«Privar al lector de parte de la historia me parece apasionante»
El dos veces Premio Euskadi de Literatura presentó ayer 'Silueta' en la Azoka, una novela compuesta por 31 críticas sobre un libro jamás escrito
Harkaitz Cano (Lasarte, 1975), voz indispensable de la literatura en euskera desde los años noventa, regresa con su nueva novela, 'Silueta', de la editorial Susa, presentada ayer en la Feria de Durango. El dos veces Premio Euskadi de Literatura -'Belarraren ahoa' (2004) y 'Twist (2011)- vuelve a reivindicar su dominio literario, trasladando su mirada a un territorio donde lo que no se dice pesa tanto como lo explícito; un desafío para el lector y una demostración de la capacidad de la literatura vasca para reinventarse y conmover.
-'Silueta' es una novela construida con 31 críticas literarias sobre un libro jamás escrito. ¿Suele leer las valoraciones sobre su trabajo?
-Es inevitable hacerlo, una especie de cortesía hacia alguien que te ha dedicado su tiempo, aunque tiendo a desapegarme cada vez más de ellas. Antes no acababa de creer a aquellos que afirmaban no leer jamás las críticas que les hacían, pero ahora empiezo a entenderlo.
-¿Le influyen mucho?
-Siempre hay alguna que te hace pensar, sobre todo cuando viene de alguien a quien admiras. En el peor de los casos, te dan una idea de la percepción del libro o de ciertas distorsiones que tú no preveías. El mundo de la opinión es un juego de espejos… De todas formas, creo que se aprende más leyendo críticas a obras ajenas que a tu propio trabajo. Cuestión de distancia.
-Tenemos tendencia a opinar de todo, pero… ¿se hacen buenas críticas?
-Las redes sociales potencian el juicio rápido más que la crítica. Creemos que opinamos pero, en el fondo, juzgamos. Una crítica bien hecha exige instinto analítico, cierto dominio del arte de la seducción, ponderación, síntesis… La cuestión se reduce demasiadas veces a un 'me gusta'/'no me gusta'. Creo que deberían contemplarse otros aspectos y complejidades: por ejemplo, prefiero que mi libro interese y no guste que gustar pero no interesar.
-¿Hay críticas mejores que la propia obra?
-A veces sucede, sí: yo soy capaz de irme a Madrid solo por ver una obra de teatro tras leer una crítica entusiasta y luego decirme: «Bueno… La obra está bien, pero la crítica era mejor». Es una labor extremadamente díficil, poco agradecida y muy mal pagada.
«'Silueta' viene del euskera»
-¿Cómo definiría 'Silueta'?
-Es una novela trampa. Tiene algo de homenaje metaliterario, pero también es un ejercicio de memoria, no exento de cierto afán (auto)paródico.
-Novela trampa, ¿por qué?
-La novela se construye en torno a un vacío: el vacío de los libros que tenemos pendientes o que no hemos sido capaces de escribir, por falta de talento o de arrojo, por ignorancia, o por cualquier otra razón.
- Es una idea arriesgada y muy original. ¿Cómo se le ocurrió?
-La privación me parece apasionante: privar al lector de cosas, hurtarle parte de la historia. Es un tópico decir que el trabajo de reescritura implica estilización, supresión de lo superfluo… Pero, ¿y si suprimiésemos el libro entero? ¿Podrían ser los ecos que genera una historia más sugerentes que la historia misma? Luego di con la trama del libro inexistente: un secuestro de ficción enmarcado en nuestra historia reciente. Solo que, en este caso, la que está secuestrada es la propia novela… A partir de entonces todo fue rodado.
-¿Por qué el título: 'Silueta'?
-Aunque pocos lo saben, la palabra 'silueta' proviene del euskera. Es quizás la palabra más hermosa y más extendida de nuestro idioma: una variante de 'zulueta' (en Iparralde 'xilhoeta'), que significa 'entorno lleno de agujeros'. Una familia de Biarritz afrancesó su apellido en el siglo XVIII convirtiéndola en 'Silhouette' y luego tuvo fortuna en muchísimos idiomas, incluidos el ruso y el japonés. La historia es apasionante y se podría escribir toda una novela solo con eso.
-Imagino que para escribir un libro así, antes tiene que tener claro qué cuenta esa novela inexistente. ¿Cómo ha sido el proceso de creación?
-Ja, ja… En efecto, esa era la forma 'sensata' de escribir la novela. Sin embargo, opté por la insensata: caminar a oscuras mientras escribía. Cuando estaba escribiendo el libro se publicó 'Malformalismo' de Txomin Badiola, con quien tuve una conversación sobre su forma de trabajar muy esclarecedora. No tener el control total de lo que estás haciendo puede ser tan motivador o más que planificarlo todo al dedillo.
-¿Ha dado voz a pensamientos que quizá no se permite tener? ¿Le han aportado ideas esos críticos?
-Fue exactamente como dices: me dejé llevar por cada una de sus voces. Sus manías, sus contradicciones y sus miradas me fueron iluminando poco a poco… Hasta poco antes de rematar la última crítica no supe cómo iba a acabar la trama de esa novela inexistente.
-¿Son críticos inventados? ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en los personajes?
-No he tratado de imitar o replicar la voz de ningún crítico en particular, aunque, evidentemente, hay retazos de críticas o ramalazos estilísticos que he ido leyendo durante años.
-¿Se ha divertido?
- Mucho. Ya sé que no es garantía de nada, pero ojalá los lectores se diviertan al menos una décima parte de lo que he disfrutado yo.
-¿Qué espera de las valoraciones hacia este trabajo?
-El espíritu lúdico del libro permite que cada reseña que se haga a 'Silueta' se incorpore automáticamente al libro. Es un libro abierto y expandido…, aspiracionalmente infinito, en cuanto que los paratextos que vayan surgiendo en el futuro serán también parte del artefacto literario.