Mikel Santiago junto a Lara San Bernardo y su hija mayor, Paula, que está sacando una foto. mireya lópez

Días de firmas, reencuentros y otros relatos

Lectores y escritores celebran en sintonía, con gratitud mutua, el regreso de las casetas al recinto de El Arenal en la Feria del Libro de Bilbao

Domingo, 6 de junio 2021, 01:38

No brilló el sol en la inauguración de la Feria del Libro, pero a nadie le importó demasiado. La vuelta de las casetas al recinto ... de El Arenal tuvo un telón de fondo muy bilbaíno, con paraguas y muchos lectores. El regreso, pese a las mascarillas y distancias, se vivió con emoción. «He venido a toda prisa en cuanto he terminado unas gestiones. Hay que centrarse en las buenas cosas que ya podemos hacer y disfrutar con cabeza», subraya Primitivo Rodríguez, un ingeniero aficionado a la novela histórica. Eso sí, su curiosidad no tiene límites. En cuanto reconoce a la escritora Najat El Hachmi, que está hablando con un grupo de personas, se acerca y hojea su última publicación, 'El lunes nos querrán', que ha ganado el Nadal.

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Hasta el día 13

  • 43 casetas se mantendrán abiertas en la Feria del Libro de Bilbao en El Arenal.

Sentirse atrapado por un libro y no poder soltarlo es el primer indicio de que la relación promete. No hay más que esperar a la siguiente novedad del autor para consolidar el vínculo. ¿Será igual de fascinante? ¿Cambiará de registro? Esa intriga dispara la imaginación. Luego se devorarán las páginas, o igual se prefiere saborearlas muy lentamente. Todo depende del género literario y del paladar del lector. Hay un libro (y un escritor) para cada lector.

El CORREO ha tenido oportunidad de apreciar esa sintonía en vivo y en directo. Lo más llamativo ha sido la gratitud mutua. Muy sincera, nada impostada. Como dice la autora alavesa Karmele Jaio, «ahora que tenemos menos vida social, nos hemos quitado el escudo y la ropa de los domingos». La palabra 'gracias' suena más que nunca en la Feria del Libro.

Mikel Santiago

«Una enfermera me dijo antes de sedarme que leía mis novelas»

Son las cuatro de la tarde y las casetas están cerradas, pero Mikel Santiago (Portugalete, 1975) no pasa desapercibido. Lleva una mochila y se le ve embalado, de entrevista en entrevista, de biberón en biberón. Acaba de publicar el thriller 'En plena noche' y tiene tres niñas que le ponen las pilas. «Soy un padre tardío y feliz», confiesa antes de que aparezca Lara San Bernardo. Es una lectora voraz y directa, que no vacila en presentarse y saludarle con el codo. Desenvuelta, inteligente y con sentido del humor, le quita las prisas en un santiamén.

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Toman asiento en un banco y se someten mutuamente al tercer grado. Son devotos de la novela negra y les gusta llegar al fondo de las cosas. Él enseguida averigua que ella trabaja en un centro comercial de Durango y acude al euskaltegi por las mañanas. «Pero siempre hay un rato para leer. En cuatro días me termino cualquiera de tus libros», calcula Lara. El novelista portugalujo le advierte de que el último tiene más páginas pero confía en que le guste. El tiempo vuela pero ahí siguen, ajenos a los nubarrones que se colocan justo encima de sus cabezas. Ella se parte de risa al oírle contar «momentos rollo 'Misery'», como aquella vez «en pelotas y camisón», cuando una enfermera antes de sedarlo le susurró que conocía su obra. «Pero todo fue de maravilla», aclara el escritor rápidamente.

Ya chispea y él se acuerda de la hora. Antes de despedirse, le dice a Lara que le dejará un ejemplar dedicado en un bar de Pozas de un amigo suyo. Apenas quedan 10 segundos para una última pregunta, con la grabadora delante.

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- ¿Piensa abordar la pandemia en algún libro?

- No, yo soy un autor de evasión y entretenimiento. Nada que ver con este horror del covid.

Karmele Jaio, firmando un ejemplar de 'La casa del padre' a Anushka Sánchez. mireya lópez

Karmele Jaio

«El mejor premio es conseguir que la gente se vea reflejada en tus textos»

Karmele Jaio (Vitoria, 1970) tiende a sonreír y ahora lo hace doblemente, «para que le llegue de verdad a la otra persona». Por encima de la mascarilla, le brillan y se le achinan los ojos al máximo. Minutos antes de que se abran las puertas del auditorio de la Biblioteca de Bidebarrieta, donde protagonizará una charla con Najat El Hachmi, saluda y firma autógrafos, paladeando intensamente cada momento.

