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Pablo Levin (batería), Ángel Cáceres (bajo y silbidos) e Iker García (guitarra) intercambiaron sus instrumentos. Óscar Cubillo
La humorística montaña rusa de Gilipojazz

La humorística montaña rusa de Gilipojazz

El virtuoso power trio madrileño de fusión roquista instrumental presentó su reválida, 'Progresa adecuadamente', en una Sala Azkena llena hasta los topes

Sábado, 18 de enero 2025, 07:34

Entradas agotadas este viernes en la Sala Azkena, donde 300 almas apretadas y muy diversas (chavalas jovencísimas, heavies de todas las edades, el maestro guitarrista Raúl Sainz de Rozas…) se rindieron al apabullante encanto instrumental de los madrileños veinteañeros Gilipojazz, que vinieron a presentar su segundo álbum, 'Progresa adecuadamente' (24), y agradecieron la nutrida asistencia informando de que la última vez que estuvieron en Bilbao, en marzo de 2024 en el Cotton Club, aún divulgando su debut, '¿Dónde está el jazz?' (21), reunieron a 80 y nosotros estuvimos únicamente en su arranque.

Nosotros también atestiguamos su primerísima vez en Bilbao, en la misma Sala Azkena, en primera fila, en noviembre de 2022, cuando reunieron unas 66 almas y los madrileños dieron uno de los mejores conciertos de ese año, de unos 13 temas en 96 minutos. Este viernes interpretaron 15 temas en 95 minutos, y aunque vinieron con imagen mejorada en lo que a la indumentaria respecta (el que menos la cuidó fue el guitarrista Iker García, pero como es el guapo del trío, se le perdona) y no estiraron tanto los chistes como en noviembre (el gracioso oficial del trío, el maestro de ceremonias, el Faemino, es el bajista y silbador Ángel Cáceres, con bigote y patillas a lo legionario español de los 70, cuando no estaban bien vistos, y lo pensamos mucho antes de que pidiera al final del chou a Iker una melodía «de comedia de los 90, a lo 'Jumanji' o 'Poli de guardería', en nuestro caso 'Legionario de guardería'»). Gilipojazz volaron un poco menos alto por la falta de sorpresa y porque colaron demasiados lentos, caso de 'Mi madre es azafata (y viajar me sale a la mitad)' (aquí le pidieron al técnico de la sala, Alberto, el guitarrista de Korrontzi, que les pusieran «reverb a lo Phil Collins»), 'Dragon Ball Medley', y por el final la nana 'Hasta mañana si Dios quiere'.

Ángel Cáceres, el gracioso, silbando en 'Mi madre es azafata'. Óscar Cubillo

Hubo otros temas molones donde mostraron sus portentosas facultades técnicas, como el zíngaro 'Lydian Kreifor' (con el baterista Pablo Levin tocando bajo y batería a la vez), la versión de los progresivos holandeses Focus titulada 'Focus 2' (también la tocaron en su primera visita), el juego humorista y visual de los tres tocando y disputando el mismo teclado como si fueran El Tricicle ('Piano', lo titularon así en el setlist que había en la mesa de sonido), o el afrobeat 'Aguante y paciencia', trufado con merengue y lapsos del 'Quiero sentir tu presencia' de Seguridad Social.

Pero lo que moló mazo, a muerte, hasta el espasmo del oyente, fueron los derroches virtuosos eléctricos, 'el tuca tuca' como los definió el mostachudo Cáceres, y se los vamos a citar todos: el inaugural 'Cohetes Vallejo', con sus parones para calentar ellos los músculos, con una espectacularidad que dejó boquiabiertos a muchos, con un peso metalero vía Joe Satriani muy apetecible; la fusión con ingredientes de Frank Zappa de 'Erzuín'; el rock avanzado y presumido de 'Franz Ferdinand' (con influencia de los brutales Pantera, pues se han tirado un año de gira con ellos sonando en la furgoneta, dijo Cáceres); el asombroso 'Payasos', «inspirado en un juego de los 90 que no existe todavía», que cursó cual montaña rusa en la estela de los óptimos The Aristocrats y frenada con parones para disparar las pasiones del público tricentenario; 'Jaco Malfoy', bautizado así por el bajista de jazz eléctrico Jaco Pastorius y por Draco Malfoy de 'Harry Potter', un tema que resonó a Paul Gilber más heavy; 'Solo de ti depende', muy Frank Zappa y con final cantado sobre un chaval al que su madre manda al conservatorio a estudiar Bach pero él prefiere a Eskorbuto; y la dupla final, el doble salto mortal con 'Iker me debe un café' y, a modo de bis único, 'Iker ya no me debe un café', sendas muestras de fusión rock, destacando sobremanera el último latigazo.

Hala, hemos citado la quincena de títulos.

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