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José con la guitarra y David con el micrófono. Carlos Gª Azpiazu
Estopa inicia con mal pie su gira

Estopa inicia con mal pie su gira

Los hermanos Muñoz comenzaron su gira española de 25º aniversario en Barakaldo dando un concierto irregular y demasiado largo, de casi tres horas, ante más de 14.000 espectadores cantarines que arrancó con retraso

Domingo, 12 de mayo 2024

Un esfuerzo demasiado ambicioso parece el concierto que Estopa (Cornellà de Llobregat, Barcelona, 1998) pasearán por la piel de toro para celebrar su 25º aniversario. Más que la banda, un deceto contando a los hermanos Muñoz (si de la batería se ocupa Anye Bao no parece necesario un percusionista extra, y ya ustedes juzgarán si son necesarias cuatro guitarras, dos eléctricas y dos flamencas), lo que se antoja demasiado ambicioso, un reto cuasi insuperable, es el de recrear una treintena de canciones, para lo que les vendría bien mayor vigor físico (lo decimos especialmente por David, el guitarrista, bajo de fondo) y mejor sonido (al principio saturado, luego más bajo que iba y venía, siempre con dificultades para entender lo que decían los Muñoz, al cantar y también al hablar).

Además sobraron algunos recursos de presunto humor (el que suscribe, que les ha entrevistado, pensó que los Muñoz son más inteligentes de lo que parecieron en escena) y resultaron excesivamente dilatados y escasamente tensos esos dos pasajes musicales con los actuantes sentados, el primero con baladas blandas y el segundo con flamenquito cogido con pinzas (muy payo, je, je...). Antes de la primera hora de las casi tres de show de las bodas de plata, ya sentíamos que Estopa se nos hacían bola en el BEC. «Esperaba mucho más», sentenció decepcionado el amigo Azpiazu, que se saltó el bis para coger el metro tranquilo.

Encima el concierto comenzó con 20 minutos de retraso, entre otras razones porque el público, 14.000 espectadores que agotaron las entradas en 20 minutos, más invitados (en total estuvimos casi 14.500), tardó en acceder al recinto, aunque los que ya estaban dentro silbaban protestando por la demora y se ponían nerviosos y excitados cuando salía algún técnico a afinar alguna guitarra. Eso sí, parece ser que nadie protestó durante los al menos cuatro exabruptos soltados por Estopa, al menos tres de ellos por el hermano David, el cantante, que vestía una camiseta negra con el logo de 'Black is beltza', título y eslogan de una película de Fermín Muguruza.

Los de la primera fila estuvieron guardando sitio desde las 7 de la mañana. Carlos Gª Azpiazu

Tomen nota de los exabruptos: cuando se les fue la pinza y dijeron «el gilipollas de Jesucristo» (una blasfemia, en Palestina pena de muerte); luego, «a los alemanes de raza pura que les den por el culo» (Azpiazu flipaba y se preguntaba a cuento de qué venía eso); cuando tras presumir de sus «amigos israelís progres» insultaron al «puto nazi Netanyahu» y se solidarizaron con «la Palestina oprimida»; y más tarde David llamó a su hermano «hijo p…» y le arrojó encima cerveza de su lata. Todo muy surrealista, pero sin la gracia de Faemino y Cansado. Igual David y José mearon más veces fuera del tiesto, pero como apenas se les entendía cuando hablaban entre canción y canción, pues no nos enteramos.

En fin, vayamos al concierto, al largo concierto de 33 temas en 167 minutos, o sea dos horas y tres cuartos pasaditos. El principio no estuvo mal, aunque el sonido saturado no dejaba ni entender las letras ni separar los instrumentos. Ante una pantalla que retrataba muchas urbanizaciones de barrios de extrarradio idealizadas, Estopa en deceto sonaron como Las Grecas (Tu calorro'), como Extremoduro (el kamikaze 'Cacho a cacho'), como Melendi, claro ('Cuando amanece'), pero también difuminaron su pegada con baladas casi Camela ('Tragicomedia' coreadísima por la peña, que las coreó casi todas) y con pop a lo Rosariyo ('El run run'; «esta la han grabado con Rosario», apuntó Azpiazu).

Tras la novena (de 33 piezas, recuerden), la fusión mestiza de 'Malabares', atravesamos un largo desierto donde se nos hizo bola la velada, y es que más allá del pasaje baladista con los hermanos Muñoz sentados ante una hoguera (cuatro títulos, como el pop 'Sola' o el que más conectó con la masa, 'Hemicraneal') y del pasaje flamenquito con ellos y varios de sus músicos todos sentados (la de 'El del medio de los Chichos', la nueva de 'La rumba del Pescaílla' –incluida en su último disco, 'Estopía-, la bulería cantada con poco duende por la corista Conchi Heredia…), faltó punch en el resto de selecciones de esta parte, incluso en 'La raja de tu falda' o en 'Poquito a poco'.

En la segunda canción, 'Cacho a cacho'. Carlos Gª Azpiazu

La gente se puso a hablar durante los dos pasajes más lentos y sentados, pero conectaba y se montaba la fiesta cuando reconocía algún título. Y ya en la última parte, en el último tercio, del tema 21 al 33, Estopa evolucionaron irregulares, apretando el acelerador, destacando en una sí y en otra no. Y las que sí serían 'Partiendo la pana' a lo Melendi, 'Camiseta de rokanrol' en modo suite rock, 'Pastillas de freno' y 'Fuente de energía', más dos del bis en plan Extremoduro, 'Vino tinto' abriéndolo y 'Tu calorro' cerrándolo.

Consejos vendo, pero para mí no tengo, y aquí van varias recomendaciones para aligerar el show de sus bodas de plata en el negocio: que hagan footing para mejorar su forma física, que beban menos birras en escena (les da igual la marca, que con que esté fría les vale, dijeron este sábado), que recorten el repertorio de esta gira de 25º aniversario, que eliminen chorradas (el presunto humor ante el panel de mandos, el sacar a escena, empujándolo, un Seat Panda que poco pintó aparte de estorbar en mitad del tablado), que no se metan con Jesucristo.

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