José Sacristán cierra en Bilbao la gira española de su obra más personal

Quedan algunas entradas para verle en el Campos Elíseos (de jueves a domingo) en su proyecto más personal. «Yo he establecido un compromiso con esta función y eso me acompaña hasta el último día», asegura. «Tuve cierta amistad con Miguel Delibes y ahora puedo rendir homenaje a un hombre de esta categoría, como autor y como ser humano». A él y a su esposa, Ángeles, que falleció a los 48 años, les dedica cada función.

Él mismo ha participado -junto al director, José Sámano, e Inés Camiña- en la adaptación de la novela más autobiográfica de Delibes. En la historia de un pintor sumido en una crisis creativa, volcó la memoria de su amor y el vacío que le dejó la muerte de su mujer. Sacristán percibe en el texto los ecos de «muchas conversaciones» entre ambos. «Durante las representaciones de 'Las guerras de nuestros antepasados' murió mi madre y hablaba mucho con Miguel de las ausencias, del dolor y también de la celebración del amor. Mientras somos amados y recordados no desaparecemos del todo».

Delibes profundiza en esos sentimientos «desde la más absoluta sencillez» y alcanza «cotas líricas bellísimas», con ese lenguaje que es un imán para el teatro. Ahora mismo coinciden en la cartelera tres obras, 'Señora de rojo...' y 'Las guerras de nuestros antepadados' -también en Bilbao, protagonizada por Carmelo Gómez- y 'Los santos inocentes' en Madrid. El mensaje llega con tanta fuerza que Sacristán ha repetido en plazas grandes y pequeñas de todo el país, agotando aforos. «Me han pedido que vuelva a Madrid, a Barcelona, a Valencia, pero ya son cinco años y estoy en conversaciones con Juan Mayorga para un proyecto para el año que viene», cuenta. «Siento que me conviene cambiar de ejercicio, trabajar con otros compañeros. Tengo una edad (85 años), pero mientras la madre naturaleza siga consintiéndolo aquí seguiremos».

El público le acoge con fervor y mucha gente ha visto esta obra más de una vez, aunque no se libra de las interrupciones. Él mismo ha grabado el mensaje que pide a los espectadores que apaguen el móvil y «controlen sus accesos de tos». «En una obra como esta, de pausas, silencios y medios tonos, la tos es como una bomba de mano», dice. «Hay toses que la gente no puede evitar y otras que son, como digo yo, insolentes». Si suena un móvil hace una pausa y en Valencia le pasó «algo muy curioso. Como no se paraba, la gente empezó a aplaudir y por fin el móvil se paró. Al día siguiente recibí en el camerino una maceta de flores enorme con una nota que decía: perdone, soy la idiota que anoche no supo parar el móvil. Fue un detalle. Había un teléfono, la llamé y hablé con ella».

En Bilbao tiene amigos como Pedro Olea y sitios a los que siempre va. «Yo peregirno a La Alhóndiga, subo, bajo y permanezco allí horas. Es un lugar donde uno se siente protegido. Tengo años suficientes para recordar la ciudad de antes y lo de Bilbao ahora es acojonante, no se me ocurre otra palabra». Pasará aquí la jornada electoral y ha votado por correo. «Cuesta trabajo pero hay que votar, la responsabilidad es de todos. Los políticos están ahí porque nosotros les ponemos y les jaleamos».

Asegura que le duele «la pelea constante entre la gente de la izquierda. Hay posturas que no me gustan nada. Otra vez el mesianismo, frivolidades, torpezas... Ayuso va a arrasar otra vez y eso informa de algo, no la votan los millonarios o los carcas. Que tome nota mucha gente de por qué se lleva el gato al agua». Respecto a las generales de diciembre, «tengo mucha confianza en Yolanda Díaz. Me gusta dónde está esta mujer».