«El mejor premio es conseguir que los lectores se vean reflejados en tus libros. Todos somos distintos, pero en los sentimientos no encontramos», apunta convencida, mientras enfila el pasillo hacia la tarima donde les esperan las butacas y los botellines de agua. En las primeras filas está sentada Anushka Sánchez, que ha venido de Galdakao con un ejemplar de 'La casa del padre' bajo el brazo. Es una recomendación de su hija de 16 años y al final de la charla, cuando casi todo el mundo se haya marchado, tiene previsto acercarse y pedirle que se lo firme. «En casa lo pondré al lado de 'La mujer habitada', de Gioconda Belli, que me encanta...», musita con una amplia sonrisa, al tiempo que la moderadora da comienzo al acto.

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Nadie consulta el móvil ni se oye una tos. Las escritoras reivindican el cuidado de los más necesitados como fundamento de la sociedad -«la pandemia nos lo ha recordado con crudeza»- y también la necesidad de distinguir entre lo urgente y lo importante. ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿En qué tipo de personas nos hemos convertido? Son preguntas que flotan más que nunca en el ambiente. Al término de la charla, Anushka se siente doblemente feliz. Mañana irá a trabajar como todos los días a la Fundación Síndrome de Down y, además, con un libro nuevo en el bolso.

Najat El Hachmi dedica 'El lunes nos querrán' a las hijas de Enrique Goikoetxea. mireya lópez

Najat El Hachmi

«Hay que empaparse de la realidad, del mundo y de la vida»

Lleva semanas de ajetreo a cuenta del Premio Nadal. En las últimas semanas ha estado en Salamanca, San Sebastián, Alicante... Ahora hace parada en Bilbao antes de marchar a Valladolid y no piensa echar el freno. «Estoy eufórica, ja, ja. Los escritores debemos empaparnos de la realidad, del mundo y de la vida», asevera la autora de 'El lunes nos querrán'. Es una mujer muy comunicativa y de ideas claras.

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Catalana de origen marroquí, Najat El Hachmi (Nador, 1979) empezó muy pronto a escribir artículos de opinión en la prensa y está más que curtida. El mundo musulmán tradicional la mira con malos ojos y en España siempre hay quienes «no quieren verme integrada, se niegan a considerarme como ellos». Las redes sociales echan humo cada vez que reflexiona sobre Ceuta o el Gobierno de Rabat. En su día rompió con el islam, se declara feminista y abomina de los velos, ya sean textiles o mentales. «No siempre resulta fácil decir lo que piensas. En este sentido los lectores ayudan. Me dan fuerza moral para curarme de la herida del racismo y la discriminación». Lo cierto es que sus intervenciones en la mesa redonda que compartió con Karmele Jaio en Bidebarrieta entusiasmaron al público.

Enrique Goikoetxea fue el primero en acercarse a pedir su último libro dedicado. Maika Atxabal, su mujer, esperaba en la butaca porque solo se admitía la proximidad de una persona como medida anticovid. Una vez firmado, volvió radiante: «¡Es un regalo para las hijas!». Todos en la familia se muestran sensibles hacia la realidad de la migración. Han acogido niñas saharauis y de Malasia, y la primogénita ha sido voluntaria en Lesbos. «Vivimos en Mungia pero nada nos es ajeno», concluyen antes de marchar a casa.

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Margarita Parriel choca el codo con Mariasun Landa, antes de charlar sobre los libros y la vida. mireya lópez

Mariasun Landa

«Tú y yo tenemos mucho en común: no podemos vivir sin libros»

Ha venido con mascarilla a juego con la camiseta y las mechas del pelo. Un rojo lleno de vida. «Contra el mal tiempo, buena cara», constata Mariasun Landa (San Sebastián, 1949), mientras recorre El Arenal a paso ligero. Son cerca de las dos de la tarde y el ambiente está animado. «Para mí esto es como las pastelerías cuando era niña. ¡Un placer!». Autora preferentemente de literatura infantil y juvenil en euskera, empezó a publicar en la década de los 80 y no tardó en entusiasmar a los lectores y la crítica. En 2003 ganó el Premio Nacional de Literatura en su especialidad y esta semana le han concedido el Atea-Laboral Kutxa Saria en la feria de Bilbao.

Mientras curiosea en el estand de Elkar, se cruza con una señora que pasa revista a los títulos. Se miran, saludan y entablan conversación como si se conocieran de toda la vida. «Hoy me voy a comer un pintxo y nada más. Ahora lo primero es comprar libros», le confiesa Margarita Parriel, que tiene 81 años y está cursando tercero de Humanidades en la UPV. Vive en una residencia con su marido, enfermo de Alzheimer, y la lectura le da alas. Le apasiona la Historia -«mi padre fue teniente de la República»- y acaba de encontrar en la escritora donostiarra un alma gemela. «Qué alegría poder charlar con alguien como Mariasun Landa. ¡Hace ilusión!».

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La autora se compromete a mandarle un ejemplar en castellano de 'La fiesta en la habitación de al lado', una novela de corte autobiográfico ambientada en París, donde ella estudió Filosofía. «Margarita, tu apellido Parriel es de origen francés... ¿Sabes?, tenemos mucho en común: no podemos vivir sin los libros», sonríe Mariasun Landa, pasándose la mano por un mechón rojo.

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