«Escribo unas novelas muy sensuales, pero en las que hay crímenes»
Elia Barceló ·
Publica 'Amores que matan', la segunda entrega de su serie ambientada en la casa-residencia de Santa RitaElia Barceló (Elda, 1957) ha vuelto a la casa-residencia de Santa Rita. En 'Amores que matan' (Roca Ed.) una obra en el edificio descubre ... un falso tabique tras el que se ocultan unos cuadros y el cadáver de un bebé muerto décadas atrás. Un especialista acude a autentificar las pinturas, acompañado por una ayudante con la que va a tener un hijo tras haber engañado a su esposa diciendo que se había hecho una vasectomía. Esta, que ha contribuido de manera fundamental a cimentar la fama y la fortuna de su marido, se entera de que va a ser expulsada de su mundo. Así que decide matarlo.
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- Regresa al Mediterráneo y ambienta su novela en el verano.
- Ya lo pensé con la primera entrega. Me parecía que había una saturación de 'noir' nórdico, esas novelas en las que es siempre de noche, llueve, hace frío y todos están deprimidos. Y decidí escribir una novela ambientada en el Mediterráneo. Es además una declaración de amor a mi tierra.
- En la primera entrega rompía convenciones del género al retrasar mucho el crimen. En esta lo sitúa al comienzo pero sabemos quién va a matar. ¿Por qué esa quiebra de la norma?
- Me propuse en cada novela hacer un guiño a un clásico. En la primera, fue a Agatha Christie; en esta, al personaje de Colombo. Ya tengo pensado a quién será en la tercera y la cuarta.
- ¿Es más difícil escribir una novela en la que no se juega con que el lector adivine quién es el asesino porque ya lo sabe?
- Tienes que procurar que el interés no se pierda cuando el lector se dé cuenta de que no debe descubrir nada. Aquí la intriga es si quien ha cometido el crimen cometerá algún error y si la pillarán, porque es una mujer. Y ese personaje, Monique, nos cae bien. Es una asesina, pero casi en defensa propia. El lector, y sobre todo la lectora, pensará en qué habría hecho si se hubiese visto en su caso. En esta serie mato a hombres que se lo han ganado a pulso, sin que eso signifique que hago una apología del asesinato. Lo que sucede es que en la vida tampoco hay nadie que te haga justicia si te pasa algo como lo de Monique.
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- ¿Por eso busca que el lector empatice con ella?
- Claro, porque es una mujer muy inteligente y lo que le han hecho es una guarrada. Pero tiene momentos de arrepentimiento y duda. Y no quiere que la cojan. En el otro extremo, Chantal, la amante de su marido, también sufre aunque sabemos que ha hecho mal muchas cosas.
Dos historias
- Junto a esta historia del presente hay una del pasado. ¿Siempre tiene que haber una trama doble en esta serie?
- En todas las novelas de la serie habrá un caso en el presente que debe resolverse y una muerte en el pasado que puede ser o no accidental. En la primera novela ese caso del pasado era de la juventud de la protagonista; en esta se refiere a sus padres; en la siguiente, será a sus abuelos; y en la última, a los bisabuelos, los fundadores de Santa Rita. El pasado siempre tiene eco en el presente.
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- Luego están los personajes. A todos los de Santa Rita, incluidos los policías, ya los conocemos. ¿Ha pensado en quienes no han leído la primera entrega?
- Mi ilusión sería que los lectores sigan toda la serie. Pero cada caso es único y no es preciso haber leído la primera para entender esta. Incluso cuando hay alguna referencia a algo que sucedió en la primera es muy ligera para no desvelar lo que pasó por si alguien se pone luego con ella. En cuanto a los policías, los mismos que en la primera entrega, son buena gente que no pierde su vida por resolver el crimen, como pasa en esas novelas y películas americanas, que destruyen a sus familias por el caso.
- Parece que tiene decidido ya que serán cuatro entregas.
- Sí, es perfecto para la división del tiempo que quiero hacer. Vamos de Sofía a sus bisabuelos y así cerramos el ciclo. Y las cuatro novelas transcurren en las cuatro estaciones de un año.
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- ¿Se siente identificada con ese calificativo de representante del 'noir' mediterráneo?
- Creo que fui yo la primera que usó esa terminogía... Es cierto que hay otras novelas policiales que transcurren en el Mediterráneo, pero no son tan luminosas. En las mías sale gente mala, pero no me regodeo en ella. Prefiero centrarme en la buena gente. Otros hablan de maldad y corrupción. Yo, de la solidaridad, del placer de los sentidos. Escribo novelas muy sensuales, pero con crímenes, y estos derivan del hecho de que alguien te priva de la posibilidad de ser feliz.
- Antes decía que su asesina lo es casi en defensa propia.
- Sí, hay una defensa de la felicidad y la decencia, de una vida en armonía, que te ha costado mucho levantar y cuando estás tranquilo pasa algo. Por el egoísmo de una persona todo eso se pone en peligro. Y entonces suceden cosas.
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- Aquí también aparece una pintora cuya obra sale a la luz años después de su muerte.
- Es otra cosa que quería reivindicar: a esas artistas que quedaron injustamente en la sombra por el hecho de ser mujeres. Recurro a una, Marianne von Werefkin, para representarlas a todas.
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