Es una palabra que no figura en el diccionario de la RAE, pero que usó Antonio Machado para describir ese árido paisaje castellano que en ... estos días se ve azotado por el fuego, como se vio hace más de un siglo sin que entonces se hablara del cambio climático. Me refiero a la expresión 'grisiento', que aflora en 'Desde mi rincón', el poema que dedica al 'maestro Azorín' por su ensayo titulado precisamente 'Castilla', que se publicó en 1912 y que describía con el más descarnado realismo unos males atávicos de la España interior que aún hoy siguen estando asombrosamente vigentes: «Castilla de grisientos peñascales,/ pelados serrijones,/ barbechos y trigales,/ malezas y cambrones…».
Hay gente que piensa que los españoles no hemos salido todavía de la Guerra Civil. Y hay también fatalistas que están convencidos de que es de la misma España de la Restauración de donde no hemos salido. Uno, que es más optimista que todo eso, cada vez tiene más la sensación de que seguimos en la Generación del 98 cuando oye hablar de la España vacía, de la España abrasada, de la España desforestada…, y relee en este infausto verano los versos que Machado dedicó a unos incendios que no debían distar mucho de los que ahora hablan los telediarios: «El hombre de estos campos que incendia los pinares/ y su despojo aguarda como botín de guerra,/ antaño hubo raído los negros encinares,/ talado los robustos robledos de la sierra».
Sí. Hay un Machado ecologista que señala los estropicios del ser humano en la Naturaleza cuando no es ésta la que se autodestruye por propia mano o por la inclemente y despiadada mano divina, a la que alude el poeta en la composición titulada 'El Dios Ibero': «¡Oh dueño de la nube del estío/ que la campiña arrasa,/ del seco otoño, del helar tardío,/ y del bochorno que la mies abrasa!».
La España grisienta, sí. Existe el tópico, no sé si cierto y fundado, de que los pueblos del Ártico tienen un buen número de términos para distinguir los diferentes matices del blanco en la nieve sobre la que viven. En su poesía, Antonio Machado exprimió el idioma y hasta llega a forzarlo para distinguir los diferentes colores y las tonalidades de éstos en la minuciosa y exquisita descripción que hace del campo castellano. No le debieron de bastar vocablos como pardo, oscuro, plomizo, ceniciento, agrisado, grisáceo… Y acuñó el término 'grisiento', que no es un gris cualquiera sino un gris yermo, mesetario, peninsular… Un gris español, un gris nuestro.
Propongo que, en este 2025 en el que se cumplen los 150 años del nacimiento de Machado y en el que el paisaje de la Castilla que tanto amó ha vuelto a sufrir el azote del fuego que ya se ensañó con los bosques en su tiempo, la Real Academia de la Lengua Española incluya la palabra 'grisiento' en su Diccionario.
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