«Los críos no necesitan que salgan Messi o Ronaldo en mis libros»
Chavales de colegios vizcaínos reciben como un héroe al escritor Roberto Santiago, que ha vendido más de dos millones y medio de libros de la saga 'Los Futbolísimos'
No todos los días se ve a quinientos chavales aclamando a un escritor como si fuera una estrella del rock. O peor aún, como a ... un youtuber. Alumnos de quinto y sexto de Primaria de los colegios Nuestra Señora de Begoña, la Pureza de María, Hijas de la Cruz y Escolapios llenaron hoy el patio de butacas del teatro Campos para escuchar a un señor hablándoles durante hora y media. Claro que después venían las fotos con Roberto Santiago, el autor de 'Los Futbolísimos', y la firma de ejemplares que levantaban en alto como si portaran un tesoro.
«Fútbol, misterio y amistad» componen la ecuación de las dieciséis aventuras de Pakete, Angustias, Tomeo, Helena con hache y compañía, de las que la editorial SM ha vendido en apenas seis años más de dos millones y medio de libros en España y exportado a una decena de países. Tras la película de 'Los Futbolísimos' llega el musical, que el próximo sábado 16 de noviembre recala con dos funciones en el Campos. Para colmo, la última entrega, 'El misterio del último hombre lobo', transcurre en Bilbao y los protagonistas hasta hacen una excursión al Guggenheim.
«Si no hubiera leído a Enid Blyton, no habría escrito 'Los Futbolísimos'», reconoce Santiago, que también es director de cine con ocho largometrajes a sus espaldas. «Los Cinco fueron los primeros libros que coleccioné y releí. También me marcó 'La isla del tesoro', que sigo releyendo cada par de años; si hoy se publicara, sería en una colección de literatura infantil y juvenil, que muchas veces se despacha como una literatura de segunda».
Santiago (Madrid, 1968) fue un chaval demasiado alto para ser buen futbolista en el patio del colegio San Agustín. Sus recuerdos infantiles nutren sus historias, como aquella niña de pelo corto que jugaba tan bien al fútbol, trasunto de Helena con hache; le gustaba mucho, pero como era muy tímido en dos años no pasó del hola. Los críos bilbaínos se ríen con las anécdotas que les cuenta Santiago. Le preguntan qué se siente siendo escritor y este les anima a escribir un diario. Gritan enfervorecidos cuando el autor les desleva el título del tomo 17: 'El misterio de las botas mágicas'.
«A mí no me gusta mucho el fútbol, pero sí el misterio de las novelas», cuenta Iker, de Nuestra Señora de Begoña; Sofía, de Escolapios, nunca vería un partido en la tele, pero ya lleva seis 'Futbolísimos' leídos. «Tardo más o menos un mes en leerlos», confiesa. Roberto Santiago sabe que tiene mucho mérito alejarles de las pantallas. «Las pantallas no son enemigas de los libros, pero es un milagro que los niños y preadolescentes quieran pasar horas con un libro y después pidan otro», constata. «Yo siempre digo que saco al niño que llevo dentro cuando escribo 'Los Futbolísimos'. Por mucho que pase el tiempo, hay temas comunes que siguen interesando».
El fútbol que le interesa al escritor no tiene que ver con el que ocupa horas y horas de televisión. «El fútbol de los famosos, el gran negocio de los fichajes, no me interesa lo más mínimo. Los críos no necesitan que salgan Ronaldo o Messi en los libros», asevera. «Yo me fijo en el fútbol base que fomenta valores como el trabajo en equipo, aprender a saber estar y compartir. No tengo hijos, pero voy mucho a ver jugar a mis sobrinos y ves cómo aprenden cosas maravillosas». ¿Y los padres, pegándose en la grada? «Sí. Son los adultos los que les inculcan la competitividad absurda».
Uno de los hitos del fenómeno 'Futbolísimos' que más le enorgullece a Santiago es la traducción al farsi de la serie en Irán. «Cuando salió la colección en España, hace seis años, todavía me preguntaban: ¿niños y niñas jugando juntos? Es la realidad. Todavía no he recibido ningún royalti de Irán ni creo que lo reciba, pero saber que contribuyo a que los niños iraníes lo vean de manera normal me hace muy feliz». El escritor saca muchas ideas de estos encuentros con sus jóvenes lectores, «porque los niños, a diferencia de los adultos, no tienen filtro».
Pese a que sus libros alcanzan casi las trescientas páginas con ilustraciones, su ritmo de producción, a dos tomos por año, no decaerá: «Son los chavales los que me los piden». El director de 'El penalti más largo del mundo' y 'El club de los suicidas' tiene aparcado, de momento, el cine. «Hacer una película implicaría parar la colección al menos un año». ¿Y rodar algo para sus lectores, ya que sabe tan bien lo que les gusta? «El cine español no se ocupa mucho de ellos y es un público que es muy agradecido cuando algo le gusta. De hecho, hay un proyecto que va despacito».
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