Y Remedios la Bella ascendió al cielo
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Un libro recoge un diálogo en 1967 entre Vargas Llosa y García Márquez, en el que este desvela algunas claves de 'Cien años de soledad'En la localidad colombiana de Aracataca, hace casi un siglo, una muchacha muy hermosa y de carácter simple se fugó de casa para irse con ... un hombre. Para eludir la vergüenza ante un comportamiento tan alejado de las buenas costumbres, la familia explicó la desaparición de la chica con toda seriedad: había salido a doblar unas sábanas al jardín de la casa y desde allí subió al cielo. ¿Le suena? Es exactamente lo que sucede con Remedios la Bella, uno de los personajes de 'Cien años de soledad'. García Márquez siempre dijo que todo cuanto aparece en la obra que le proporcionó una rápida celebridad internacional es real. Él mismo desveló el origen de esa parte de su novela en un diálogo que mantuvo con Mario Vargas Llosa los días 5 y 7 de septiembre de 1967 en Lima, y que ahora aparece recogido en 'Dos soledades. Un diálogo sobre la novela en América Latina' (Ed. Alfaguara).
En ese momento de finales del invierno austral, hacía poco más de tres meses que el escritor colombiano, de 40 años, había publicado su novela y ya había vendido para entonces 30.000 ejemplares. Enfrente, Vargas Llosa, de 31, venía de recoger el premio Rómulo Gallegos por 'La casa verde', y era un ídolo para los lectores de todo el continente. El coloquio, organizado por José Miguel Oviedo, tuvo lugar en la Universidad Nacional de Ingeniería, ante un público que incluso ocupaba los pasillos y el estrado. Vargas Llosa, a punto de ser padre por segunda vez -García Márquez sería el padrino de la criatura-, asumió el papel de entrevistador e interrogó al colombiano sobre la novela latinoamericana en general y su obra en particular. La conversación fue tan rica que llevó a organizar una segunda sesión, 48 horas más tarde, para concluir los temas planteados.
García Márquez, que ya había empezado a crear su propio personaje para esconder tras él su timidez, dio algunos ejemplos de lo que en su país se llama 'mamar gallo': bromas expuestas con toda seriedad que confunden a quienes no están advertidos. Así, dijo que había terminado el primer párrafo de su célebre novela a los 17 años, y que decidió ser escritor cuando se dio cuenta «de que no servía para nada». A partir de ahí, una provocación: «Leo todas las noches a Borges pero lo detesto». Y algunas claves. Como que la reiteración de nombres en su novela (Arcadio, Aureliano, Amaranta, Úrsula) está inspirada en su misma familia, pues su madre llamó a uno de sus hijos pequeños igual que el mayor (Gabriel), que ya se había ido de casa, para tener a su lado a alguien con ese nombre. O que en la novela aparecen, en algunos casos enmascarados, personajes de obras de Carpentier, Fuentes, Cortázar y el propio Vargas Llosa.
La función de la literatura
Los dos autores comparten la idea de que la verdadera tarea revolucionaria de un novelista es escribir bien. El peruano defiende que «la buena literatura es irremediablemente progresista» al margen de las opiniones de su autor, y cita en concreto a Borges, que como «creador no es reaccionario». «Ninguna buena literatura sirve para exaltar los valores establecidos», explica el colombiano, uno de cuyos libros favoritos en ese momento era el 'Amadís de Gaula'.
«Escribir es una vocación excluyente, todo lo demás es secundario», defendió García Márquez ante un auditorio tan extenso que el segundo día fue necesario instalar altavoces en otras salas para que algunos centenares de estudiantes y profesores más pudieran seguir el coloquio. En esa ocasión, el escritor colombiano confesó que llegó a empezar 'El otoño del patriarca' cuatro veces, porque no daba con el lenguaje para el relato del dictador de 180 años que narra en primera persona.
«Leo todas las noches a Borges, pero lo detesto», llega a decir el escritor colombiano
Rechazando cualquier mística sobre el trabajo realizado por quien vive en la miseria -él mismo había tenido que empeñar enseres domésticos para comer mientras escribía 'Cien años de soledad'-, también defendió la comodidad y la estabilidad emocional como el entorno más adecuado para la creación. «No se puede escribir cansado», llega a decir.
Los dos escritores se habían conocido en persona solo cinco semanas antes y planeaban escribir a cuatro manos una novela sobre una guerra entre Colombia y Perú. La amistad más famosa de la literatura latinoamericana, tanto que Vargas Llosa llegó a hacer su tesis doctoral sobre la obra de García Márquez, estaba en su punto álgido. Nueve años después, un puñetazo por razones nunca aclaradas terminó con su relación. Remedios ya estaba en el cielo.
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