'Lavinia': Una firmeza templada

Pedro Barea

Martes, 30 de mayo 2023, 21:54 | Actualizado 23:03h.

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Es una mujer en conflicto. El contraste de mentalidades dominantes frente a la entereza femenina. La objetora 'Lavinia' es un derivado, un 'spin off' de La Eneida, la epopeya del romano Virgilio (siglo I a. de C.) filtrada luego en 2009 por la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin, y que Juana Lor y Javier Liñera readaptan y recrean ahora en el teatro. 'Lavinia' es la mujer que enfrenta disyuntivas de amor, guerra y paz, autonomía personal e imposición, donde colisionan la insumisión y los cepos sociales.

Lo admirable en esta 'Lavinia' es el ímpetu de todo el equipo al tratar de acercar una andanza prolija y especiosa, inhabitual en la forma, profusa, de otro tiempo y circunstancia. Una teatralización sin la pompa de los clásicos, allanada. Espacío vacío y negro. Seis sillas que se organizan como asientos, refugio, templete, altar. Indumentaria sin época. Melismas mediterráneos en directo y texto hablado a modo de relato cercano, incluso informal. Remates en cuadro plástico y movimientos casi de danza, con preciosismo en despliegues y transiciones a la vista empastados por una luz efectista, con cambios que se pudieron resolver quizá con menos maniobras previas.

El colectivo Kabia y los nombres que orbitan el grupo han defendido trabajos singulares, diferentes, poco contemporizadores ('Decir lluvia y que llueva', 'Rojo al agua '. 'Alicia después de Alicia', 'El alimento de las moscas'), como de laboratorio y experiencia. 'Lavinia' va por ahí. Seis intérpretes con escuela diversa. Algunos curtidos -Yolanda Bustillo, Javier Liñera, Iñaki Urrutia, Aitor Guisasola-, otros lejos de sus registros habituales -Karmele Larrinaga-. Y un hallazgo -Amets Ibarra- con mayor autoridad en la difícil línea del teatro físico. Un experimento exigente, y eso se buscó.