«El cuerpo me dijo basta por el cáncer y las adicciones»
La gira 'Flamenco Chill Tour' de Chambao llega hoy al Getxo Folk con un concierto gratuito en la playa de Ereaga
La Mari de Chambao vive un momento de celebración doble. Este 2025 ha cumplido 50 años —una cifra que recibe con optimismo y con la ... idea de que aún le queda media vida por delante— y el próximo año le tocará soplar las velas del 25 aniversario de Chambao, el proyecto que revolucionó la música en 2002 con aquel flamenco chill que abrió caminos y sigue sonando fresco más de dos décadas después. «El discazo que preparo para entonces me tiene enamoradita», confiesa entre risas.
Con su gira 'Flamenco Chill Tour', La Mari se ha movido este verano entre festivales de distintos perfiles, del Sonorama al Getxo Folk, donde actuará esta noche gratis en la playa de Ereaga (22.00 horas). «El norte me flipa: la gente, la energía, las ideas, el clima, la comida. Me siento muy identificada con esa forma de vivir. Alguna vez incluso he cogido la furgoneta para escapar del calor y perderme por aquí con mi perrete», cuenta.
Tras ocho años sin publicar un disco, pero sin dejar nunca de tocar, observa cómo el panorama musical se ha transformado por completo. «Hoy en día tienes que ser editora, creadora de contenido, grabar vídeos, llevar las redes sociales… y hasta psicóloga. La música debería ser libre, pero la hemos llenado de números, de hits y de expectativas que la encorsetan», reflexiona.
«La música debería ser libre, pero la hemos llenado de números, de hits y de expectativas que la encorsetan»
Su forma de escribir sigue bebiendo de lo cotidiano y de lo íntimo. 'Fresca', su último single, es un homenaje a sus abuelas, bisabuelas, madre y hermanas. Mujeres que, dice, le abrieron un camino de independencia y libertad. «No quiero ser doña perfecta, quiero ser fresca, improvisar, poder cambiar de opinión», resume en la canción. También ha unido fuerzas con Green Valley en 'Resiste', un canto positivo a la reflexión crítica y a la resistencia frente a los moldes impuestos.
La conexión con el público es para ella un motor. En los festivales celebra esa doble cara de la música: la escucha atenta y el baile desatado. «Es una balanza muy equilibrada y mágica, porque la crea la música, no yo», dice. Reconoce que en las salas el público suele tener su misma edad, que ha crecido junto a Chambao, pero en los festivales aparecen caras jóvenes que descubren su propuesta y la viven con intensidad: «Los veo flipando en la primera fila y eso me gusta», cuenta.
A esa vitalidad que ahora transmite la preceden etapas más oscuras. La Mari reconoce que durante mucho tiempo no fue consciente de que el alcohol se había convertido en un problema. «Lo vivía como parte de la fiesta, de la gira… hasta que me di cuenta de que ya no controlaba», cuenta. Superar esa dependencia le costó, pero también le enseñó a poner límites y a cuidarse.
A esa experiencia se sumó el golpe del cáncer de mama, que la obligó a parar y a escucharse. El proceso de enfermedad y recuperación la enfrentó con sus miedos más profundos, pero también le dio claridad. «El cuerpo me dijo basta», reconoce La Mari, que admite que en otros tiempos se entregaba demasiado, olvidándose de sí misma. Ahora busca lo contrario: «He aprendido que el amor no puede ser una cárcel».
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