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La Bien Querida cogida con pinzas

La getxotarra Ana Fernández-Villaverde empezó bien pero se disgregó en la segunda parte de su aparición en el ciclo Sala BBK Etxean. No se dejó en el tintero su canción para La Lotería

Sábado, 23 de mayo 2020, 23:58

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La penúltima sesión del ciclo Sala BBK Etxean, el de conciertos en pequeño formato sin público en el patio de butacas y emitidos en directo a través de las redes y de Tele Bilbao, la protagonizó el sábado La Bien Querida, getxotarra de 47 años instalada en Madrid que goza de unas influencias indudables en la industria (sus canciones salen en series, en el anuncio de La Lotería, en las listas de lo mejor del año…), de una prensa favorable (desde la musical hasta la generalista) y de un predicamento exagerado a tenor de su solvencia sobre las tablas (aunque la adoran melómanos sinceros, no sólo peña que lo asegura por postureo).

La hemos visto un par de veces en vivo y en ambas nos dimos cuenta de que desafinaba ostensiblemente, pero afortunadamente libró en su concierto en dúo de 15 canciones durante 57 minutos en la vacía Sala BBK. Lo mejor se destiló en la primera parte, durante las seis canciones escogidas de su sexto último álbum, 'Brujería' (Elefant, 19). En la segunda parte ella se disgregó y, aparte, en la entrevista previa dejó una pobre impresión al contestar sosita, desganada, con monosílabos y reiteraciones a las preguntas del incisivo presentador Joseba Solozabal. ¿Igual La Bien Querida es tímida en vez de altiva y distante? Hum… El caso es que no habló al público más que para anunciar que tocarían la última canción y agradecer su contratación a los patrocinadores, todo en la misma frase.

Ana Fernández-Villaverde, que va de artista (pintura, moda…), ofició beneficiada por la guitarra eléctrica de su escudero Manuel Cabezali, y claro, sobre todo por las letras como puñales sentimentales siempre femeninas y en primera persona y en tono vocativo. ¡En la entrevista postrera aseguró que todo lo que canta le ha sucedido! Glups… El caso es que los dos sentados abrieron con post-rock algo a lo Raül Refree y donde ella mantuvo el tipo ('La verdad'), pero a la segunda ya no le encajaban las letras en la melodía ('Domingo escarlata', a lo la Rosenvinge). La Bien Querida puso de titular la palabra más utilizada en el indie contemporáneo universal ('Miedo', una de las que mejor cantó, y parece que la leyó de la tableta que tenía enfrente), tomó el papel de mujer empoderada pero romántica ('La fuerza', cuya revisión mejoró a la del disco) y fagocitó el pop marca Fresones Rebeldes ('¿Qué?', entre lo mejor del repertorio, donde dice «Estoy confundida, estoy temblando, te estoy queriendo tanto, tanto, tanto, tanto…»). Aunque estaba todo cogido con pinzas, Ana estaba dando una actuación correcta, y más teniendo en cuenta la dificultad del formato y la falta de público (lo cual quizá jugó a su favor por tranquilizarla).

Las seis primeras canciones, la de la parte 'buena', pertenecen a su disco 'Bujería'. Pero entre tantas del largo concierto, 15, o sea quince, ¡de las que no presentó ninguna!, alguna pareció de relleno ('Jardines de marzo') y lo peor es que en general el globo se fue desinflando. Ella, con su flequillo a lo Vanesa Martín y bajo la mirada atenta de Manuel, se imbricó con el Donosti Sound (a lo Le Mans y La Buena Vida su primerizo 'Corpus Christi') y se atascó una vez más con letras mal musicalizadas (la de La Lotería: 'Muero de amor', con buen fondo de titilante post-rock de Manuel pero mala entonación de Ana, que cantaba: «Cada vez que me miras, muero de amor / Y hasta cuando me esquivas yo muero de amor»).

La getxotarra siguió hundiéndose progresivamente (feble 'Sentido común', la de «soy vulnerable cuando te encuentro», la de «a veces solo me tranquilizaría pegarte muy fuerte»; ¡recuerden que ella canta en primera persona!), pegándose también con las frases, con los versos (la algo afrancesada '9,6', una de las simas), y tornándose vanamente evanescente ('Dinamita', incluso la guitarra de Manuel parecía más disruptiva que otra cosa) y hasta molestamente abrupta ('La pieza que me falta', quizá la sima de la cita, y eso que el escudero compensó con fondos vía Chris Isaak), antes de remontar una tanto pellizcándonos superficialmente en las dos del adiós: 'De momento abril', otra primeriza y tipo Tulsa orgánica, y la leída 'Fuerza mayor'.

Pudo haber estado peor, ¿eh?

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