 2.500 almas contentas y deseosas de disfrutar del 'feel good pop' de Moliner, un pop colorista que sonó muy bien en el pabellón y que cursó variado durante 21 piezas y 108 minutos en los que la parroquia, sobre todo jovezna y femenina pero también lo suficientemente transversal (bastantes niñas, hermanos suramericanos, gente más mayor…), no dejó de participar de diversas maneras, ora cantando (espectacular cuando desde el borde del escenario y con la amplificación mínima Nil interpretó 'Soldadito de hierro' y cedió la voz al público en las últimas frases), ora ondeando las manos al son del catalán, ora bailando por la pista y la grada moviéndose en la dirección que indicaba el líder (esto en 'Meneíto', temita a lo Sebastián Yatra y con Nil haciendo de King África). El bueno de Nil, que empezó vestido de chándal colorista y acabó con falda negra, decía «todos y todas vosotras» y nos halagaba con frases tipo «qué bonitos y bonitas sois, y qué bonito cantáis, aunque eso en Bilbo en normal». En septiembre nos lo cruzamos en fiestas de Palencia y Nil seguía con el mismo entusiasmo.

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    Vulk, junio, Kafe Antzokia, sala pequeña

El cuarteto bilbaíno presentó su tercer álbum, 'Vulk ez da', dejando impactada a toda la audiencia del Antxiki, la sala de arriba, la pequeña, del Kafe Antzokia, en una cita en la que se respiró un ambiente especial y de la que todo el mundo salió encantado, pasmado, anonadado y electrizado. Lo del cuarteto bilbaíno fue un asalto tenso y con atisbos de agresividad que frisó la violencia contenida (los paseos marciales sin moverse del sitio y los bailes pugilísticos del cantante y guitarrista Andoni de la Cruz), fue un repaso aplastante y brutal a su novedad que superó por proyección al contenido de la grabación durante una sesión de unas 11 piezas en 54 minutos intensos y agotadores y con la labor precisa del baterista Jangitz Larrañaga, el nuevo miembro, el que ha posibilitado el gran salto adelante de Vulk.

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  1. 7

    Cyrille Aimée, junio, Muxikebarri, 45º Getxo Jazz, Algorta

Cyrille Aimée en el Muxikebarri. PEDRO URRESTI

La vocalista franco-dominicana, residente en Nueva Orleans, metió en la canasta al público del Muxikebarri, medio millar de almas admiradas por su humor, versatilidad y capacidad vocal trilingüe. Este concierto se anunció para 2020, pero la pandemia lo demoró dos años. «Qué maravilla», «me ha encantado» y «se me ha hecho corto» fueron tres de las manifestaciones de júbilo y satisfacción que compartieron con sus seres queridos una dama y dos caballeros al acabar el concierto versátil de Cyrille Aimée en la segunda de las cinco jornadas del 45º Festival Internacional de Jazz de Getxo. Sí, la salada franco-dominicana, que también es actriz y que durante la pandemia se construyó una casa en la selva de Costa Rica, sedujo a propios y extraños durante su concierto en cuarteto sin batería (nadie la echó de menos) de 10 temas (ninguno de su último álbum, 'Petite flour', de 2021) en 73 minutos en los que cantó en inglés, español (en tres ocasiones) y francés (en el bis 'La vie en rose' de Edith Piaf), y además en una pieza improvisó una neolengua mediante vocalizaciones a solas en escena, apoyada únicamente en una máquina de loops. Ahhhh…, y qué buenas las vocalizaciones clásicas de Cyrille, con la maestría de Sarah, Dee Dee y Ella, respectivamente Vaughan, Bridgewater y Fitzgerald. Fueron su punto fuerte, su respiración perfecta, su teatralidad extrema, su banderín de enganche.

