La Joven Orquesta de Euskal Herria cierra la gira beethoviana
Cerró en Getxo un tour vasco de cuatro días en los que celebró el 250º aniversario del natalicio de Beethoven
La EGO (Joven Orquesta de Euskal Herria) ha cumplido una gira navideña, o más bien de año nuevo, de cuatro conciertos con dos piezas beethovianas para conmemorar el 250º aniversario del natalicio del genio alemán: sábado en San Sebastián (Kursaal), domingo en Vitoria (Teatro Principal), lunes en Bilbao (Euskalduna) y martes por la mañana en Getxo (Muxikebarri), aquí cerrando el ciclo dedicado por el ayuntamiento a Ludwig van Beethoven, que es lo que les vamos a narrar.
Este mismo martes por la mañana se agotó el aforo en taquilla (delante de nosotros, en la cola, se vendió la última de las 391 butacas disponibles en la sala Ereaga, la principal del auditorio municipal getxotarra) y hubo bastantes niños entre el respetable a pesar de que la EGO, empero su nombre, es una orquesta de fuste, de calidad y profundidad profesionales.
Bien rodada tras los ensayos y los cuatro conciertos consecutivos, en el Muxikebarri la EGO estuvo 80 minutos en escena para interpretar dos piezas de Beethoven: 'Ah! Perfido', con el medio centenar de jóvenes músicos enmascarillados (los vientos no, evidentemente) y tocando integrados con sus compañeros, sonando con pasión, y con la soprano invitada Jone Martínez asombrando por su madurez, talento, facultades e inspiración; y en segundo lugar 'Egmont', música incidental difícil de escuchar según avisó el directos Rubén Gimeno sobre esta obertura compuesta por Beethoven para la tragedia homónima escrita por Goethe, y donde la EGO volvió a ejecutar integrada, con los músicos contoneando sus cuerpos según leían las partituras (o sea disfrutándolas y muy metidos dentro de ellas), y con el segundo invitado especial, el actor y narrador Eneko Sagardoy (parecía un flamenco por su barba, flequillo y americana), intercalando declamaciones en euskera con escaso volumen en la mezcla durante sus últimos parlamentos.
Y a modo de bises cayeron dos piezas más fuera de programa: el villancico 'Ator, ator mutil', que no es que lo tocaran con desgana, pero pareció pusilánime y rutinario hasta en los coritos musitados por el público (no lo cantaron ni los niños presentes), y a modo de cierre el culmen de la sesión matinal, con los jóvenes músicos adornados con oropel navideño para tocar el americanísimo, optimista y pimpante 'Sleigh Ride', un standard compuesto por Leroy Anderson en 1948 y primero grabado en 1949 por Arthur Fiedler y su Boston Pops Orchestra, convirtiéndola en hit (después, el grupo vocal femenino The Ronettes lo versionó en 1963 en formato navideño y de nuevo devino éxito).