'El ángel de fuego': los fantasmas que vuelven
La ópera de Prokófiev hace historia en el Teatro Real con un montaje de Calixto Bieito que elude el marco sobrenatural de la novela de Briúsov
Asier Vallejo Ugarte
Lunes, 28 de marzo 2022, 01:30
El camino de 'El ángel de fuego', la ópera maldita de Prokófiev, hasta los escenarios españoles ha sido tortuoso desde que la novela de Briúsov ... llegara a sus manos en 1919. Su gestación se prolongó durante casi una década y una vez terminada hubo de ver cómo los teatros la rechazaban por la dificultad de la música y la naturaleza del libreto. Su estreno mundial con escena hubo de esperar hasta 1955, poco después de su muerte, no en la Unión Soviética sino en Venecia, no en ruso sino en italiano. Nunca hasta estos días se había representado en España.
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Seguramente el Teatro Real sabía que arriesgaba al programar esta historia de fantasmas, satanismo y magia negra con la que Prokófiev había de expresar «un intenso dramatismo y terror», aunque viese la necesidad de evitar los elementos sobrenaturales. Así que todo se desarrolla en la mente de Renata, la joven protagonista de la historia, como resultado de los traumas de su infancia, de los fantasmas que siempre vuelven. Lo que no podía imaginar el Real es que la ópera se iba a representar en tiempos de guerra en Ucrania, la tierra natal de Prokofiev, y que todas las funciones acabarían comenzando con la orquesta interpretando el himno ucraniano.
La brutalidad de los trabajos más radicales de Bieito solo se entrevé en la escena del exorcismo
El montaje de Bieito ahonda en la idea del compositor de eludir lo sobrenatural de la novela de Briúsov y traslada la acción de la Alemania preluterana a los años 50 del siglo pasado, situándola en el seno de una pequeña comunidad ajena al mundo de los ángeles, los demonios o las brujas. Bieito cuenta su historia, la historia de una joven maltratada por sus recuerdos, abusada por las personas que la rodean, aferrada a una bicicleta que representa su libertad. Y el enorme bloque giratorio de apartamentos que ocupa el centro del escenario proporciona a su vida una atmósfera opresiva y fantasmagórica en la que no brilla la luz del sol: en el mundo interior de Renata es siempre de noche. Bieito juega magistralmente con la psicología de los personajes y solo en la escena del exorcismo deja entrever la brutalidad de sus montajes más radicales.
Entrega vocal y magnetismo
Una de las causas que impidieron el despegue de 'El ángel de fuego' fue la dificultad que reunir un elenco que pudiera hacer frente a las exigencias. El papel de Renata demanda a la vez una soprano capaz de imponerse a una gran orquesta y una actriz con abundancia de matices. Si la labor de Ausrine Stundyte en el primer reparto ha sido unánimemente reconocida, la de Elena Popovskaya merece también ser valorada por su entrega vocal y magnetismo.
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Los demás cantantes cumplieron impecablemente (destacaron Dimitris Tiliakos, Olesya Petrova y Nino Surguladze) bajo la batuta de un Gustavo Gimeno que describió con dureza el temblor de la música hasta su enigmático desenlace, ese acorde de dos notas que presagiaba un futuro oscuro para Renata ante su bicicleta en llamas: volverán los fantasmas, pero nunca su libertad.
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