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    Pasión Vega, agosto, Abandoibarra, fiestas de Bilbao

El mejor concierto de la Semana Grande lo dio la vocalista malagueña en Abandoibarra tirando de un repertorio caribeño basado en su disco 'Todo lo que tengo'. Se combinaron la acústica perfecta, el escenario elegante bien iluminado, la atmósfera propicia al aire libre y la inspiración interpretativa de la teatral Pasión Vega, quien ofició ora lánguida ora risueña, cantando a menudo como en trance y mirando al cielo, manejando algún abanico, bailando con chales y colas, entonando de manera excelsa (largos sostenidos, melismas, efectismos de coplera, sensibilidad que no emotividad…). Ella, nacida en Madrid, criada en Málaga y vecina de Cádiz, usó sólo dos vestidos y focalizó un concierto de 18 temas (incluyendo un largo popurrí a dúo con su pianista y director musical Federico Lechner) en 132 minutos (dos horas y 12 minutos) que se hicieron fugaces, rapidísimos: al acabar el mágico encuentro sentenció una dama: «Corto se me ha hecho. ¡Qué gozada!». Pasión no perdía el hilo ni la concentración, llegando allende Martirio en una celebradísima revisión del 'Fina estampa' de María Dolores Pradera, luciéndose en una impresionante 'María La Portuguesa' de Carlos Cano, impactando a la explanada con 'La gata bajo la lluvia' de Rocío Dúrcal a dúo con su pianista Federico Lechner, atreviéndose con el tradicional suletino del siglo XVIII 'Maitia nun zira', y metiéndose muy en su papel una vez más en 'Malagueña'..., salerosa.

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  1. 9

    Andrzej Olejniczak, octubre, JazzOn Aretoa

El JazzOn Aretoa, nuevo local sito en Bilbao La Vieja, programa jazz de jueves a sábado y el saxofonista polaco naturalizado vasco inauguró el ciclo sabatino 'Lithium' respaldado por tres músicos residentes. El gran Andrzej Olejniczak, calzado con unas zapatillas Tommy Hilfiger, actuó al frente de un cuarteto completado por José Luis Canal (piano y co-protagonismo, pues cogía el testigo de numerosos solos también ovacionados), Unai Olabarri (batería, genial su trabajo) y Aritz Luzuriaga (contrabajo), los dos últimos alumnos del líder en el conservatorio donostiarra Musikene hace una década. Atestiguamos el primer pase, de 6 piezas en 70 minutos con sonido estupendo, banda empastada e inspiración de los oficiantes que llegó a calar en la media centena de espectadores repartidos por la sala y cómodamente sentados en sillas de director de cine y con mesitas para apoyar las consumiciones adquiridas en una barra ubicada en otra habitación (con lo cual ningún tintineo de vasos, etc., molesta el desarrollo de los conciertos). En ese primer set sonaron seis versiones: de Eddie Harrison, Joe Henderson, Eddie Gómez, McCoy Tyner, Cole Porter y de Thelonius Monk.

  1. 10

    Gilipojazz, noviembre, Azkena

El trío virtuoso madrileño hizo reír al público de sala Azkena, que llamó 'fenómenos' a sus tres miembros en un show oscilante entre la fusión roquista de Aristocrats y el humor de Faemino. Aunque se pasaran con los chistes hasta casi llegar a morir de éxito, por méritos propios entra en nuestro Top de 2022 este concierto espectacular que aunó progresividad, virtuosismo y descaro 'zappateros' (por Frank Zappa) y 'aristocráticos' (por The Aristocrats). Gilipojazz, bautizados con un apelativo que seguramente les resta potenciales parroquianos, mal vestidos como corresponde a instrumentistas relacionados con el jazz y a la moda madrileña (el guapo del trío, el guitarrista, Iker, apareció con una camiseta de Mamá Ladilla, ¡que es un grupo!), musicalmente también nos hicieron reír como en los dibujos animados y nos recordaron a los Red Hot Chili Peppers más saltarines en '9'5 es casi un 10', nos sorprendieron con cambios de guion como los acumulados en su canción 'Erzuin' (funkadelia, Zappa, The Locust, Manhattan Transfer, Primital, Santo & Johnny en Hawái…), enloquecieron a lo Dillinger Scape Plan en 'Afinación I'… En serio: sin tantos chistes se hartarían de tocar en los festivales estivales de jazz.

