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Caleb soplando el sopranino, colgando el stritch, y reservando la trompeta. Ania López
Caleb Curtis generando música viva en el club

Caleb Curtis generando música viva en el club

El multi-instrumentista basado en Nueva York fustigó al público del BJC en la presentación de su último disco: 'La verdadera historia de los osos y la invención de la batería'

Viernes, 2 de mayo 2025, 01:36

Se cumplieron las altas expectativas puestas en el concierto de este jueves en el JazzOn Aretoa, en una cita más del Bilbaína Jazz Club (BJC), que acumula ya 34 años de andadura, ¡de historia!, con la mayoría de sus sesiones celebradas en jueves. Actuó el multi-instrumentista Caleb Wheeler Curtis, nacido hace 39 años en Ann Arbor, Michigan, y vecino de Brooklyn, Nueva York, desde hace 16 años. Un yanqui simpático y natural que saludó en castellano y que confirmó también la creatividad, vanguardia e improvisación de su estilo a las que se refirió Gorka Reino, el rector del club, en su introducción. Y es que, aunque había partituras en escena, sólo parecía leerlas el contrabajista nipón, pues lo que vivíamos la media centena de asistentes (era puente, hacía calorazo, ¡había partido en la máxima!) se sentía como música creada en ese mismo instante, como improvisación pura.

Caleb Curtis sopló tres instrumentos de viento: stritch (un saxo alto recto y grande), sopranino (un saxofón en Mi bemol, muy agudo) y trompeta, y con los tres espetaba notas que iban del bop al más allá, como si se le ocurrieran en ese instante, improvisando con inspiración y bien armonizado con sus dos escuderos: el contrabajista japonés Masa Kamaguchi, que con una copa de vino blanco a sus pies se contoneaba mirando a la partitura y abriendo los caminos con sus cuatro cuerdas, y el baterista californiano Michael Sarin, a quien no le habían ordenado que se reprimiera, quien no estaba pendiente de que ningún medidor de decibelios superara ningún límite, el que arreaba unos golpes de caja vivaces, el que con algunos redobles se revelaba como una megaturbina de 15 gigawatios estropeándose en una chas.

Caleb Curtis soplando el stritch, Masa Kamaguchi al contrabajo y Michael Sarin a la batería. Ania López

El que suscribe se saltó el segundo pase para ver el fútbol europeo en un bar (en mala hora: Athletic 0 – Manchester United 3), pero la gozó con el primer set, de 44 minutos para 5 piezas: tres incluidas en su último disco, el titulado 'The True Story of Bears and the Invention of the Battery' (Imani Records, 2024), una versión de su evidente maestro referencial Ornette Coleman, y una inédita para reventar ese primer set.

Abrieron con el misterio del mejor jazz y la exploración a lo Sun Ra de 'This cult does not help' (perteneciente al citado último CD, 'La verdadera historia de los osos y la invención de la batería'), con Caleb alternando el stritch y la trompeta; a la segunda, la balada 'Intersong' de Ornette Coleman, se aguapó el simpático yanqui cuando soplaba el stritch («¿es guapo?», pregunté a la fotógrafa Ania, una profesional del gremio de la belleza, y respondió sin dudarlo: «mucho»); una cima fue 'Stellar Ray, See?', del CD, con las notas brotando novedosas, primordiales; también del CD fue 'Empires', con una introducción al sopranino que yuxtapuso el sonido de los pájaros, la percusión de la propia madera y la onda new age antes de desarrollarse en modo jazz tipo el de la película del secuestro del niño dirigida por Kurosawa; y culminó ese primer set con el tema aún no grabado, un bop acelerado, mandón, con lucimiento extra de la batería contundente (¡¡pumba!!, otro apagón...) y otro pasaje explorador más vía Wayne Shorter, todo con Caleb alternando el alto y la trompeta.

En el intermedio, muy amable y natural, ya se ha dicho, Caleb, con quien hablamos en inglés, nos escribió los cinco títulos del setlist en un papel. Y luego el segundo pase estuvo parecido, o sea muy bien. El bis lo dio a solas Caleb Wheeler Curtis, y antes de la foto final tropezó el nipón y se cayó al suelo. «El público se llevó un susto y los de la sala fueron corriendo a ayudarle», informa Ania.

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