En cuarenfena
Seguimos con la publicación de una selección de relatos breves presentados al concurso 'En cuarentena', que organizan EL CORREO y la UPV
pingüino escarlata
Jueves, 14 de mayo 2020, 23:09
I. En casa
«Norma, desnorma. Liber…». La puse del revés, de perfil, la sacudí, retorcí sus consonantes, vacié sus vocales, y nada, «¡malquita calabra!». Avancé. Retrocedí «despensar» lo intentaba, de veras que lo intentaba. Agarré la chaqueta y bolso en un impulso; Tenía que salir.
―¿Ángela? ―La voz venía de atrás. Mike, un gordo con camiseta de tirantes, cigarrillo y cerveza en mano, salía de la cocina.
―Voy a ir al exterior.
―¿Se te ha ido la olla o qué? Dijimos que permaneceríamos dentro ¿y si te detienen?
―Astuciaré los fonogramos ―Ángela parecía rebuscar en su cabeza.
―¡No funcionará! ―Mike estrujó la lata de cerveza y la encestó con ira en el cubo de la basura. Sacó otra de la nevera después de oír un portazo―, ¡maldita sea!
II. Fuera de casa
Iba a intentarlo. Porta portae. Miré las vetas verdes que amaderaban bajo un sol concupiscente sin lamentos elegíacos ni cuentelescencias.
Absolutemos en que mi persona sería puerteada hacia algún número o gama cromática. La palabra virus quedaba desbarritúrica-disuelta. Con el bolso me engalvanicé en segundos por aquella escalera cantalcuática de cincuenta marañas momifistradas a la vía láctea o lactante o lactanciosa. Me sentía muellestática aunque mi miedo iba por delante arrastrando la segunda del subjuntivo, en fin, yo en pasos alicatando y haciendo equilibrio entre el seno y el coseno del escaleno. Caeré y caí. De la bota y su entranconeo nosferando acordeonaba mi lado oscuro. Salí dejando un volante de lunares etéreo. Y, a, ante, bajo, cabe, con mi moratón a punto de suceder, un acuífero de olas en vidrio y plata mayestático se abrió en la calle. La sota de bastos desenlató la lengua y una luz soltó los tentáculos en paralelo. Apersianaría mis ojos. Doblo y hube de estrujar un corto y pego de pensamiento: un bosque o medio lagarto cosido al bolsillo, 2 flores y nubes covid19 abotonadas a la sisa. Un ensoñar del ayer que se perpetuará en el anteayer. Nadando contra una amalgama de tinta en una línea, un autobús: papillón. El eco ecoíza la palabra en cántaros y soles. Y bachean los espejos en un acunando los sueños y espinas. Esa bombilla baila. Luce, reluce, rejubeluce. Teje y desjefe la hoguera pluscuamperfecta. Dentro huracana átomos de amor. Si hubiera o cubriese o tocaría ABECEDE. Liberta: quicio tangente o disidente o perpendicular a la vida.
III. De nuevo en casa
Se oyeron las llaves en la cerradura. La puerta se abrió.
―¡Ángela, estúpida, qué te propones con…! ―Mike se paró en seco. ―. ¡Agente!, bromeaba, tromeaba, ¿entiende? ―su camiseta estaba más sudada que de costumbre, se deshacía en sonrisas y no podía controlar el tic repentino del ojo
―Fiñora, ―Angela cogió la gramática que le entregó el agente sin levantar la vista―. Fiñor ―dirigiéndose ahora a Mike―, va a tener que retroexplicar por qué sigue en cuarenfena. Se le acusa deundelito-denocontagio-deneolenguaje, tienederecho-apermanecer-ensilencio…