El Museo de Reproducciones invita a un viaje en el tiempo a la antigua Atenas
Una muestra abierta hasta el 21 de mayo muestra cómo medían el tiempo y cómo celebraban los festivales
A uno de «los mejores museos de Europa», tal y como describe el Museo de Reproducciones Artísticas la diputada de Euskera y Cultura, Lorea Bilbao, con una de las mejores colecciones en su ámbito, le faltaban aún algunas piezas de determinado periodo para seguir presumiendo de tener esa «colección única en nuestro entorno». Las que se han sumado en los últimos meses, llegadas directamente del Museo de la Acrópolis de Atenas, vienen a llenar ese hueco, el referido al arte arcaico, entre el 620 y el 480 a. C. Entre ellas está la reproducción de la Kore del Peplo, una escultura del año 530 a.C. que representa la imagen de una doncella; también la Kore de Quíos y el Efebo Critio, por citar solo dos de las nuevas piezas del museo.
Con ellas y otras ocho se construye la exposición 'Bizitzaren neurria. Un año de festivales', un viaje a la antigua Atenas que muestra al público cómo medían el tiempo entonces y cómo celebraban los distintos momentos del año. Festivales, en la antigua Atenas, había muchos, como señalan la directora del Museo de Reproducciones y la comisaria de la muestra, Sorkunde Aiarza e Itziar Martija respectivamente. En esta exposición, que estará abierta hasta el 21 de mayo, se han tenido en cuenta sobre todo aquellos que tenían como protagonistas a las mujeres.
Columpio con hojas y uvas
La copia de la Kore del Peplo, en la que se enseñan los restos de policromías del original, es la estrella de 'Bizitzaren neurria. Un año de festivales'. Figuras como esta, de mujeres jóvenes, completamente vestidas con una mano siguiendo la línea vertical del cuerpo y la otra flexionada en actitud de ofrendar, han aparecido en grandes cantidades en la Acrópolis de Atenas. Esta en concreto sería una representación de la diosa Artemisa. Otras piezas de la muestra hablan del culto a Demeter, a Atenea, a Dioniso. Hay un columpio con hojas y uvas, que hace referencia a una costumbre de la época que hunde sus raíces en un mito; hay una lechuga, y esa también tiene su explicación en una celebración concreta.
Para saber cuándo celebrar cada festividad, era necesario poder medir el tiempo y hacerlo de la manera más exacta posible. Sin una medición correcta de los años, los meses, los días y las estaciones, los festivales habrían perdido su sentido porque cada año se habrían hecho en una época diferente. Por eso la exposición dedica una parte a explicar cómo se establecía el calendario, cuál era la importancia de la luna -que aparecía en todas las monedas- en el día a día y cómo se sincronizaba el calendario lunar con el Sol y las estrellas, con qué herramientas se hacía. Un verdadero «viaje en el tiempo» a la antigua Atenas.