El legado de Camilo Sesto mediante tres cantantes
Pablo Perea, Inés Vera y Diego Valdez pusieron las voces en 'Vivir así es morir de amor', homenaje con una treintena de canciones de amor que llenó el Campos
Una especie de show televisivo perjudicado por unas luces imposibles y un humo inaceptable es 'Vivir así es morir de amor', una suerte de homenaje (que no tributo, pues no se le imita) al gran cantante y compositor melódico Camilo Sesto (Camilo Blanes Cortés, Alcoy, Alicante, 1946 – Madrid, 2019) que se recreó este sábado en un Teatro Campos Elíseos que se llenó, dejando libres únicamente un puñado de entradas de las de mala visibilidad. Fue un show largo, de 132 minutos, pero rapidísimo, agilísimo, pues sonaron 31 canciones sin solución de continuidad ni cháchara con el público. Bueno, en realidad sonaron 30 canciones, pues en el bis se repitió el tema titular.
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Una canción tras otra, sin descanso, sin respiro para los músicos (diez, desplegados en varias alturas por el andamio de fondo, en plan televisivo, aunque las luces fueron tan premeditadamente nefastas que apenas se les veía; además poco se oyó también al guitarrista, a las dos cuerdas y a las dos coristas), sin respiro tampoco para el respetable (era acabar una canción y empezar la siguiente), aunque sí para los tres cantantes, que entraban y salían del escenario, cambiando de vestuario, ¡y a los que nunca se les presentó! Ellos fueron, aún son, Inés Vera, Diego Valdez y Pablo Perea (quien hoy domingo intervendrá en el mismo teatro Campos en una propuesta similar llamada 'Una noche con Sabina' y cantada por otra terna de vocalistas completada por Dani Flaco y el grande, en todos los sentidos, Caco Senante).
Sobre un escenario prácticamente en tinieblas tras tantas cortinas de luces rojas y similares, con la niebla molesta e inútil provocada por el humo artificial que no aportaba nada y que ocultaba a los numerosos músicos del fondo, sólo con haces de focos y láseres que eran lo que más destacaron a nivel luminotécnico, Pablo Perea (con alguna pose a lo Elvis, ¿no se dio cuenta nadie?), Diego Valdez (al que le tocó la parte del repertorio más agradecida) e Inés (actuó algo a lo Elsa Baeza) entraban y salían inagotables mientras se sucedían las canciones románticas y a menudo bastante descarnadas, adscritas al género melódica de los años 70, compartiendo tono levantino ocasional con Nino Bravo ('Melina', 'Ayudadme') y con Francisco, pecando esporádicamente de horteras en los arreglos (es un show muy televisivo, ya se ha dicho, ¡hasta retrotraernos a la Nochevieja!), picando en el soul (uno de los factores que aportan a la canción melódica española), y a veces trabajando la dirección musical hasta el punto de que una de las mejores revisiones de la treintena fue 'El amor de mi vida', que arrancó a lo Morricone y derivó hacia el soul de Hi Records.
También soul a lo Zucchero hubo en la apoteósica 'Sólo tú' y sofisticado vía el sonido de Filadelfia en 'Callados' (la de «Callada / Aguardo tu llamada / Espero, en celo, tu llegada / Me abrazo fuerte la almohada / Me embriago de su perfume / Que huele a nuestras noches de amor»).
La canción más ovacionada fue 'Getsemaní', de 'Jesucristo Superstar', con el fondo de las pantallas mejor usadas y las luces más aclaradas, una pieza visceral atacada a medias entre Diego Valdez y una Inés Vera que intervino en su segunda parte para aportar los agudos.
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Y ninguna de las casi 800 almas congregadas en el Campos salió insatisfecha de una velada sabatina en la que se sucedió, se concatenó, el contoneo de aire discoteque 'Fresa salvaje', el canon melódico de 'Terciopelo y piedra' (la de «te equivocaste corazón…»), la primera muy ovacionada que quizá fue 'Jamás', el cariz a lo Sergio Dalma que Diego Valdez también insufló a 'La culpa ha sido mía', la poesía en la lírica de 'Quererte a ti', los amores furtivos de 'Piel de ángel' (de seis a nueve, ¿dónde hay que firmar?; si es post meridiano, claro), un 'Perdóname' que resonó a Los Pecos (y luego la misma sensación se paledeó en 'Devuélveme mi libertad'), y ciertas perdonables horteradas por la parte postrera ('Has nacido libre' y la descarada pachanga de 'Samba'), pero es que el material original se prestaba a ello en estos casos.
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