Judith Mateo poniendo rock populista al 37º Getxo Folk
La violinista conquense protagonizó la segunda jornada del festival getxotarra, dando lo mejor de sí en el ecuador de un concierto irregular donde habló mucho pero sin conectar con la audiencia del Muxikebarri
Lo pensamos el miércoles durante la jornada inaugural del 37º Festival Internacional de Folk de Getxo, la tan académica protagonizada por la pareja trikitilari formada ... por Miren y Roberto Etxebarria: por culpa de la pandemia se ha trasladado el espacio habitual del festival, pasando de esa gran carpa en la Plaza de la Estación de las Arenas donde se respiraba alegría al el severo auditorio municipal del Muxikebarri de Algorta, donde ciertas músicas tienen difícil encaje, que es lo que acaeció el jueves con el concierto de la violinista Judith Mateo: tanta afectación dinámica chocaba con el entorno. Más aun teniendo en cuenta la frialdad escénica de sus músicos en el primer tercio y lo populista y jevilón del repertorio en el último tercio, enlazando como morcillas versiones populistas de AC/DC, Guns N' Roses, Iron Maiden (un 'The trooper' cogido con pinzas) o David Bowie (un 'Heroes' para despedirse en plan Malikian, en cuya presentación agradeció Mateo: «La música es cultura, señoras y señores. La cultura se paga. Gracias por haber pagado, por estar aquí»).
Lo mejor del concierto de 20 piezas en hora y tres cuartos (106 minutos) adornado con visuales poco sorprendentes se vivió durante su ecuador, durante el segundo tercio y gracias a cromados instrumentales de heavy en quinteto ('Kashmir', inspirado en Led Zeppelin, sobre el que Judith desentrañó al acabarlo: «¿Se nota la influencia progresiva de Led Zeppelin?, ¡esto era folk!»), en plan Mago de Oz ya en sexteto con el trikitilari guipuzcoano invitado ('X-sto', o sea 'Miércoles Santo'), o la cima de la cita que fue la céltica y saltarina 'The Irish washerwoman' (hum, quizá esa la hicieron en quinteto de nuevo).
Además en el molón segundo tercio hubo temas cantados por el heavy aragonés Chuse Joven (participó esporádicamente), caso de un bien resuelto 'Dust in the wind' de Boston o un 'Malagueña salerosa' que aseguraron tocar por Luis Miguel aunque su revisión es muy, muy parecida a la de los Chingón del cineasta Robert Rodríguez. Fue tan variado el repertorio que llegaron a versionar el 'Si nos dejan' de José Alfredo (y luego de Rocío Durcal y de Luis Miguel también), recreado con corrección, una versión por la cual les dijo Juancar, el de los madrileños de Boikot, que estaba entre bambalinas: «¡Ya os podéis jubilar haciendo cruceros!».
Judith Mateo, que habló demasiado (que si se le cayó una pestaña, que si se le olvidó en Madrid la toalla y se debía secar con un chal, que si el ventilador que encendía a veces a sus pies era para secar el violín más que para ondear su peinado…), que habló nerviosa hasta enredarse ante un público (casi media entrada) que nunca, nunca conectó con ella, vino al Festival de Folk de Getxo por segunda vez (la primera actuó en los conciertos con entrada libre, los 'gratuitos' según ella) para presentar su disco recopilatorio 'El alma de un violín'. Y su show pecó de pachanga en el último tercio (aunque molaran la verbena americana a lo Coyote Dax de 'Cotton Eye Joe' y los cachos de rock conocibles intercalados en 'De fiestas'), pero lo peor con diferencia fue el arranque, buf.
Fue francamente horrendo, aburrido y hasta chocarrero en la estética el primer tercio del concierto de hora y tres cuartos: a los músicos mercenarios del fondo se les vio muy fríos (el teclista toca hoy viernes con Bisbal, el baterista la madrugada del mismo jueves estuvo en urgencias por una otitis, y el bajista que da clases online no quitó ojo de la tableta con las partituras), al invitado guipuzcoano Xabi Arakama (el de Zegama es también acordeonista de Boikot) se le notó poco implicado, siempre chocante se percibió al cantante Chusé Joven y en rol discreto al jefe de la banda, al guitarrista Guillermo Guerrero (qué punteos descargó en momentos puntuales, fuera de lugar en un teatro así se podría pensar). Fue un arranque con un par de baladas instrumentales inanes (con una superficial pareja de bailarines: Irene y Eneko, les presentó Judith, porque a ver si la chica se llama Irune), rock celta melódico ('Mientras el cielo no se caiga', con fragmento postrero a base de solos de jazz progresivo) y un villancico tipo Mago de Oz que ('Brindaremos').
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