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    Raphael, diciembre, Pabellón de Miribilla

Raphael respaldado por su gran banda en Miribilla. CARLOS Gª AZPIAZU

Apoteósico, colosal, altanero y hasta divino, la estrella linarense se transformó en carne vida en otra velada memorable de su gira '6.0 aniversario' y, además, anticipó la Navidad al entonar un luminoso y solemne 'El tamborilero'. Entre las 25 canciones cupieron 4 contenidas en su último LP, el titulado 'Victoria', a saber: 'De tanta gente', 'Para seguir en pie', 'A punto de besarte' y 'Lo saben mis zapatos'. O sea que Raphael no va a lo fácil y no se arredra ante el trabajo. Su macroconcierto (banda de 13 músicos y coristas, dos cañones de luz, tres tráilers y un bus aparcados fuera del pabellón, 4.500 espectadores dentro) de 25 canciones en 113 minutos (¡en la primera hora cantó quince canciones!) fue una delicia interrumpida al final de cada interpretación por el público ovacionando en pie, o sea que contando aplausos irreprimibles intercalados en varias canciones dan más de 25 ovaciones. Y qué dominio de la escena el de Raphael, sin apenas hablar al público (sólo lo hizo en dos ocasiones: para presentar el tema nuevo de los zapatos original de Pablo López y para despedirse), sabiendo dónde estaban las cámaras y ampliando hasta lo colosal su figura en la pantalla de fondo, gozando ante la reacción de la masa milenaria, que se ponía en pie cada dos por tres y que le ovacionada a mitad de las canciones por ciertas frases idiosincráticas. ¿Las mejores canciones de las 25? La 21ª, 'Qué sabe nadie' («y además, ¿qué le importa a nadie?», y, hala, otra ovación intercalada), la 1º, una impactante, trágica y afrancesada 'La noche', con la carcajada orate final (¿pero cómo se puede empezar un concierto con semejante nivel de pasión?), y la 23ª, 'El tamborilero', con la que anunció la Navidad («Los pastorcillos quieren ver a su Rey / Le traen regalos en su humilde zurrón / Al Redentor, al Redentor / Ha nacido en un portal de Belén el niño Dios»), momento solemne en el que gran parte del público se puso en pie mientras redoblaban las dos cajas (los dos tambores) y cientos de linternas de móviles iluminaban espontáneamente el recinto y los dos haces de los cañones atravesaban el pabellón como la Estrella de Belén. Increíble… ¡Divino!

  1. 12

    Biznaga, diciembre, Kafe Antzokia

Vistiendo en tres colores -rojo, negro y blanco-, los madrileño-malagueños incrustaron sus himnos punks generacionales en los parámetros del rock de estadio en un Kafe Antzokia que se llenó con casi 400 almas muy implicadas. Teloneados por los vizcaínos Campamento Rumano y volviendo a presentar en Bilbao su cuarto álbum, 'Bremen no existe' (Montgrí, 22), del que no trajeron copias para vender porque estaba agotado, nada más salir informaron de que era su séptimo concierto en la capital vizcaína y atacaron con rabia un listado de 15 canciones en 63 minutos, entre ellas ocho de las diez de 'Bremen no existe' (se dejaron fuera 'Todas las pandemias de mañana' y 'Filosofxs intempestivxs'). Agraciados por un baterista demoledor (qué bien redoblaba Jorge 'Milky' Ballarín, qué anfetamínico uso de los timbales…), Biznaga en el Kafe Antzokia sonaron como unos Clash 'made in Spain' (los del primer LP, ¡es que les llegaron a fusilar!) y su acercamiento al punk resonó a menudo a La Polla Records con estudios (los coros, los mensajes, y hasta algún arreglo recitado). El arranque fue descomunal, propio de estadio, tanto que es difícil que los Arctic Monkeys lo superen en el BBK Live en 2023. Luego, a partir de que el líder Álvaro avisara «se acabaron las chorradas», sufrieron un par de parones técnicos pero continuaron volando alto y espetando himnos ardientes.

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