Lo último de los Stones no solo es rock & roll, sino negocio y dinero

Gran expectación y millones de adeptos enganchados a lo que les echen los Stones: 14,30 PM en el horario estándar del verano británico, una hora más tarde en el de la Europa Central, «streaming» en directo por YouTube desde el Hackney Empire londinense, 23 minutos de Jagger, Richards y Wood en un medio «talk show» con el mismísimo Jimmy Fallon -que seguro tendrá también difusión en su show nocturno de la NBC- y presentación del video de «Angry», el tema que abre el disco.

Pues sí, la música y los Stones necesitan de estos guiños comerciales, planificados con el rigor de las grandes multinacionales, para sobrevivir en rentabilidad y en beneficio, en vigencia musical y estética o incluso en su integridad como mito que sigue y sigue alimentando el imaginario rockero.

¿Algo nuevo? Pues no mucho, salvo el rumor de que en una de las pistas tocará el bajo Paul McCartney, la confirmación en directo que habrá dos temas grabados con Watts y la seguridad de que el álbum será ecléctico -rock, baladas y country-, todo ello para preparar con un sabio neuromarketing la aparición del disco en las tiendas, el próximo 20 de octubre.

¿Y de «Angry» y de su video? Pues lo mismo: el rock clásico de los Stones, el riff clásico de Richards, un paseo en un Mercedes cabrio y rojo por Los Angeles de Sydney Sweeney –la chica de «Euphoria» que aquí sirve de enlace mercantil con las nuevas generaciones- y unos videos de los dioses con treinta años menos. En fin, ya lo digo: no solo es rock and roll, sino también negocio y dinero.