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Siempre hay alguien andando en una cinta de gimnasio, con la mochila a la espalda, durante la representación de 'Ni flores, ni funeral, ni cenizas, ... ni tantán', la obra que se estrena esta semana en el Arriaga en euskera (jueves) y castellano (viernes y sábado). María Goiricelaya, autora y directora, plantea un viaje por el Camino de Santiago como metáfora de la vida y sus etapas, en especial la última. Aborda «el buen morir» y los cuidados paliativos en un proyecto vitalista «donde también hay mucho humor» que surgió durante su residencia artística en el Centro Dramático Nacional.
La dramaturga bilbaína fue seleccionada junto a otros tres autores entre más de 300 candidaturas a finales de 2021. Fiel a su propósito de hablar de temas de actualidad que conmueven con La Dramática Errante, la compañía que ha fundado junto a Ane Pikaza, siguió muy de cerca el debate sobre la Ley de Eutanasia y visitó la Unidad de Cuidados Paliativos en San Juan de Dios. Cree que nuestra actitud ante la muerte tiene que ver con «cómo se ha tratado este tema en la cultura occidental, con gran peso de la religión. No conseguimos abrazarla como parte de la vida y eso genera mucho dolor. Este espectáculo nos invita a reflexionar sobre eso».
Lo hace a través del viaje de un padre y su hija, uno de los cuales está enfermo, por el Camino de Santiago. Les dan vida Patxo Telleria y Ane Pikaza acompañados por Aitor Borobia, Egoitz Sánchez, Idoia Merodio y Loli Astoreka, que interpretan a otros peregrinos y personajes que les salen al paso. También a la madre de la familia y a los médicos, porque la acción se traslada en ocasiones a una habitación de hospital. La escenografía de David Pascual es sencilla y maleable. Al fondo hay una pantalla en la que se proyectan imágenes filmadas en el Camino por Estudio Gheada e Igor García Piñas.
Rodaron en verano en Roncesvalles, Burgos, León, Galicia... antes de los ensayos. El material audiovisual es abundante y tiene mucho peso, incluso hay escenas que se duplican en el escenario y la pantalla, hasta el punto de que han llegado a definir la obra «como una road movie entre la vida y la muerte». Hay momentos oníricos, canciones y vivas a la Virgen de Guadalupe. «¡Buen camino!», se escuchaba en el pase gráfico. Los personajes se hacen preguntas sobre sus horizontes y deseos mientras brindan con aguardiente casero. «¿Y si os quedara poco tiempo, qué os gustaría hacer?». «Un viaje a Nueva York». «Estar con mi gente». O, simplemente, «caminar».
Esta obra conmueve desde el título, y no es por casualidad. Según ha explicado Ane Pikaza. durante la enfermedad de su tío escribió «un testamento curioso» en el que les decía que no quería despedidas, «ni flores, ni funeral, ni cenizas, ni tantán». Hablan de un tema imposible de eludir en un tono vitalista, con chispa. Mediante «el humor, la ternura y la conciencia social» invitan a reflexionar sobre cómo afronta cada persona el final de la vida, «y sobre decisiones que quizás no hemos tomado». Esta nueva producción de La Dramática Errante, que con 'Yerma' ganó un Max y con 'Altsasu' fue finalista a mejor espectáculo teatral, tiene ya cerrada una gira con 30 fechas en su particular Camino de Santiago.
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