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Paquito d'Rivera sopló saxo y clarinete. Pedro Urresti
Getxo Jazz

¡Hola, don Paquito!

El maestro habanero Paquito d'Rivera cerró el 43 Getxo Jazz con su programa 'Cariberian', dando en septeto un concierto con muchos altibajos y lagunas al fusionar la clásica ibérica y la música afrocubana

Lunes, 8 de julio 2019, 15:44

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El genio se le escurrió entre los dedos al maestro Paquito D'Rivera este domingo durante la gala de clausura del 43 Getxo Jazz celebrada en un Muxikebarri con el aforo agotado. Por eso su concierto en septeto con núcleo de huidos del castrismo residentes en España no resultó el mejor del festival de la margen derecha, el que abre la temporada vasca de jazz; le seguirán los de Vitoria y San Sebastián.

Entre los cinco nombres estelares contratados, cuatro de los cuales agotaron el aforo en el nuevo teatro municipal (dispone de menor aforo: 800 butacas cuando en la cercana plaza Biotz Alai podían entraban unas 1200), se podría establecer esta jerarquía: el mejor concierto lo ofreció sin duda el pianista Kenny Barron (a 15 € la entrada) el viernes, destilando la quintaesencia del jazz (vía post bop); el segundo lo protagonizó la vocalista, trompetista y aún niña prodigio Andrea Motis (10 €) el miércoles en quinteto en la inauguración del 43 Getxo Jazz; en tercer lugar colocaremos al maestro Paquito d'Rivera (20 €) porque al menos tocó jazz latino este domingo; en cuarta posición estaría la vocalista Madeleine Peyroux (25 €, el más caro), que el sábado tocó blues-rock en algodonoso quinteto; y el quinto puesto, por menos bueno, sería para el efectista guitarrista Julian Lage (12 €), que muy roquero improvisó sin sustancia ni brújula el jueves con un teatro casi lleno.

Los conciertos de la tarde, los del Tercer Milenio, con entrada libre y desplegados en la Plaza de la Estación de Algorta, han gozado todos de buen ambiente y han estado llenos de público interesado. Y en el concurso de grupos, con cuatro participantes que telonearon los conciertos principales, el nivel ha resultado muy parejo y el palmarés ha quedado así: el primer puesto ha sido para el Claudio Jr. De Rosa Quartet hispano-italo-lituano (4.300 €, la grabación de un CD en directo, y actuaciones en los festivales B-Jazz de Lovaina, Bélgica, e Eivissa Jazz de Ibiza), y su pianista Xabi Torres Vicente fue elegido el mejor solista del certamen (900 €), y el segundo premio ha sido para el grupo polaco Szymon Klekowicki Sextet (1800 €). Y totalmente merecido ha sido el premio del público, que como mejor grupo y solista ha elegido al Marc Martin Trío y a su líder y pianista respectivamente, merecedores de un trofeo sin dotación económica.

El Claudio Jr. De Rosa Quartet ganó el concurso de grupos y repitió el domingo. Pedro Urresti

Y decíamos que el genio, el duende, la inspiración o como prefieran llamarlo, se le escaparon entre los dedos al bueno de Paquito d'Rivera porque dio un concierto disperso, lleno de altibajos y lagunas, con bastantes momentos solistas de relleno para estirar el chicle (los del guitarrista brasileño David Tavares, los del bajista Reinier 'El Negrón' Elizarde –especialmente el primero, tanto es así que al acabarlo, no sabemos si con ironía, el maestro comentó que si nos gustaba su músico, que estaba pensando en echarle y que odia a los bajistas-, y alguno de percusión con poca ansia a cargo de Yuvisney Aguilar), con alguna pieza de ritmo mecánico y rutinario (el danzón para el maestro Rodrigo, la étnica para el maestro Granados, la formalidad absoluta que sus desamparados escuderos revelaron al tocar en sexteto 'El manisero' cuando su jefe Paquito hizo mutis) y con pienso participativo para la masa (aceptamos como parte de la pieza ejecutada los olés del pasodoble, pero fuera de lugar parecieron los coros imitando melodías de Mozart hasta parecer un payaso ante los niños; ¿qué exageramos?, ¡pero si Paquito se atrevió a soplar el 'Hola don Pepito, hola Don José' de Fofó!).

