Un estreno de Valentín de Zubiaurre

Zubiaurre, padre de los pintores Valentín y Ramón y de Pilar, que también tuvo una notable carrera musical, vino al mundo en febrero de 1837. Aprendió los primeros fundamentos de música en la parroquia de Garai y con solo ocho años entró en la capilla de la catedral de Bilbao, que entonces dirigía Nicolás Ledesma, quien sería su maestro y mentor durante muchos años, hasta que Hilarión Eslava asumió ese mismo papel.

Con apenas 15 años fue organista en la iglesia de Santurtzi y muy pronto viajó a Venezuela, donde compuso sus primeras obras. De regreso a España, se convirtió en discípulo de Eslava y comenzó a ganar premios. Uno de ellos fue muy relevante porque estaba destinado a impulsar el repertorio de la ópera española. De esa forma, 'Don Fernando el Emplazado' se convirtió en el trampolín para empeños mayores. El de mayor calado fue su elección como primer pensionado de la Academia Española en Roma. Componer una obra sacra era una de las obligaciones a las que debía responder el ganador de la beca, y esta 'Pasión' es la obra que Zubiaurre entregó.

El compositor vasco regresó a España y pronto ocupó el cargo de segundo maestro de la Capilla Real, a las órdenes del propio Eslava. A partir de ahí, se prodigó muy poco en la música profana aunque aún estrenó una ópera. Y cuando Eslava murió, fue puesto al frente de la institución. Su catálogo de música religiosa es enorme aunque tampoco es pequeño el de la no destinada a la Iglesia. Muchas de esas partituras no han sido objeto de grabación ni edición y están fuera del repertorio. Es precisamente lo sucedido con esta 'Pasión', que en opinión de Otilia Fidalgo, una investigadora que trabaja en una tesis doctoral sobre la música religiosa de Zubiaurre, no llegó a interpretarse nunca, en ninguna de sus dos versiones.

La partitura de la primera de ellas, para voces solistas, coro, piano y órgano estaba en la sede de Eresbil en Rentería, como explica Íñigo Alberdi, gerente de la Coral. Antes de abordar los ensayos, fue revisada por Juan Briz, quien ha realizado solo algunos cambios en la tesitura y la distribución de las voces. «La música tiene un toque italiano, casi operístico, con influencias entre Verdi y Rossini», sostiene Enrique Azurza, director artístico de la Coral.

El grupo comenzó a trabajar hace dos meses, pero el proyecto se remonta a dos años atrás. Alberdi ya había entrado en contacto con Zubiaurre cuando la Sinfónica de Euskadi -de la que él era entonces director general- grabó un disco con su música sinfónica. A partir de ahí y del convencimiento de que la música española del siglo XIX en general y la vasca en particular «están un poco olvidadas» vieron la conveniencia de adentrarse en el legado de este compositor.

La obra, de unos 45-50 minutos de duración, requiere de cuatro solistas (soprano, tenor, barítono y bajo), un coro de sesenta voces, piano y órgano. Azurza detalla que «tiene una masa de sonido importante, con un tratamiento variado que incluye además varios tercetos y cuartetos». La grabación, financiada por Gobierno vasco y Diputación, saldrá directamente a Spotify, ya en primavera. De forma paralela llegarán los conciertos. Alberdi confía en cerrar pronto el de Madrid y en contar con una versión reducida -por el tamaño de la iglesia disponible- para poder hacer la obra en Garai. Zubiaurre estrena y vuelve a casa.