Bernardo Atxaga y Mikel Azpiroz reactivando el ciclo 'Literatura eta Musika Euskaraz'
El BAfle ·
El escritor guipuzcoano y el pianista donostiarra alternaron sus talentos en el Arriaga, en una cita única bautizada 'Denbora, kantak eta islak'Tras el parón obligado por la pandemia, este martes se reinició el ciclo 'Literatura eta Musika Euskaraz', organizado entre el Teatro Arriaga y el Área de Euskera del Ayuntamiento de Bilbao. Un centenar de almas raspado, ¡a 18 euros la entrada!, se congregó para atestiguar la cita, bautizada 'Denbora, kantak eta islak' y encabezada por el escritor guipuzcoano Bernardo Atxaga, quien conferenció cercano a la gente y reservando huecos para el pianista donostiarra Mikel Azpiroz (líder de Elkano Browning Cream, miembro de The Travellin' Brothers…), quien aportó lucidas pinceladas a los marfiles.
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Hablando mediante un pequeño micro adherido a su mejilla y siguiendo un guion colocado sobre el atril, en esencia Atxaga reflexionó sobre la velocidad del devenir en las cosas, pues según él el tiempo no corre igual de rápido para una piedra que para un mosquito. Lanzó una andanada contra la novela clásica 'Robinson Crusoe' tildándola de racista y capitalista, recordó sus tiempos de reuniones literarias en la cafetería del Arriaga (cerrada tras las inundaciones de 1983) en el seno del grupo Pott (donde se codeaba con Joseba Sarrionandia, Ruper Ordorika, Jon Juaristi, etc.), y leyó dos poemas de su libro descatalogado 'Etiopía' ('Herloiarena' y 'Kalatxoriak' –gaviotas-, ambos versionados por su amigo el cantautor Ruper Ordorika).
Y Atxaga sostuvo que una canción de cuna apenas varía con el devenir, que una nana de ahora es igual a una de hace miles de años. Y con esa comparación recordó que cuando estudiaba Económicas en Sarriko, hace más de 40 años, en el cercano barrio de Deusto escuchó a una señora cantar la nana 'Obabatxue' y eso le sirvió como inspiración, como catalizador para imaginar el mundo mágico de su obra maestra 'Obabakoak'.
La melodía de 'Obabatxue' sonó en las partes protagonizadas por Mikel Azpiroz, que en total depositó 9 piezas (contando la coda repetida con la misma canción de cuna) durante los 77 minutos de encuentro en los que extrañamente sólo se aplaudió al final (lo cual prefería el pianista, como nos explicó al acabar el recital: los aplausos le habrían dificultado la concentración, alegó).
La parte musical se ejecutó en el piano gran cola Steinway & Sons modelo D del Arriaga, inaugurado por Joaquín Achucarro en 2005. Una anécdota: hace una semana, en el Casino de Soria, Mikel tocó un Steinway & Sons de 1886 con el que hace un siglo llegó a tocar también el poeta Gerardo Diego, durante dos años ahí destinado como catedrático en el Instituto General y Técnico de Soria (hoy Instituto Antonio Machado).
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El encuentro único del martes en el Arriaga (porque no se repetirá) se llamó 'Denbora, kantak eta islak', esto último por el tercer álbum en solitario del pianista: 'Islak'. Y con un sonido levemente tímbrico, absolutamente moderno y nunca estridente, Azpiroz se dejó llevar. Abrió plaza muy americano a lo Bob Seger ('Bals Malgua / Vals flexible'), unió tres piezas sin interrupciones y pasando sin brusquedades del jazz minimal a la cámara elegante (la nana 'Obabatxue', 'Horizontera' y 'Koro Lo'), tras otro pasaje verbal de Atxaga Azpiroz incidió en la música de cámara pero siempre dotada de swing ('Garai onak'), y ya hasta el final fue etéreo y culto en la clásica ('Islak'), a su vez también reflexivo más que contemplativo, y con más alma que James Rhodes ('Neguko Ibaia'), quizá la cima melómana fuera un blues muy Radiohead ('Zuri') y, tras la coda repitiendo 'Obabatxue', por fin el silente respetable aplaudió, y lo volvió a hacer al despedirse los dos intervinientes en esta cita que reinicia el ciclo ciclo 'Literatura eta Musika Euskaraz'.
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