Cécile McLorin Salvant triste y sobre la marcha
La cantante franco-haitiana agotó las entradas del Getxo Jazz y sedujo a la parroquia con un cancionero que contuvo un tercio en castellano, covers de Violeta Parra, La Lupe, Juan Luis Guerra y Fito Páez
Tercera jornada de las cinco del 48º Festival Internacional de Jazz de Getxo, la segunda con las entradas agotadas (733 butacas) en la venta anticipada ( ... el primer cabeza de cartel en conseguirlo fue el simpático cubano Paquito D'Rivera la víspera, el jueves), la protagonizada este viernes por la vocalista suntuosa y modernista Cécile McLorin Salvant (Miami, Florida, 1989, hija de francesa y de haitiano), a los veinte años ganadora del Concurso Internacional de Jazz Thelonious Monk (en 2010). Es pareja del pianista Sullivan Fortner, que le suele acompañar sobre los escenarios, y así lo hizo en el Muxikebarri, donde actuó en cuarteto completado por el craso afrobaterista Kyle Poole y el contrabajista Yasushi Nakamura (el mejor vestido de todos, el único que no optó por el gris).
El concierto estuvo bien, muy bien si lo prefieren y si la vieron por primera vez. Pero nosotros acudimos con expectativas muy altas tras verla maravillando el año pasado en el Festival de Jazz de Vitoria, donde ofreció el mejor concierto de toda la programación. Este viernes en Getxo no voló tan alto, el ritmo del encuentro cursó menos decidido, ella interpretó 12 canciones en 82 minutos, y en su primer parlamento avisó de que era el penúltimo concierto de la gira, que no iban a usar setlist (o sea una lista de repertorio fijada de antemano) y que se encontraban un poco tristes por la cercanía del final del tour (de hecho igual fue verdad, porque se mostró menos descarada con el público).
Los temas los elegían sobre la marcha, sí. Los tarareaban para reconocerlos y procedían a tocarlos, con el trío de acompañamiento dotado de plena libertad en cada de una de sus partes, tocando los tres miembros de modo cuasi contemporáneo, retándose a sí mismos y a sus compañeros, sin tratar de repetir el swing de toda la vida, aunque Cécile McLorin Salvant cantara como en un musical, cambiando de tonos, subiendo y bajando, teatralizando...

Una Cécile que alcanzó la máxima cercanía con el respetable en los temas en castellano, cuatro en total, un tercio del repertorio, a saber: por sorpresa 'Puro teatro' de la cubana La Lupe, la cima de la cita, cual tango de Bertolt Brecht, con solo de contrabajo muy ovacionado (¡lo más aplaudido hasta ese momento!); 'Un vestido y un amor' del argentino Fito Páez (te vi, te vi, te vi…; al acabarla dijo ella en inglés que su madre ponía esta canción en casa «una y otra vez», pero en la versión de Caetano Veloso); un sincopado 'Burbujas de amor' del dominicano Juan Luis Guerra («lo cantaba de niña en Miami, pues yo soy de ahí, y no entendía sus metáforas», presuntamente sexuales, lo cual niega el autor y doctor del país fronterizo con Haití); y a modo de bis 'Gracias a la vida' de la chilena Violeta Parra en modo onírico y estilista.
Cantó tan bien en castellano que muchos sospechamos que podría hablar en español, pero la franco-haitiana de Miami se expresó todo el rato en inglés y cuando cantó en la lengua franca emocionó menos pero también llegó a los oyentes, presumiendo de octavas, gañendo como Sarah Vaughan o como la nueva Jazzmeia Horn ('The trolley song', de la película 'Cita en San Luis', con Judy Garland, como informó al acabarla), se solazó en los graves como una Gregory Porter en femenino ('Stars', del pianista Fred Hersch, una de las pocas que presentó el título y la autoría), fue estilista y circular ('Never will I marry'), a dúo con el piano cantó 'Just around the riverbend' de 'Pocahontas', y se despidió en falso con un virtuoso y nervioso 'Ridin' high' de Ella Fitzgerald.
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