La larga historia del teatro de sombras
El Festival de Títeres de Bilbao muestra esta técnica ancestral con espectáculos en el Campos, una exposición y un taller
13.000 años tiene el teatro de sombras, aproximadamente como las pinturas de Santimamiñe. 13.000. Y se sigue aplicando esta técnica para contar historias. ... La programación del Festival de Títeres de Bilbao lleva ya unos días mostrando lo que puede hacerse con las manos o con unas siluetas de papel y un foco en una sala a oscuras. Ya han pasado dos de estos montajes por el Teatro Campos y el domingo habrá otro más que incluye las sombras como parte del espectáculo -será 'Aioko', de Zurrunka Taldea, a mediodía-. Y, para entender la importancia de la técnica a lo largo de la Historia, y «lo que tenemos en común en distintas culturas», explica el director del festival, Juanjo Corrales, han llegado a Bizkaia también Pep Beltrán y Petrina Vassu con una exposición y un taller itinerantes en los que se resumen esos 13.000 años de vida.
Por medio de títeres, objetos y narraciones, Beltrán y Vassu se adentran en las cavernas y recuerdan cómo los hombres y mujeres prehistóricos hacían algo más que dibujar en las paredes: componían sus historietas aprovechando esas mismas pinturas y las formas extrañas de estalagmitas y estalactitas. «Era como su linterna mágica», dice Corrales. No se sabe qué se contaban, pero tendría que ver con su idea del mundo, y con los miedos. Reflejar la cosmogonía propia ha sido argumento del teatro de sombras durante todos estos años, y eso es lo que hacen los piyinxi en China, los wallang en Indonesia y los karagoz en Turquía, títeres de larga tradición. Fue gracias al Imperio Otomano que la técnica se introdujo más adelante en Europa. «La exposición es una herramienta para hablar de personas y muestra lo que nos une, cómo se entrelaza todo y lo bueno que eso es porque nos ha hecho crecer como especie».
«Como un dibujo animado»
Todos nos hemos preocupado por lo mismo, por la creación, por los dioses y diosas, por los vivos y los muertos, con los mismos miedos. Y como otros tipos, el teatro de sombras sirvió, o sirve, «como catarsis y para consolar», en palabras de Vassu. Cierto es que, mientras que en otras latitudes se siguen contando las mismas narraciones que hace cientos de años, en Europa se transformó en otra cosa. «El europeo es como un dibujo animado», señala Corrales.
A José Diego le gusta más el cine, y es lo que hace con sus siluetas de papel, las de la compañía 'A la sombrita'. «Me apasiona el cine, vengo de la iluminación en artes escénicas, y me puse a investigar cómo narrar historias solo con la luz». Así lleva desde 1993. A Bilbao ha venido con los 90 títeres de papel -para nueve personajes, en distintos momentos del espectáculo- de 'El tesoro de Barracuda', una de piratas sobre la importancia de aprender a leer (es decir, de acceder al conocimiento). No necesitan videoproyecciones. Solo unos «restos de naufragio», y la luz y la voz de Diego, que dice que no calla en casi una hora. «Quería volver a la artesanía, al cine en directo. Y lo más bonito es ver cómo los niños alucinan cuando ven que se puede hacer de todo sin tener que comprar nada».
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