Ardua tarea la de hacer compatible el programa de un concierto que por encima de todo refleja la solemnidad de una entrega de premios ... a diferentes galardonados, con el debido homenaje a todos ellos y especialmente a uno, Thomas Adès, del que además es lógico incluir una de sus composiciones y hasta otras piezas que sean de su gusto o más o menos compatibles con la anterior. Ardua tarea, digo, pero no imposible para la solemnidad o la conmemoración, lo mismo que para vincular la debida consideración con Adès a una cierta coherencia discursiva de conjunto y a la deseable calidad de un concierto sinfónico.
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El caso es que, ya fuera por la condición británica de Elgar -similar a la de Adès-, por su absorción de la tradición germánica -en esto también se da una vinculación con Schumann, el tercer protagonista de la velada-, por la ocasional inspiración de Elgar en los textos bíblicos -'In Seven Days', de Adès, también contiene una clara alusión a los mismos- o incluso por el romanticismo de Schumann sobre ese río de cuyas aguas surgen las grandes leyendas germánicas; lo cierto es que la narrativa compositiva del programa tuvo una indudable coherencia.
De la notable calidez del 'Sospiri' de Elgar, una conmovedora miniatura expresiva y emotiva, la OSE al mando de Pedro Halftter sacó todo el carácter reflexivamente poético y nostálgico que requiere esta composición, iniciada majestuosamente con las arpas y los violines. La evocación creadora de Adès para piano y orquesta también logró sonar en la interpretación de la Euskadiko Orkestra como un reflejo perfecto de la esquematización ideada por su autor, expandiendo los siete capítulos musicales tanto orgánica como geométricamente, señalando las partes y el todo, dando la pauta a los toques de color del pianista Kirill Gerstein, logrado con ello una adecuada conjunción entre el dinamismo orquestal y los movimientos de piano; y hasta alcanzando y transmitiendo al público una representación significativa de la dialéctica creadora.
En cuanto al final del concierto, el color y el dinamismo de la sinfonía 'Renana' llenó el Euskalduna con las potentes fanfarrias de los metales y hasta con el color más rústico de esa ensoñación nacional de Schumann, que iba como anillo al dedo al vigor rítmico de Halffter y de la OSE, que a tono con la música fue ascendida en el programa a la categoría de Orquesta Nacional, por supuesto Vasca.
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