
Mecenas muy mal vistos
Financiación bajo sospecha ·
En Inglaterra se amplía de forma exponencial la lista de patrocinadores repudiados por tóxicosSecciones
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Financiación bajo sospecha ·
En Inglaterra se amplía de forma exponencial la lista de patrocinadores repudiados por tóxicosEn esta contemporaneidad de tanto postureo moral y teatral, hasta los filántropos y los mecenas de la cultura también empiezan a estar mal vistos. Que ... una empresa o un particular quiera apoyar o financiar la cultura ya no es solo un anhelo muy escasamente reconocido por la sociedad y los poderes públicos, sino también el detonante de una sospecha de blanqueo de imagen, negocio o empresa. Fíjense hasta qué punto esto es así, que esta misma semana un diario inglés de información económica se preguntaba si realmente existe alguien lo suficientemente «limpio» como para poder financiar la cultura con su mecenazgo. Porque el caso es que la lista de mecenas repudiados por tóxicos en Inglaterra se está ampliando exponencialmente. British Petroleum y la saudita Aramco ya han sido señaladas como mecenas abominables por dedicarse a los combustibles fósiles. Tampoco la fabricante de software y chips Nvidia parece una patrocinadora empresarial deseable, ya que entre sus muchísimos clientes hay algunos pocos que pertenecen a la industria de defensa. También la empresa de automóviles Tata ha tenido que renunciar al patrocinio de un festival literario en Inglaterra, porque hay quien le acusa de perjudicar con su industria a las comunidades más desfavorecidas de la India. Y el mismo camino ha seguido el sustituto de Tata en el patrocinio de ese festival, un fondo de inversión, ya que sus pecados eran tanto los combustibles sólidos como las relaciones comerciales con Israel. La curiosa solución puesta en marcha por algunas instituciones culturales está siendo la de crear comités éticos para la admisión de los mecenas o la realización de test para la comprobación moral de su idoneidad filantrópica. Entre tanto, los presupuestos públicos destinados a la cultura disminuyen o no aumentan, con lo cual la sostenibilidad de las instituciones culturales cae en picado. De momento esta moda de «hacer ascos» a los mecenas privados no ha llegado todavía a España, pero todo es cuestión de tiempo. De tiempo y también de radicalidad, que de esto último aquí estamos muy sobrados.
Vandalismo climático
Sigue irremediable la guerra de los activistas climáticos contra el arte, un estúpido 'happening' que se extiende por su resonancia publicitaria o incluso por el leve rechazo social. 'La primavera' de Boticelli, 'Los girasoles' de Van Gogh, 'La Gioconda', Goya, Monet y esta semana también el monumento megalítico de Stonehenge, rociado con pintura naranja en vísperas del solsticio de verano. Dicen los neo-iconoclastas del clima que el arte no puede subsistir en un planeta destruido, como si el mundo pudiera sobrevivir con el arte embadurnado de sopa de tomate o con el pegamento y las proclamas de radicalidad fofa. Pues sí, pero es el discurso doctrinario que no admite la razón con su inflexible dogmatismo, contra el estímulo de la imaginación implícito en la creación artística de todos los tiempos. La vehemencia visceral contra la razón reflexiva, la estupidez contra la inteligencia.
Cine
Por lo que se ve agua pasada sí mueve molinos, al menos cuando miramos al pasado con los ojos del presente. Viene esto a cuento del estreno en Francia de la película 'María', una producción que se centra en los abusos o en las excesivas exigencias interpretativas que sufrió Maria Schneider por parte de Bernardo Bertolucci y Marlon Brando en el rodaje de 'El último tango en París' (1972). El tema es bien conocido: una actriz que entonces tenía 19 años, el guion de una tórrida pasión y una escena de sodomía no consentida con un actor de 48 años. La película siempre fue polémica. En su día estuvo prohibida y ahora poco menos que se dice a quien la ve que está contemplando una violación. Bueno, todavía se discute si la escena fue real o no, pero lo grave fue el destrozo psicológico que todo aquello produjo en Maria Schneider. La película original se puede ver hoy en una plataforma digital. ¿Qué hacemos? ¿La censuramos otra vez? Ni mucho menos. Las opiniones son opiniones, no hechos. Que siga la libertad de verla o no verla, de pensar, de criticarla, de decidir…
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