Paquito d'Rivera (Marianao, La Habana, 1948), fundador de Irakere, lógico anticastrista, escritor de una autobiografía titulada 'Mi vida saxual' (1999), firmante de una treintena de discos y ganador de catorce premios Grammy y Latin Grammy, está en plena gira de seis semanas con su repertorio llamado 'Cariberian Tour', del que saldrá un documental (este lunes actúan en Valencia). «Es una combinación compositiva de los autores más significados de la Península Ibérica y del Caribe, sobre todo de Cuba y su influencia africana», planteó Paquito en su primer parlamento informativo, después de mirarnos a través de su clarinete como si fuera un catalejo, de decir «por fin Bilbao, ¿verdad?, qué bueno» a su trompetista Manuel Machado, y de halagarnos: «La comida aquí es tremenda». Después siguió peloteándonos: «Qué público más culto». Y al poco sopló 'Hola don Pepito' y, para despedirse en el bis, «una más y luego vamos a comer unos pintxos».

Después del teloneo del grupo ganador del concurso, el Claudio Jr. De Rosa Quartet (que ofreció un set inferior al del miércoles), el Paquito d'Rivera Septet tocó 11 piezas en 96 minutos bastante fríos en el teatro municipal Muxikebarri. Las dos mejores estuvieron colocadas al final (el maestro sabe que son las más rodadas y acertadas) y el resto funcionó solo de modo fragmentado, atascándose de manera alarmante en solos colados con fórceps o ejecutados con poca chicha, lo que extraña en una septeto trufado de musicazos cubanos residentes en España: Olivera, Machado, Aguilar, Rivero y El Negrón (más el brasileño Tavares y el jefe Paquito llegan al septeto).

Paquito vino con un all stars de cubanos exilados en España. Pedro Urresti

Se abrió de modo prometedor con 'La danza del fuego' de Falla, impregnada de misteriosa exótica a lo Duke Ellington aunque trabada por la guitarra de Tavares, que no encajaba («¡la ha cambiado entera!», se asombró un señor de la fila de atrás al acabar; claro: en estos casos se coge un cacho de la melodía más reconocible del tema adaptado y lo demás va al gusto del revisitador), pero muy mecánico les quedó el mentado danzón del 'Concierto de Aranjuez' del maestro Rodrigo, «como si hubiera nacido en Matanzas», y que no despegó hasta las pinceladas finales con el solo de trompeta y el groove grupal en plan la Fania («¡qué bonito!», se complació el caballero de atrás).

La exótica turcómana del pasodoble con olés tuvo su aquel en las líneas de vientos, pero la velada se desinfló en el 'Nocturno nº 3' o 'Nocturno en la celda', la traslación de Chopin al bolero ideada por el pianista Pepe Rivero gracias a la cual Paquito nos dijo que ganó dos Grammys por el disco 'Jazz meets the classics' (El jazz encuentra a los clásicos'), con el primer y fútil solo de El Negrón al contrabajo, que también ralentizó la fusión del original de Paquito 'Bajonauta'.

Sin duende a pesar de las palmas de los músicos cursó la balbuceante y mecánica 'Andaluza' del maestro Granados, con otra intervención de alumno de conservatorio a cargo del brasileiro Tavares (el público aplaudió y comentó Paquito: «Esta es la magia de la música improvisada, la magia del jazz. Porque no sabes lo que va a pasar. A veces no sabes ni si te van a pagar»), y la sima se holló sin duda en el momento de Mozart pasado al blues con el clarinete al gusto de Woody Allen («Beethoven era peruano y Mozart de Nueva Orleans», soltó en la introducción Paquito), a 'El manisero' de sus seis escuderos a solas le faltó sabor, y la cita llegó a sus cotas altas en la dupla postrera con la suite para piano 'Andalucía' del cubano Lecuona, que sonó más vibrante y jazz, y la coda o prolongación de ésta con él presentando a los músicos y hasta bailando, antes de volver a destensarse el jazz en el bis con el bolero de Ernesto Duarte 'Cómo fue', suavito hasta el muzak. Pues así de irregular evolucionó un Paquito d'Rivera al que le podemos exigir más.

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