Espiral ascendente
La espiral ascendente en España del hábito lector en los últimos años tiene seguramente varias explicaciones. La primera es el impulso a su consideración como ... elemento de entretenimiento preferente que ha sido progresivo desde la pandemia, algo que favorece también su papel como elemento clave para el desarrollo de los lectores. Además, la notable incorporación de los más jóvenes a la lectura -el 75,3% de la población entre 14 y 24 años lo hace en su tiempo libre- está generando un incremento progresivo de la sociedad lectora en toda la estructura de la pirámide poblacional.
A todo ello hay que añadir, igualmente, el significativo dinamismo de la economía en los últimos años y el buen momento del sector editorial español desde 2019, superando los 1.200 millones de euros de facturación en 2024 y acumulando un crecimiento del 35% en la facturación desde hace cinco años. Como es lógico, se podría decir que existe un cierto paralelismo entre la realidad socioeconómica española y la media lectora en las comunidades autónomas, lo cual determina que las que están por encima de la propia media lectora nacional sean casi todas las que tienen mayor PIB per cápita, entre ellas el País Vasco, que sube hasta la segunda posición del ranking. Por supuesto, a pesar de los buenos datos y del incremento en el hábito de lectura de los últimos años sigue habiendo cerca de un tercio de españoles que declaran no leer nunca o casi nunca, lo mismo que otro tercio de nuestra población no compra nunca un libro. Se entiende que sobre esto último el ministro Urtasun pretenda arrimar el ascua a su sardina, es decir, que plantee como fórmula para minorar esta brecha la reducción de la jornada laboral que proclama su partido, Sumar, pero quizás sea más racional pensar que el aumento lector está más en un esfuerzo cultural y educativo compartido desde la esfera pública y la privada.
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