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British Petroleum.
Mecenas muy mal vistos
Sin Rodeos

Mecenas muy mal vistos

Financiación bajo sospecha ·

En Inglaterra se amplía de forma exponencial la lista de patrocinadores repudiados por tóxicos

Domingo, 23 de junio 2024, 00:44

En esta contemporaneidad de tanto postureo moral y teatral, hasta los filántropos y los mecenas de la cultura también empiezan a estar mal vistos. Que ... una empresa o un particular quiera apoyar o financiar la cultura ya no es solo un anhelo muy escasamente reconocido por la sociedad y los poderes públicos, sino también el detonante de una sospecha de blanqueo de imagen, negocio o empresa. Fíjense hasta qué punto esto es así, que esta misma semana un diario inglés de información económica se preguntaba si realmente existe alguien lo suficientemente «limpio» como para poder financiar la cultura con su mecenazgo. Porque el caso es que la lista de mecenas repudiados por tóxicos en Inglaterra se está ampliando exponencialmente. British Petroleum y la saudita Aramco ya han sido señaladas como mecenas abominables por dedicarse a los combustibles fósiles. Tampoco la fabricante de software y chips Nvidia parece una patrocinadora empresarial deseable, ya que entre sus muchísimos clientes hay algunos pocos que pertenecen a la industria de defensa. También la empresa de automóviles Tata ha tenido que renunciar al patrocinio de un festival literario en Inglaterra, porque hay quien le acusa de perjudicar con su industria a las comunidades más desfavorecidas de la India. Y el mismo camino ha seguido el sustituto de Tata en el patrocinio de ese festival, un fondo de inversión, ya que sus pecados eran tanto los combustibles sólidos como las relaciones comerciales con Israel. La curiosa solución puesta en marcha por algunas instituciones culturales está siendo la de crear comités éticos para la admisión de los mecenas o la realización de test para la comprobación moral de su idoneidad filantrópica. Entre tanto, los presupuestos públicos destinados a la cultura disminuyen o no aumentan, con lo cual la sostenibilidad de las instituciones culturales cae en picado. De momento esta moda de «hacer ascos» a los mecenas privados no ha llegado todavía a España, pero todo es cuestión de tiempo. De tiempo y también de radicalidad, que de esto último aquí estamos muy sobrados.

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