Ver fotos
El Museo Guggenheim aborda la evolución estilística de Joan Miró
La exposición del artista catalán estará abierta al público a partir del 10 de febrero y finalizará el 28 de mayo de 2023
GERARDO ELORRIAGA
Viernes, 13 de enero 2023, 13:56
El Museo Guggenheim mostrará el período más fértil en la trayectoria artística de Joan Miró. El próximo 10 de febrero, la entidad inaugurará una muestra enfocada en su estancia parisina, entre 1920 y 1945, cuando el artista catalán elabora las claves de su lenguaje. 'La realidad absoluta' parte de su primer viaje a la capital francesa, ávido de libertad personal y creativa, y desemboca en la elaboración de la serie 'Constelaciones', ese universo de formas que parecen flotar en un espacio de ambiguo significado.
Publicidad
La interpretación poética explica su periplo, un recorrido complejo con escalas en las grandes tendencias de las vanguardias históricas. La muestra parte de su periodo de formación en Barcelona, su ciudad natal, en los años diez cuando el desarrollo industrial y la eclosión de una opulenta burguesía impulsaba una efervescencia cultural con afanes nacionalistas. Las primeras obras de un joven estudiante, centradas en la figura y los motivos vegetales, reflejan una visión guiada más por la lectura emocional que la búsqueda del efecto naturalista.
La fascinación por las corrientes que llegan del otro lado de los Pirineos explica ese interés. El posimpresionismo y el cubismo ya se advierten en su pincelada. Como ocurrió con otros muchos creadores europeos, su marcha evidencia el anhelo de integrarse en esa comunidad arraigada en Montparnasse donde conoció entre otros, a Pablo Picasso, Pablo Gargallo y André Masson.
Las obras detallistas, con el culmen en 'La Masía', constituyen el punto de partida de la exposición. La minuciosa caligrafía con la que pinta árboles, plantas y animales, remite a una visión dominada por los sentimientos que por los sentidos. El joven Miró proyecta en el exterior su concepto poético de la existencia.
La ruptura con el pasado tiene lugar en su primer estudio de la Rue Blomet y su contacto con cualificados representantes del surrealismo. El espectador se encontrará con obras que se sacuden la fidelidad a la realidad exterior y se antojan un crisol de las corrientes formales en auge. Las denominadas pinturas oníricas se aíslan del entorno y de la necesidad de una lógica narrativa. El artista se deja influir por maneras de hacer como el automatismo, la fragmentación, la inclusión visual de textos líricos o la unión arbitraria de imágenes sin conexión alguna. La aparente improvisación de los motivos, una cuestión debatida a la hora de comprender a Miró, se contradice con la aparición de bocetos que prueban la compleja factura de estas piezas.
Publicidad
El periplo por la experimentación nos conducirá hasta su nuevo lugar de trabajo en la Rue de Tourlaque, a mediados de los años veinte. El observador compartirá esa progresiva y atractiva pérdida del anclaje con el objeto exterior y los recursos más académicos. Las grandes dimensiones, la horizontalidad y los fondos de colores intensos caracterizan esta época. El artista renuncia a las volumetrías, los sombreados y la perspectiva.
Las superficies planas muestran formas estilizadas de astros y animales que parecen flotar. Ese espíritu radical es recompensado con el favor de crítica y público para sus pinturas y dibujos. El autor, convertido en una de las figuras descollantes de la escena parisina, colaboró con Max Ernst en la elaboración de diseños para la versión de 'Romeo y Julieta' de los Ballets Rusos de Diaghilev.
Publicidad
La barbarie llega tanto a Europa como a Miró en la década posterior. Los personajes monstruosos ubicados en escenarios inquietantes nos hablan de la atmósfera inquietante generada por la contienda civil y los tambores de guerra que suenan en el corazón de Europa. El artista renuncia a la estrategia común de los surrealistas, proclives a las tesis comunistas de André Breton, y se reafirma como una personalidad singular centrada en su exploración estética.
El expresionismo se anticipa en sus pinturas sobre cobre, papel de lijar, celotex y paneles de masonita. El artista apuesta por la intensidad utilizando materiales de colores intensos y texturas. Sus brochazos negros y campos de color sobre fondos terrosos suman dramatismo con el recurso al agujerado de la superficie.
Publicidad
El nacimiento de las 'Constelaciones' culmina nuestro viaje por la creación del joven Miró, el artista que conquistó París. Durante la Segunda Guerra Mundial, el artista se recluyó en una villa en la localidad normanda de Varengeville-sur-Mer. Una nueva vuelta de tuerca tuvo lugar en este lugar alejado de su etapa más social. La inspiración llegó de una circunstancia tan común como el secado sobre papel de de pinceles mojados en aguarrás. La mancha resultante estimulaba el dibujo a carboncillo de animales, astros o figuras humanas. Tras esta fase, completaba a gouache ese imaginario de formas que dan lugar al universo propio y que, a menudo, nos remite, en su simbolismo y fragmentación, a la cosmovisión cercana al hombre prehistórico.
Miró abandona Francia tras esta última aportación. La exposición se cierra con el regreso a España y la elección de Mallorca como residencia. El desenlace es otro giro creativo más, y supone la vuelta a las grandes pinturas sobre fondo blanco en las que sigue incidiendo en ese lenguaje de formas y signos que le han proporcionado su inequívoca identidad.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión