«Si alguien no te cae bien, es muy difícil hacer música juntos»
La violinista Ana María Valderrama y la pianista Rosa Torres-Pardo dan en Bilbao sus primeros conciertos juntas: «Las dos nos entregamos»
En una sala de ensayo de la quinta planta del Euskalduna, la violinista Ana María Valderrama y la pianista Rosa Torres-Pardo acometen un preludio ... de Gershwin. La diminuta estancia se transfigura durante unos minutos, con esa dosis extra de magia que generan los músicos de primer nivel en las distancias cortísimas. En determinado momento, envueltas en las melodías noctámbulas y los acordes jazzísticos del compositor norteamericano, las dos intérpretes cruzan la mirada y se sonríen, con un gesto que no venía indicado en la partitura pero que encaja perfectamente en el espíritu de la pieza. Nadie diría que Ana María y Rosa no habían tocado juntas hasta hace tres semanas, cuando hicieron el primero de los ensayos para sus conciertos de Musika-Música.
Las violinista y la pianista, que comparten agencia, se conocían desde un encuentro en San Petersburgo. Antes de aquello, ya se seguían mutuamente con interés y admiración, pero hizo falta el empujón del festival bilbaíno para que ambas sumaran fuerzas en un proyecto común. Tuvieron que hacerlo, además, con cierta prisa. Lo primero fue decidir el programa: las intérpretes se llamaban por teléfono para lanzarse sugerencias y compartir entusiasmos. ¿Ninguna vetó una propuesta de la otra? «En general estábamos de acuerdo en todo, aunque lo discutimos bastante. Hemos elegido un repertorio centrado en la Sonata de Elgar, que son palabras mayores. Es una gran pieza que se conoce poco, y el resto de las músicas se adapta un poco a ella», explica Rosa.
Ahí llegó el momento de pasar de la teoría a la práctica y comprobar si la sintonía personal se trasladaba al plano musical. ¿O quizá una cosa implica por fuerza la otra? «A mí la parte personal me parece muy importante. Hay un componente de empatía y simpatía y, si alguien no te cae bien, es muy difícil hacer música juntos. En este caso, ha sido todo lo contrario», analiza Ana María. «Nos caemos bien y vamos por los mismos lugares», resume Rosa. ¿Serían capaces de identificar en qué consiste ese enfoque compartido? «Nos parecemos en que las dos nos entregamos mucho, tocamos muy convencidas, muy de verdad. No somos nada frías ninguna de las dos. En eso hemos congeniado muchísimo, y se nota: ¡es un gusto estar en el escenario con alguien totalmente implicado! Tocar con pianistas fríos, como que no», desarrolla Ana María.
La violinista ha llegado a Bilbao un poco enferma y lo sobrelleva con paracetamol: «Pero en el escenario no se nota para nada. Estás tan entregada que ni te acuerdas. Eso sí, das tanto que seguramente después me pondré peor», se resigna. Además, tiene tarea extra, porque ha de estar pendiente de dos criaturas: su hijo de un año y su violín, que no es humano pero sí está un poco vivo. La maternidad ha supuesto un punto de inflexión en su día a día, eso ya se podía prever, pero también en su modo de afrontar la música: «Ahora estudio de otra manera, mucho más efectiva que antes. Tengo menos horas y las aprovecho mucho, aprendo a otro ritmo. También hay cierta profundidad que antes no entendía y de alguna manera me ayuda: me da una nueva dimensión a la hora de entender la vida. Y, además, estoy menos nerviosa que antes, porque me sigue importando muchísimo pero ya no me va la vida en ello», reflexiona. Rosa Torres-Pardo la respalda: «El amor, la ternura, todas esas cosas afloran en piezas como la Sonata de Elgar». El compositor británico había dedicado la obra a una amiga y, cuando ella murió, la completó con «un pasaje que la recuerda con mucha nostalgia».
Cabeza de toro
El violín, siete años mayor que el niño, se lo fabricó 'a medida' el lutier alemán Stephan von Baehr. «Va siempre conmigo. Los violines suenan distintos según qué persona los toca: una amiga tiene uno del mismo 'padre' y al principio sonaban muy parecido, pero han evolucionado de manera diferente», explica. «Yo tengo un amigo guitarrista que ponía la guitarra al lado de los bafles para que vibrara con la música», comenta entre risas Rosa Torres-Pardo, que disfruta de esa dudosa ventaja de los pianistas: siempre viaja ligera, sin complicaciones, pero ha de intimar con un instrumento diferente en cada concierto. «Durante bastante tiempo, cuando no había crisis, Yamaha me puso un piano -relata-. Me lo trasladaban de un sitio a otro, incluso con la cabeza de toro que llevaba cuando hacía 'Iberia'. Así que tocaba siempre el mismo piano, y eso me encantaba, pero la verdad es que sonaba cada noche de manera distinta, según la acústica. Y, cuando dormía en frío, llegaba destemplado».
Las intérpretes madrileñas han arropado la composición de Elgar con piezas breves de ambos lados del Atlántico, que cambian en cada uno de sus dos conciertos de Musika-Música. Hoy será el turno de 'Canzone' de Barber («una melodía muy bonita»), 'Hoe-down' de Copland («para soltarse la melena») y las 'Canciones inglesas' de Albéniz: «Me las descubrió Rosa, que las tiene grabadas con cantantes. Es un Albéniz desconocido y muy interesante», elogia la violinista. Y su compañera asiente con entusiasmo: «Es una música celta y, de repente, jazzística, con unas armonías muy nuevas para aquel tiempo».
Hace unos años, las dos habrían cumplido con el ritual de dormir una buena siesta antes del concierto, pero ya no es una costumbre tan sagrada como antes. A Ana María Valderrama no le faltan cosas más importantes que hacer: «Desde que nació mi hijo, ese ritual es una de las cosas que se han ido. Antes de salir estaré dándole el pecho», suspira. Y Rosa Torres-Pardo le quita importancia: «Estás en capilla y tienes que concentrarte, en silencio, sin desgastar energías. Pero he hecho conciertos con cantantes que buscan lo contrario, no dormir y seguir hablando y cantando, y al final te das cuenta de que no pasa nada. El que nunca debe fallar es el ritual de la cerveza después del concierto. Piensas en eso y te serenas».
Al detalle
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Ana María Valderrama. Violinista. Debutó como solista con el director Zubin Mehta. Ganadora del Concurso Pablo Sarasate.
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Rosa Torres-Pardo. Pianista. Premio Nacional de Música 2017.
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Su concierto de hoy. A partir de las 21.30, interpretarán 'Canzone' (Barber), la Sonata de Elgar, 'Canciones inglesas' de Albéniz y 'Hoe-down' de Copland.
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