Tras quince años de ausencia, reaparecía en Bilbao la soprano norteamericana Sondra Radvanovsky exhibiendo la calidad vocal y el sentido artístico que ya entonces demostró ... al interpretar la Rusalka de Dvorak. Su programa, salvo el clasicismo que no abordó, abarcó las etapas más importantes de la historia del canto, empezando por el primer barroco con Giulio Caccini , siguiendo con una parada en la época del iluminismo de Gluck, para luego adentrarse de lleno en el romanticismo de Bellini y finalizar con varios autores del verismo. No resulta fácil pedir algo más a una artista que cantó de manera magistral los diferentes estilos musicales citados. Su corpórea voz, tan llena, de color tan agradable, aterciopelada y poderosa, deambuló por derroteros propios de una voz más lírica que la suya y además con mayor efectismo.
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En Bellini, por ejemplo, nos dio a conocer una faceta más dramática y con mayor carga sentimental que las versiones más etéreas que acostumbramos a escuchar a las sopranos liricas. En 'La Ricordanza' del compositor siciliano con música adaptada del aria de la locura de 'I Puritani', alardeó de fiato, de absoluto control vocal y una expresividad del dolor que contagió al respetable. Su muestrario técnico se reflejó también en el final de 'Il Pirata', con el aria de Imogene 'Cor Sorriso d'innocenza'.
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