Medina Azahara, 40 años uniendo el Norte y el Sur
El grupo emblemático del rock andaluz estrenó en una Stage Live transversal y cantaora su disco 'Trece Rosas' en un concierto abierto con dos popurrís apabullantes
Tres conciertos de rock duro coincidieron en Bilbao en la noche del viernes: las suizas Burning Witches y los germanos Grave Digger descargaron en la ... Santana 27 de Bolueta dentro de su gira europea; los vizcaínos Auritz desplegaron su ópera metal contra el autismo en un Kafe Antzokia con entrada libre dentro de su tour por las cuatro capitales vasconavarras; y los cordobeses Medina Azahara estrenaron su nuevo disco, 'Trece Rosas', ¡número 4 en ventas!, en la Stage Live, en la gira de celebración de sus 40 años de carrera. El líder, el icono de la melena rubia Manuel Martínez, que debe de rondar los 68 años y que estuvo muy contento todo el show, evocó: «Recuerdo nuestra primera gira, de hace 40 años. Sevilla, Jerez de la Frontera, Córdoba, Málaga… y directos a Bilbao. Estuvimos un mes tocando casi todos los días por aquí y por los alrededores».
Fue un concierto feliz y el público, casi 300 personas, cantó un montón, dio palmas manos arriba cuando se lo solicitaban y sus rostros iban desde la abstracción hasta la sonrisa. Con buenas luces y sonido diáfano, Medina Azahara tocaron 15 piezas en 118 minutos, contando los largos saludos finales con las fotos y mientras sonaba de fondo el 'Highway To Hell' de AC/DC. El concierto se desarrolló en tres partes perfectamente delimitadas: dos popurrís largos y avasalladores para abrir boca, la presentación de varias canciones del nuevo disco, y los éxitos aún más coreados para la parte final.
El arranque fue espectacular con los dos popurrís, el primero de 19 minutos espigando entre los cinco primeros discos (1979-89), como presentó un Manuel Martínez que introdujo casi todo el set, y el segundo de 23 minutos, abarcando a partir de 'Sin tiempo' (1992), «pasando por 'Árabe', 'Tánger', hasta no sé cuándo», dijo Manuel, siempre pendiente del teleprompter. Para abrir boca, los cinco cordobeses encadenaron, en plan Luis Cobos lolailos o como Ana Belén y Víctor Manuel volcando su historia a paletadas, un grandes éxitos personal doble donde cupieron todas sus especias: desarrollos progresivos, palmas y lamentos flamencos, influencia sobre Los Coronas y Corizonas ('Hacia ti', la de la nueva alborada) y El Barrio, concomitancias con Triana y Miguel Ríos, aires de El Cabrero ('Andalucía', dormida en la oscuridad), de Deep Purple (los teclados tenían un eje giratorio) o del populismo de los Chunguitos ('Navajas de cartón'), coros ora barraqueros ora morunos ('Danza al viento'), lírica amorosa en ocasiones a lo Camela ('El pozo de mi sed', que reza «te fuiste de mi vida y yo sin comprender») e incluso curiosos rescoldos desarrollistas ('Hoy soy feliz'). «¡Un descanso, un descanso!», pidió un maromo a su bella a nuestra espalda.
El arranque fue limpio, longitudinal y con intención de dejar boquiabierto al personal, sí. Y entonces Manuel, cuando uno del público le jaleó gritándole «¡torero!», se sentó en un taburete y desde él, leyendo el teleprompter, cantó las dos primeras de las cinco piezas que presentaron de la novedad 'Trece Rosas', que calificó de disco controvertido aunque ellos no hacen política: «dejemos la política a los políticos, que ganan cantidad de dinero», soltó antes de entonar la balada algo almibarada y muy acústica 'Mi pequeño corazón', dedicada a su hija aún en el vientre de su madre, a la que siguió 'Ana y Raquel', «que por supuesto no se llaman así», avisó Manuel antes de esta oda de amor homosexual perseguido y con fondo soterrado donde retumbaba el 'Hijo de la luna' de Mecano. Y ya en pie cantó tres piezas nuevas más: 'Solo son cobardes', entre el AMOR y el desarrollismo, con sus mensajes casi de autoayuda, 'Libres sin nada', que fue un heavy metal de lo mejor de la velada, y 'Trece Rosas', cuando dijo el cantante que la revista Heavy Rock la había elegido disco y canción del año.
El respetable estaba encantado con el quinteto cordobés que, como apreció el melómano Iñaki Gallardo, «incide en el buenrollismo con palabras como amor, libertad, vivir…». Sí, términos que no faltaron en el epílogo rebosante de cantos e interacción durante los éxitos transversales y atemporales: 'Paseando por la mezquita' (un rock de saeta a lo Triana con introito instrumental heavy metal donde Manuel Martínez aprovechó para hacer mutis y recogerse la melena en coleta, con lo cual el tocado parecía un sombrero de castor de cazador canadiense), el orgullo local de 'Córdoba (que también fue de lo mejor de la noche), la fiesta de folk metal algo verbenero pero muy efectivo de 'Palabras de libertad' (tercer hito del concierto), la veloz y crepuscular 'Aprendimos a vivir', su gran hit 'Necesito respirar' (un tanto desmejorado por ceder tanto canto al público), su aún mayor hit 'Todo tiene su fin' (esta balada arquetípica fue el cuarto gran hito de la cita y contuvo un eco eclesial entre Los Brincos y Los Módulos), el rock evocador y español 'A toda esa gente' («vivamos el momento / olvida el dolor») y la presentación final de los cinco músicos («el mejor teclista de España durante los últimos diez años», presentó Martínez a Manuel Ibáñez, «el mejor guitarrista de España y de los mejores de Europa», hizo con Paco Ventura, quien le correspondió sosteniendo que el cantante rubio «lleva cuarenta años uniendo el Norte y el Sur»), una presentación que sirvió de prólogo de su canción 'Aniversario', que compusieron para los 20 años y han retocado para que valga para los 40 en plena forma.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión