La Joven Orquesta de Euskal Herria coge velocidad de crucero con sangre nueva
La EGO afronta más desafíos y prepara su gira de verano, que llegará el día 14 al Euskalduna, con un 60% de caras nuevas
La Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO) se ha respuesto a velocidad de crucero. Parece mentira que su actual director titular, Rubén Gimeno (Valencia, 1977), ... tomara las riendas y la batuta en plena pandemia y tuviera que adaptarse a las nuevas circunstancias de golpe y porrazo. Las audiciones telemáticas para fichar músicos, los conciertos en formato reducido y las transmisiones en streaming se convirtieron en el pan de cada día sin que la calidad artística se viera mermada.
Ya en 2021 la EGO amplió su radio de acción y llegó a debutar en la Quincena Musical a las órdenes del reputado maestro Gustavo Gimeno -hermano de Rubén- con obras de Chaikovski y Mendelssohn. Es una orquesta que no tiene miedo a soñar. Ya acaricia el sueño de volver a organizar giras internacionales - como las de China e Italia, en 2004 y 2007- y no descarta aliarse con orquestas juveniles de Alemania y Japón.
En la actualidad cuenta con un presupuesto de 491.451 euros, a cuenta del Departamento de Cultura del Gobierno vasco y las fundaciones BBK, Kutxa y Vital. La coordinación general de la EGO está en manos de Germán Ormazabal (Tolosa, 1966), gestor empresarial, músico y responsable de Euskadiko Orkestra entre 1996 y 2005, una formación y trayectoria que ha afinado su olfato al máximo. Fue él quien fichó en la temporada 2020/21 al director de orquesta Rubén Gimeno y de cara a este verano ha autorizado la inyección de sangre nueva más potente recibida hasta ahora. Sobre todo las secciones de cuerda necesitaban una puesta al día.
Con vistas a la gira estival, que arrancará el próximo viernes 11 en Vitoria y terminará en San Sebastián (15), pasando por Bilbao (14), donde actuarán en el Euskalduna, se han incorporado nada menos que 50 titulares y 38 suplentes. Es decir, se ha renovado casi el 60% de la orquesta, constituida por un total de 86 músicos. Son chicos y chicas, de entre 15 y 23 años, con un nivel superlativo en el dominio de su instrumento.
En esta ocasión tocarán con Diego Martín-Etxebarria como director invitado y hay ganas por aprovechar al máximo la experiencia. Desde su fundación, en 1997, la EGO ha formado a más de 1.600 jóvenes, entre los que destacan luminarias como el compositor Fernando Velázquez, en su faceta de chelista, y Olatz Ruiz de Gordejuela, violinista de la London Symphony Orchestra.
«Es una alegría formar parte de esta orquesta. Es una etapa más en una carrera que no sé muy bien dónde me llevará... ¡Ya veremos! Han sido muchos años de estudio y sacrificios, pero todo ha merecido la pena. Disfruto con ello», reconoce el contrabajista bilbaíno Izei Díaz, de 17 años, feliz de haber terminado el bachillerato y poder volcarse en la música. Quiere seguir el grado superior y le encantaría entrar en Musikene.
«Un flechazo»
El suyo es un instrumento que puede llegar a medir dos metros de altura. Tiene entre tres o cinco cuerdas, según el modelo, y un poderío que le cautivó nada más verlo y escucharlo. «De pequeño el colegio, el Berrio-Otxoa de Santutxu, nos llevó a un concierto de jazz en la Sala BBK. Allí había uno y fue... ¡un flechazo!». Nunca se ha arrepentido. En su casa siempre le han apoyado, pese a que «no les arrebata la música clásica, son más de rock, blues y jazz». Su padre es el autor de 'Yo fuí a EGB' y su madre trabaja como correctora editorial. «¿Qué me han enseñado? Todo lo importante y a respetar a cualquiera que sube a un escenario y da lo mejor de sí mismo».
Tampoco es nada elitista Irati Latorre, de 19 años, que jugó en la categoría de cadete en el Athletic y en el primer equipo del Pauldarrak de Barakaldo. Era mediocentro y no se le escapaba detalle. Siempre que saltaba al terreno de juego, se sentía tan a gusto como delante de una partitura. «Tuve que dejar el fútbol por una lesión pero no he perdido la afición. Siempre me ha gustado», admite con orgullo. El deporte y la música le han acompañado toda la vida y tiene debilidad por Jacqueline du Pré, una chelista que tampoco se reservaba cuando entraba en acción. «Cada vez que la escucho, me reafirmo en lo que hago y quiero en mi vida». Su padre es el bajo- barítono Fernando Latorre y su madre da clases de piano. Le animan y confían plenamente en sus posibilidades.
Irati sueña en formar parte de la Sinfónica de Bilbao o la Euskadiko Orkestra. «Estar en tu tierra y cerca de la gente que quieres es lo ideal, aunque si se presenta una oportunidad en Berlín no te vas a quejar...», asegura la chelista nacida en Trapagaran. Ambos se conocen desde los tiempos de la Orquesta del Alumnado del País Vasco (Euskadiko Ikasleen Orkestra) y ahora tocan juntos en la EGO.
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