La paseante confinada, Celestina de las calles
Comenzamos hoy a publicar una selección de los relatos breves que se presenten hasta el 18 de mayo al concurso 'En cuarentena', organizado por EL CORREO y la UPV. Las obras saldrán los viernes y sábados
Celia Tacón
De profesión, gorrión
Jueves, 26 de marzo 2020
Pocos saben de la secreta vida de las calles; Las hay sombrías y soleadas, tristes y floridas, acomplejadas y ensanchadas. Ni más ni menos que si de personas se tratasen.
Celia Tacón vive en las esquinas y conoce más del sentimiento de las aceras que del sórdido corazón del hombre. Su húmeda y curtida vida ha transcurrido entre soportales de macilenta luz, bajo toldos de escaparates prohibidos, a la ribera de ríos embozados por el asfalto.
Nunca tuvo una casa donde siquiera una sombra le esperase, donde cobijar el recuerdo de un amor añejo, donde arropar un sueño, una ilusión de futuro.
Pero poco le importa a Celia la indiferencia de los hombres, es cierto que hubo un tiempo que aquella situación le atormentaba, pero entonces era joven y los muchachos eran sencillamente muchachos. Quedarse soltera, ¡Ni que fuera para tanto! Ya buscaría ella la manera de hacerse útil, de mirarse a los ojos, de sentirse querida.
Y bien que lo consiguió. Si no que se lo pregunten a las calles.
Las calles, con lo sensitivas que son. ¡Que harían sin una Celia Tacón que las entiende y ayuda tan desinteresadamente!
Y es que el viento enamora a las calles y susurra mensajes secretos en las amarillas hojas que cruzan la ciudad buscando alamedas gemelas, donde los autobuses de Tuvisa traen recuerdos de los barrios periféricos a la coqueta calle del Prado.
Pero a veces el viento se entretiene y no llega, y hay calles en la ciudad perdidas por donde no asoman los colectivos, y desubicados tramos sin nombre, y oscuras callejas por donde no pasa nadie.
Es ahí donde Celia alumbra, camina y pasea sin descanso, alegre corre ve y dile de las aceras, lleva en su bolso besos de las farolas, saludos de las señales, hasta prontos de los bordillos. Y cruza la ciudad llevando a las quintas del otro extremo ilusiones para que sigan encendidas, avisos para que estén alerta, mañanas para que crezcan.
Quizá sea por eso que a veces, cuando termine la cuarentena y haya días que caminemos sin rumbo, sin una dirección fija, sin un destino predeterminado, nos parecerá que las calles están más cerca unas de otras, que las distancias se acortan y que nosotros, que entonces pasearemos sin prisa, seremos un poquito más nosotros; Los que esperarían una sombra, cobijarían un recuerdo o arroparían un sueño.
¿QUIERES PARTICIPAR? CONSULTA LAS BASES DEL CONCURSO
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