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«Piquer era su propio hombre, no necesitaba otro», afirma Vicent. efe
Manuel Vicent | Novelista

«Concha Piquer se enfrentó a la censura y pagó muchas multas por ello»

En 'Retrato de una mujer moderna' narra el sufrimiento y el éxito de una cantante que desafió las convenciones de su tiempo

Domingo, 30 de octubre 2022, 00:52

Después de haber convertido en protagonistas de sus novelas a Jesús Aguirre, duque consorte de Alba; Carmen Díez de Rivera, musa de la Transición; y ... la actriz Ava Gardner, ahora le ha tocado el turno a Concha Piquer, la voz que alimentó su infancia. Manuel Vicent publica 'Retrato de una mujer moderna' (Ed. Alfaguara), centrado en la figura de esa gran cantante de coplas, que llegó siendo aún una niña a Nueva York y allí aprendió los secretos de un oficio que la llevó a lo más alto. Un trono desde el que mezclaba «dulzura y tragedia», porque en su vida hubo de todo ello. Y en abundancia.

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- Con esta novela sigue haciendo su propia crónica del franquismo y la Transición.

- Heine dijo que Dios creó el mundo en seis días y el séptimo llamó a Goethe y le dijo: 'Haz tú las nubes'. Yo he hecho las nubes, la atmósfera, porque estos personajes son novelas que sintetizan un tiempo y un espacio.

- ¿Conoció a todos esos personajes de los que ha escrito?

- A Concha Piquer la entrevisté cuando llevaba veinte años retirada. Pero ella había pintado el paisaje sonoro de mi niñez. Con sus canciones aprendí que la vida es una sucesión de penas y alegrías. Salía de mi casa para ir a la escuela y por las ventanas se escuchaba el inicio de una de sus canciones, como si fuera el planteamiento de una novela. Iba caminando y escuchaba el nudo de la historia, y para cuando llegaba a la escuela justo terminaba, así que era el desenlace. Vázquez Montalbán decía que sus canciones eran como novelas de tres minutos.

Historias

«Vázquez Montalbán decía que sus canciones son como novelas que duran tres minutos»

- ¿Por eso esta novela le ha salido menos ácida que las anteriores, más indulgente con la protagonista?

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- A Díez de Rivera, Aguirre o Gardner los conocí ya en la madurez y no son tan entrañables. Concha Piquer es mi infancia de postguerra. Su vida fue un melodrama y al tiempo se mostró como una profesional moderna. Era una mujer desafiante que se enfrentaba a la censura. Hay mujeres, sobre todo las había en esa época, que necesitaban un hombre que las protegiera. Piquer era su propio hombre, no necesitaba otro. Ya el solo hecho de vivir públicamente amancebada en esos años indicaba su carácter.

Partidarios divididos

- ¿El mundo de la copla también estaba dividido en el franquismo, como el taurino?

- Había partidarios de Juanita Reina y otros de Concha Piquer. Pero ya cuando llegó de Nueva York venía con la profesión aprendida de Broadway. Mezclaba dulzura y tragedia y todo lo que salía de su garganta era verdad.

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- Pasó de Conchita Piquer a doña Concha.

- Era Conchita cuando fue arrancada de la huerta con 13 años. Solo hablaba valenciano, luego aprendió inglés y las canciones las cantaba en castellano sin saber lo que decían. Lo aprendió más tarde claro. Y llegó a ser doña Concha por el respeto del público.

- Y creó expresiones: el baúl de la Piquer, por ejemplo.

- Que no era un baúl, sino veinte. Llevaba en ellos de todo, hasta aceite de oliva, y así recorrió América Latina.

Retirada temprana

«Dejó los escenarios por un problema vocal y porque pensó que su tiempo ya había pasado»

- Cuenta en la novela que era muy rigurosa como empresaria de espectáculos, hasta el punto de no tolerar un retraso o que alguien saliera al escenario con la ropa arrugada o sucia. ¿Era así realmente?

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- Sí. Lo había aprendido en Broadway y lo llevaba en la sangre. El público manda, es el dios del espectáculo. No toleraba un retraso y a Manolo Caracol lo despidió por eso. Fue una profesional siempre,que llegó a ser cabecera de cartel con solo 16 años, y salió semidesnuda en una comedia musical. Ser verdaderamente profesional en cualquier trabajo es la primera forma de la moral.

- Se retiró muy joven tras un problema vocal. Algo que llama la atención porque los cantantes actuales tienden a estirar su carrera más allá de lo razonable.

- Fue tajante por su perfeccionismo. Un día tuvo una mala actuación por un problema de voz y decidió dejarlo. Luego, el médico le dijo que tenía que estar dos años sin hablar. Transcurrido ese plazo, le dio pereza e intuyó que su tiempo y el de la copla habían pasado. Además, había ganado mucho dinero y no necesitaba trabajar.

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- ¿Cómo fue su relación con el franquismo?

- Se enfrentó a la censura y a las normas que le impedían cantar sus canciones. Por ejemplo, pagaba las multas por cantar aquello de «en el quicio de la mancebía» en vez de «en el quicio de mi casa un día». Quinientas pesetas por cada función, y fueron muchísimas. También seguía cantando cuando sonaba el cornetín y en teoría había que detenerse para escuchar las noticias de la radio. Ella no lo hacía y afrontaba otra multa. Era una de esas artistas de personalidad arrolladora, como también lo fue Lola Flores. Y rechazó el lazo de Isabel la Católica.

- ¿Cambia el trabajo de un novelista cuando escribe de un personaje sobre el que hay muchas fotos, grabaciones y vídeos y el lector ya se ha hecho una idea de cómo era?

- Hay grabaciones muy antiguas, porque fue la primera que cantó para el cine: una pequeña jota incluso antes de 'El cantor de jazz'. Imaginar en Nueva York antes de la Gran Depresión a esta valenciana con 16 años ya es una novela.

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