Escalera interior de Azkuna Zentroa. jorge conde

Antiguas fábricas de Europa reconvertidas en centros culturales

Jorge Conde expone fotografías de 125 antiguas fábricas europeas que se han reconvertido en centros culturales, entre ellas la Alhóndiga

Martes, 16 de febrero 2021, 00:55

Jorge Conde es un artista todoterreno, formado en Barcelona, California, Londres, Cuernavaca (México) y Roma. Domina las disciplinas del vídeo, la pintura, el dibujo y ... la fotografía, además de la música. Tiene 53 años y ha culminado un trabajo titánico. Durante más de una década, entre 2009 y 2020, absorbió toda la información posible (histórica, arquitectónica, económica, laboral...) sobre 125 infraestructuras industriales reconvertidas en espacios culturales a lo largo y ancho de Europa; y al mismo tiempo, mientras digería una cantidad monumental de datos y anécdotas, se plantaba delante de los recintos para fotografiarlos y grabarlos desde todos los ángulos. Con precisión de cirujano y sensibilidad de coreógrafo.

Publicidad

Jorge Conde

Licenciado en Bellas Artes por la Universitat de Barcelona. Estudia Música y Artes Visuales en la University of California y se forma en el Chelsea College of Arts and Design de Londres. Artista residente en el Museo Siqueiros de México y en la Real Academia de España en Roma.

Antiguos mataderos, tabacaleras, astilleros, centrales eléctricas, molinos de harina, mercados de abastos... y hasta industrias de pompas fúnebres que antaño trabajaban a pleno rendimiento han desfilado ante el objetivo de su cámara. Desde Islandia a Malta, pasando por Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Chequia, no se le ha escapado nada. Su misión era rastrear moles urbanas cargadas de simbolismo industrial y efervescencia creativa en la actualidad. Llegó a abarcar más de 60 ciudades (incluidas las tres capitales vascas) de 16 países. En Euskadi no dudó en captar la imagen de Azkuna Zentroa, Tabakalera y el Centro Montehermoso de Vitoria, «tres ejemplos magníficos cada uno en su estilo», elogia el artista barcelonés.

Gran parte del material que ha recopilado forma parte de la exposición 'Estas ruinas que (no) ves son una promesa' que acoge la Antigua Fábrica de Tabacos de Madrid hasta abril. De momento ha hecho una selección de 140 fotos, 17 vídeos y 3 bandas sonoras, pero hay mucho trabajo inédito que no tardará en salir a la luz. «El objetivo es que la muestra sea itinerante y se vaya presentando en los espacios que forman parte de la propia exposición. Eso me permitirá dar protagonismo en cada momento a un centro concreto, ya sea el matadero de Viena o cualquiera de los tres espacios del País Vasco», explica Conde.

Detalle del depósito de aguas del Centro Cultural Montehermoso de Vitoria. jorge conde

Tiene torres y torres de discos duros con archivos gráficos y sonoros. Incluidos sonidos ambientales, lo mismo voces de niños que el traqueteo de un montacargas o de un compresor de ventilación. «Todo ello acaba fusionado sobre una base electrónica que compongo yo. Esa es la banda sonora de la exposición. Una atmósfera en la que se funde, de alguna manera, lo industrial y lo contemporáneo». Ahí reside la clave de su trabajo: quiere sumergir al visitante en un limbo temporal, un choque entre el pasado y el presente, «con el interrogante de qué medidas tomar para el futuro, porque una vez que se supere la pandemia está claro que no podremos vivir igual que antes».

Publicidad

La crisis financiera de 2008

El origen del proyecto de Jorge Conde se remonta a la crisis financiera de 2008, desatada por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos. El sistema económico a nivel mundial sufrió entonces una sacudida brutal. «Todo aquello fue un acicate para mí. En aquella época, ya llevaba años fascinado por las posibilidades que ofrecen las estructuras industriales que se han reinventado como espacios culturales», confiesa con entusiasmo. Los efectos del paso del tiempo y la capacidad para sobrevivir, cueste lo que cueste, siempre le han llamado poderosamente la atención.

La debacle de 2008 le animó a profundizar en esa línea, fotografiando edificios sin parar, año tras año, hasta que inopinadamente llegó la pandemia. «Mi último viaje fue a Düsseldorf, los primeros días de febrero de 2020. Luego vino el periodo para diseñar la exposición y terminar la edición de los vídeos». En sus planes y reflexión no tenía cabida en principio el coronavirus. Pero es una realidad que refuerza aún más si cabe el concepto y mensaje de su exposición. «Sí, la verdad que el sentimiento de fugacidad y reorientación está ahí. Todos estamos ahora sufriendo un proceso de transformación».

Publicidad

El Centquatre albergaba los servicios de pompas fúnebres de París. Circuito en la azotea del Edificio Lingotto, antaño fábrica de Fiat en Turín. Chimenea del centro Tramway de Glasgow, sede del Scottish Ballet. jorge conde

La imagen imponente del Edificio Lingotto, en Turín, es una de las estrellas de su exposición. Ahí está ese bloque de cinco plantas, antigua fábrica de coches de Fiat, con una azotea que incluye un circuito de pruebas de 2,4 kilómetros de largo. No le faltan curvas peraltadas de 180 grados. Una locura magnífica, propia de la familia Agnelli en sus mejores tiempos. Se inauguró en 1923 con el sello del arquitecto Giacomo Mattè-Trucco. Ahora es un complejo con salas de conciertos, cines, centros de exposiciones, tiendas y un hotel. Ya nadie se atreve a conducir a toda pastilla por la azotea pero se puede visitar. En lo más alto todavía se huele la velocidad y la energía.

Y lo mismo sucede al pasear por los pasillos de las instalaciones del centro Tramway, en Glasgow, donde sudan la camiseta las chicas y chicos del Scottish Ballet. Allí, hasta mediados del siglo XX, se almacenaban los tranvías. «Yo no reivindico el pasado ni mucho menos pero sí la memoria. Son cosas distintas. Lo que me interesa es conocer el origen de estas construcciones y su evolución. Da que pensar, por ejemplo, descubrir un lugar lleno de vida en una estructura que antaño albergaba los servicios de pompas fúnebres municipales...», reflexiona el artista al recordar su paso por el famoso Centquatre, en el distrito 14 de París. La última vez que estuvo allí había un sinfín de compañías de teatro ensayando y en la calle se agolpaban los chalecos amarillos. Una vorágine caótica y cargada de ilusiones. «¿Conclusión? Que la actividad y la vida nunca cesan».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad