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Carlos Arrojo
Certamen Relato Breve 'En Cuarentena'

Y seguirán los pájaros cantando

Seguimos con la publicación de una selección de relatos breves presentados al concurso 'En cuarentena', que organizan EL CORREO y la UPV

ERASMUS DE TARSE

Viernes, 15 de mayo 2020, 22:32

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Desde mi ventana no vi que se cayeran las tardes por el ocaso terminal del día ni la penumbra rozando las copas de los árboles, no estuve en el primer amanecer de la primavera haciendo manojos de flores en los barrancos, me perdí la mañana con sus calles dentro y sus gentes risueñas, no pude comprobar el mediodía de los esteros y los edificios verticales de mi mundo, no me dieron las dos en la taberna ni tuve el abrazo de la copa en los labios deseosos, no me hicieron la siesta de sosiegos, se me cansó el tiempo de tanto desusarlo, nos había matado por un momento la prudencia y me hice el dormido para no seguir oyendo la estadística de los contagios.

Desde mi ventana vi moverse la soledad de un lado a otro sin anuncios posibles ni regresos, con el dolor como castigo y las máscaras como refugios, vi a los hombres cuando lloraban en el miedo y a los niños encerrados entre cristales opacos, vi las luces a media asta porque la muerte pasaba sin remedio, vi cómo se tragaban las lágrimas los afligidos; no pude estar cuando se llevaron a quienes yo amaba, nadie me mandó hablar, nadie me necesitó, yo contaba aún entre los vivos y me resistía a quebrarme, escribí a la nada para solicitar perdón por tanta libertad mal hecha, aplaudí, canté, grité y soñé como un vicioso, comprendí más a los presos y admiré a los olvidados de bata blanca que se jugaban en cada instante la hospitalidad del día siguiente o el olvido, los elegí como mis posibles cómplices en este trance del sinvivir. Con las mismas palmas de las manos quise acariciar de nuevo la esperanza.

He tocado como nunca el silencio en las cuerdas imaginadas de mi utopía, me he perdido en pensamientos y he vaciado la nostalgia para poder soportar la carencia de un beso. Me he visto ensimismado en los barrotes de oro de mi jaula mientras alguien vestido de humanidad y conciencia soltaba para siempre sus jilgueros al aire infinito. Los pájaros se fueron sin piar un insulto, tal vez para ellos tuvo significado nuestro encierro.

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